lunes, 16 de mayo de 2011

Los mitos griegos tendrían su origen en fósiles animales

A pesar de no ser paleontóloga o arqueóloga, Adrienne Mayor, ha realizado, no obstante, algunas excavaciones profundas en el pasado y ha encontrado algunas pistas artísticas y literarias –y no unos pocos fósiles enormes- que parecen explicar la inspiración de muchos de los gigantes, monstruos y otras extrañas criaturas de la mitología de la Antigüedad.


He descubierto que si uno recoge todos los lugares de mitos griegos, esos escenarios específicos se convierten en abundantes emplazamientos de fósiles, dijo Mayor, una folclorista clásica y estudiosa independiente, en una entrevista. Pero también hay un gran conocimiento natural incrustado en esos mitos, que muestran una asombrosa percepción por parte unas personas pre-científicas.

Sus años de investigación, de este modo, le han llevado a desafiar el amplio punto de vista sostenido sobre que los historiadores en la Grecia y Roma Clásica carecían del conocimiento para interpretar grandes fósiles vertebrados y restos orgánicos del pasado. Ese adelanto conceptual, que representa el principio de la ciencia moderna de la paleontología, fue hecho supuestamente por el naturalista francés, Georges Cuvier en 1806.

Aunque a muchos les gustan hoy los restos fósiles, Mayor encontró, que tanto los antiguos griegos como los romanos recopilaban y cuantificaban los huesos petrificados que encontraban y que los exhibían en los templos y museos. Ellos, además, reconocían los fósiles como evidencias del pasado, ahora extinguido, anticipándose a Cuvier por más de 2000 años.

Todavía, los antiguos dejan a menudo que sus comprometidas imaginaciones culturales surjan en direcciones poco científicas. En su libro The First Fossil Hunters: Paleontology in Greek and Roman Times, publicado en mayo por Princeton University Press, Mayor dibuja un estudio cerrado sobre los textos clásicos para mostrar como algunos de los fósiles más espectaculares y misteriosos eran utilizados como una evidencia que sostuviera los mitos existentes y la creación de otros nuevos.

La leyenda Homérica de Hércules rescatando a Hesione al matar al monstruo de Troya, por ejemplo, puede tener un origen paleontológico. Mayor apuntó que en la ilustración más temprana conocida de Hércules, pintada en un vaso corintio, la calavera del monstruo casi encajaba con la de una jirafa extinguida. Esos fósiles abundan en las islas griegas y en la costa oeste de Turquía, y se mencionan en la literatura clásica.

La pintura del vaso del siglo VI a. C., concluyó Mayor, es, muy probablemente, el más temprano registro artístico de un descubrimiento de un vertebrado fósil.

   Otros descubrimientos de enormes huesos de mamíferos fueron vistos como una confirmación de la creencia de los antiguos griegos tanto en los héroes ancestrales como en los gigantes de 15 pies. Los fósiles de mastodontes en Samos eran aclamados como los retos de elefantes de guerra que Dionisos había desplegado presuntamente en su mítica batalla con las Amazonas.

¿Y de dónde viene la idea del grifo? Aristeas, un viajante del siglo VII a. C., escribió sobre los buscadores de oro esquicios que lucharon con unas criaturas en el desierto del Gobi, similares a leones, pero con el pico y las alas de un águila. Estas fieras criaturas, presumiblemente, anidaron en el suelo y guardaron depósitos de oro. En realidad, Mayor concluyó, el grifo estaba basado en las observaciones de nómadas iletrados sobre los esqueletos de dinosaurios en los desiertos de Asia central.

 El mítico grifo – animal con cuerpo de león y cabeza de águila – fue ampliamente descrito por autores como Herodoto, Esquilo o Plinio el Viejo, quienes lo ubicaban en las montañas de los escitas, donde custodian ferozmente el oro. La semejanza física del grifo con los restos de Protoceratops encontrados en la zona no resiste comparación.

El éxito de Mayor en reunir los trozos de la leyenda del grifo la alentaron a examinar otros textos griegos y romanos para las descripciones de hallazgos de fósiles más antiguas del mundo, que habían sido descuidadas por la mayoría de los estudiosos, historiadores y científicos clásicos. En una visita a Samos, estudió una rica colección de huesos prehistóricos y esqueletos con los que los antiguos debían haber estado familiarizados. Comenzó a poner fósiles y textos juntos y vio a los antiguos con una nueva perspectiva.

En 1924, mientras investigaba por las islas del Mediterráneo, el paleontólogo de la Universidad de Viena, Othenio Abel, descubrió la existencia de una especie de mamuts enanos en la zona cuyos cráneos poseían un gran orificio en la zona frontal. Interesado por los relatos de Homero, el profesor Abel llegó a la conclusión – hoy ampliamente aceptada – de que aquellos cráneos habían inducido a los griegos a creer en la existencia de unos seres de gran tamaño provisto de un único y enorme ojo frontal: los cíclopes.

Del mismo modo que un fósil es tiempo petrificado, lo es un antiguo artefacto o texto, escribió. Las tareas de un paleontólogo, historiadores clásicos y arqueólogos son similares –excavar, descifrar y sacar a la vida los tormentosos remanentes de un tiempo que nunca veremos.

Aunque las interpretaciones de Mayor podrían enardecer a algunos estudiosos, la respuesta a su libro ha sido favorable hasta el momento. John R. Horner, un paleontólogo de dinosaurios en el Museo de Rockies en Bozeman (Montreal), lo ha llamado la mejor explicación concerniente al verdadero significado de las criaturas míticas.

Los historiadores de arte piensan que Mayor podría haber resuelto es rompecabezas del vaso corintio que representa a Hércules disparando flechas a la cabeza de un monstruo de la leyenda de Troya. El vaso, expuesto en el Museo de Bellas Artes de Boston, ha desconcertado a los expertos ya que ese monstruo no tiene la forma convencional de la imagen de las serpientes de los monstruos marinos de Grecia.

Algunos expertos, como Sir John Boardman, un historiador de la Universidad de Oxford en Inglaterra, sospechó que el vaso era el trabajo de un artista poco competente. Pero cuando Mayor llamó su atención sobre la similitud entre el monstruo y la calavera de una jirafa en extinción, el Dr. Boardman estuvo de acuerdo y la invitó a que comentara esta interpretación con más exhaustividad en un artículo, que fue publicado en febrero en la sección de arqueología de The Oxford Journal.

Los paleontólogos también estuvieron de acuerdo en que el esqueleto de la jirafa extinguida, posiblemente Samotherium, encontrada con frecuencia socavando entre las rocas de la región, puede haber sido la modelo del artista y quizá incluso la inspiración del mito original.

Este vaso, escribió Mayor, es una evidencia valiosa para el papel que las observaciones de animales fósiles representaron en los antiguos mitos de monstruos.

Mayor dijo que su estudio de textos antiguos revelaba una amplia evidencia de una actividad de huesos entre los griegos en el siglo V a. C.

Cualquier descubrimiento de grandes huesos, parece, incitaba a la especulación de que provenían de su héroe o de un gigante. Muchos de estos descubrimientos ocurrieron, dijo Mayor, en lugares donde los dioses y los gigantes de la mitología se habían encontrado en guerras.

Encontró en una geografía del siglo II d. C. por el viajero Pausania un relato de la animación creada por el descubrimiento de huesos de proporciones heroicas que fueron recogidas, pertenecientes al poderoso Ajax, leyenda de la Guerra Troyana. Las rótulas de Ajax tenían el mismo tamaño que el disco de los chicos de pentatlón, escribió Pausanias.

Muchos estudiosos no están acostumbrados a recoger conocimiento natural expresado en lenguaje mitológico, dijo Mayor. Si el estudio de fósiles no se mencionaba por Aristóteles o Thucydides, y no lo era, eso sencillamente no existe para muchos historiadores clásicos y antiguos.

Pero en una conferencia reciente en la Universidad de Cornell, Mayor sostenía que los huesos de mastodontes titánicos de Samos inspiraron no sólo mitos, como conceptos que harían temblar la tierra en el pensamiento paleontológico temprano.

La historia del monstruoso Neades, dijo, contiene el germen de la idea de extinción, mucho antes de Cuvier; estos fósiles fueron interpretados como los restos de extrañas y enormes criaturas que vivieron antes que los humanos y nada más. Con el tiempo, después de que los enormes elefantes indios fueran conocidos, el mito de Neades fue abandonado. Los enormes huesos de Samos fueron explicados entonces por la invocación del mito de Dionisos y la guerra de los elefantes contra las Amazonas.

Como dijo Mayor, el primer mito mostró que los perceptivos antiguos eran capaces de relacionar las especies fósiles con animales vivos mucho antes que la paleontología moderna. La revisión del mito de los elefantes guerreros mostró que eran sensibles a un conocimiento zoológico nuevo, adaptando la mitología del mismo modo que los científicos tienen que rediseñar hoy una teoría.

AKASICO.com

2 comentarios:

eL KoProFagO dijo...

Hola, a lo mejor te interesa esto:

http://koprofago.blogspot.com/2009/05/045-paleontologia-en-la-grecia-clasica.html

Fundacion Dinosaurios CyL dijo...

Muchas gracias,muy bueno.