Raúl Martín. |
El primer cráneo de Nanotyrannus fue encontrado en Montana
(EE.UU.) en 1942 y nombrado hace décadas, pero los paleontólogos no estaban
realmente seguros de si se trataba de una especie separada, o simplemente eran
restos de un ejemplar juvenil de T. rex.
Un estudio que publica hoy Fossil Studies indica que, tras
nuevos análisis, los fósiles considerados hasta ahora de juveniles T. rex son
en realidad ejemplares adultos de Nanotyrannus, un pequeño tiranosaurio, con
mandíbulas más estrechas, patas más largas y brazos más grandes.
El estudio realizado por las universidades de Bath (Reino
Unido) y Chicago (EE.UU.) ha vuelto a analizar, entre otros aspectos, los
anillos de crecimiento y la anatomía del Nanotyrannus.
Al medir los anillos de crecimiento de los huesos de
Nanotyrannus, el equipo observó que se hacían más compactos hacia el exterior
del mismo (su crecimiento se ralentizaba), lo que sugiere que esos animales
eran casi de tamaño adulto, no juveniles de crecimiento rápido.
La modelización del crecimiento de los fósiles mostró que,
de ser juveniles, los animales habrían acabado pesando, como máximo, entre 900
y 1.500 kilogramos, con una medida de unos cinco metros.
Esos números corresponden aproximadamente al 15 % del tamaño
del T. rex gigante, que llegó a pesar 8.000 kilogramos y medir nueve metros o
más.
“Si fueran T. rex jóvenes deberían estar creciendo como
locos, engordando cientos de kilos al año, pero no lo vemos", señaló uno
de los autores de la investigación, Nick Longrich, de la Universidad de Bath,
quien no espera encontrar resultados “tan concluyentes”.
Aunque el equipo modeló los datos de maneras diferentes, las
tasas de crecimiento que obtenían eran siempre bajas. “Esto parece el final de
la hipótesis de que estos animales son jóvenes T. rex", dijo Longrich en
un comunicado.
Además, no encontraron pruebas fósiles que combinaran rasgos
tanto del Nanotyrannus como del T. rex, las cuales deberían existir si uno se
convirtiera en el otro.
Que todos los restos examinados pudieran identificarse, “con
seguridad, como de un tipo u otro", apoya, según el equipo, la existencia
de especies distintas.
“Igual que los gatitos se parecen a los gatos y los
cachorros a los perros, los juveniles de los distintos tiranosaurios son
distintivos, pero el Nanotyrannus no se parece en nada a un T. rex”, destacó el
paleontólogo.
El Nanotyrannus era pequeño, rápido y ágil, con brazos que
eran “armas bastante formidables", frente a las extremidades delanteras
muy cortas del T. rex, una de las características que le hacen reconocible.
Esta reclasificación planteaba otra pregunta: si los fósiles
ya no son de T. rex juveniles, ¿por qué nadie ha encontrado restos de estos?
El equipo también ofrece la respuesta, tal y como explicó Longrich. En realidad, sí existe un fósil de juvenil de T. rex, que fue recogido “hace años”, pero acabó en una caja de huesos sin identificar dentro de un cajón de un museo de San Francisco “y luego olvidado".
Ese hueso procede de un animal pequeño, con un cráneo de
unos 45 centímetros de longitud y un cuerpo de unos 5 metros, con rasgos
distintivos que lo vinculan al Tiranosaurio y que no se ven en el Nanotyrannus.
Aunque es solo un hueso de un espécimen, Longrich aseguró
que “solo se necesita uno”, pues los huesos del cráneo del T. rex “son muy
característicos, no hay nada que se les parezca”.
El investigador hizo hincapié en que existen T. rex jóvenes,
solo que “son increíblemente raros, como los juveniles de la mayoría de los
dinosaurios".
El equipo sostiene que estos hallazgos son “una prueba
fehaciente” de que el Nanotyrannus es una especie distinta, no estrechamente
emparentada con el Tiranosauro.
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