sábado, 29 de junio de 2024

Ariana, de Bariloche al mundo: la primera investigadora que analiza el cerebro de los dinosaurios

Ariana Paulina-Carabajal es pionera en su materia. Es la primera persona en Argentina que se dedicó a estudiar el funcionamiento cerebral de los dinosaurios. Una historia que no te podés perder.

Ariana Paulina-Carabajal pionera en la neuropaleontología. Foto: Gentileza
Ariana Paulina-Carabajal hoy tiene 46 años, pero ya de chica, le gustaba estar en la naturaleza. Se crio en Bariloche, con paseos en el bosque y caminatas por el lago. “A los 3 o 4 años ya estaba enamorada de los reptiles”, cuenta. Hoy no solo es paleontóloga, también es directora del Museo Paleontológico Bariloche, y además es pionera en Argentina de lo que hace.

Cuando estaba en el secundario Ariana conoció, a través del hermano de una compañera, la vida de los fósiles. Siempre quiso estudiar algo relacionado a la biología, pero él le permitió conocer la paleontología. “Él se había ido a estudiar a La Plata y siempre hablábamos, me contaba de lo que aprendía, de los viajes de campo y me encantó”.

Ariana Paulina-Carabajal desde su infancia le interesó
 la naturaleza. Foto: Gentileza
Fue así que decidió seguir los pasos del hermano de su amiga. “No fue fácil, vengo de una familia humilde, asique siempre tuve que trabajar y estudiar. Si no hubiese sido por la educación pública, no hubiese podido estudiar”.

Lo que le pasó a Ariana en la Universidad fue un vuelco en su vida. Empezó a ver el mundo con otros ojos. “Empecé a entender porque las flores tenían tantos pétalos, o con las piedras y las rocas, empecé a hacerme preguntas que nunca antes me había hecho. Fue como sacarme las vendas de los ojos, empecé a mirar la naturaleza de otra forma”.

Ariana supo estar en los lugares correctos con las personas indicadas. Y su curiosidad fue el motor de su carrera. Hizo una pasantía en el Museo de La Plata, y ahí se encontró con Zulma Gasparini, una referente en la materia. Y ella le hizo preguntas, que a Ariana le trazaron el camino. “¿Y vos querés hacer un doctorado?”, Le preguntó. Así fue que en su último año de la carrera la contactó con el museo de Plaza Huincul para que acompañe una campaña.

Para obtener la información Ariana necesita utilizar tomografías computadas.
Foto: Gentileza
En esa colaboración se cruzó con el renombrado paleontólogo canadiense Phil Currie en una investigación en la que lograron extraer los huesos del dinosaurio carnívoro Murusraptor. Y Rodolfo Coria, otro paleontólogo, la invitó a hacer su doctorado en Plaza Huincul, para estudiar el neurocráneo, es decir, la caja craneana del dinosaurio que habían descubierto.

Y así siguió su historia: le quedaban cuatro materias, volvió a La Plata, estudió, rindió, se recibió, armó el bolso y se mudó a Plaza Huincul. Esta fue la precuela de lo que más tarde sería su tema central. Comenzó estudiando cajas craneanas y de a poco, llegó a lo que hoy se dedica: estudiar el cerebro de los dinosaurios. “Me apasioné”, cuenta, “por lo raro”.

Estudiar el cerebro de los dinosaurios no es tarea fácil. El 90% es líquido, por lo que se desintegra fácilmente y ya con el paso de los años, no hay rastro material posible a analizar. Pero, los dinosaurios tienen particularidad: se emparentan con cocodrilos, un modelo que le permite trazar hipótesis. “Nos manejamos mucho con la comparación”, explica, “es una rama que va variando con el tiempo, a medida que vamos conociendo más, vamos cambiando de ideas”.

Ariana Paulina-Carabajal trabaja con becarios: Facundo Irazoqui y
Karen Ulloa-Guaiquin. Foto: Gentileza
Para desarrollar su trabajo Ariana necesita de tomógrafos. Pedir permiso al curador de los museos y sacar turno en alguna clínica u hospital que habilite el estudio. Y Ahí con esas imágenes Ariana puede analizar. Por ejemplo, si ve que en un encéfalo el bulbo olfatorio es grande, interpreta que el sentido del olfato era el más importante para ese animal o, al contrario, en otros descubre la predominancia de la vista. “Es armar un rompecabezas, donde te faltan mil piezas”, explica.

Ariana Paulina-Carabajal trabaja con becarios. Realizan impresiones 3D a partir
 de tomografías, a escala. Foto: Gentileza.
Ariana es la primera científica de Argentina que empezó a estudiar el cerebro de los dinosaurios, hoy ya tiene grupo de becarios que siguen sus pasos. Para Ariana y para muchos otros, las instituciones públicas son importantísimas. Y el recorte de presupuesto en el Conicet impacta en su investigación. “Ya no sabemos si las campañas que tenemos planificadas las vamos a poder hacer”, cierra, “necesitamos vehículos, personal, combustible, comida, financiamiento, tenemos muchos proyectos que hoy están paralizados».

rionegro.com.ar

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