Vivió hace entre 75 y 71 millones de años y estaba adaptado
a caminar en tierra y nadar en el agua, donde se alimentaba
El 'Halszkaraptor' andaba sobre sus patas traseras en tierra
y utilizaba sus
extremidades delanteras para nadar en el agua (Lukas Panzarin).
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Un hocico en forma de pico de pato. Cuello de cisne. Aletas
como las de un pingüino. Garras largas y afiladas como las de un águila.
No es una estrambótica quimera hecha con trozos de aves,
sino un nuevo dinosaurio del Cretácico, que vivió hace entre 75 y 71 millones
de años. Su nombre es Halszkaraptor escuilliei, y sus extraños rasgos revelan
que estaba adaptado a una vida anfibia, tal y como concluye un equipo
internacional de investigadores que ha analizado un fósil encontrado en
Mongolia y que hoy presenta sus resultados en la revista Nature.
Aunque el Halszkaraptor pertenecía al grupo de dinosaurios
que dio lugar a los pájaros, no es el ancestro de ningún pájaro actual, si bien
las adaptaciones que desarrolló son muy similares a las de algunas aves
acuáticas actuales, informa por correo electrónico Andrea Cau, paleontólogo del
Museo Geológico y Palentológico ‘Giovanni Capellini’ en Boloña (Italia).
El ‘Halszkaraptor’ era un nadador relativamente lento, que usaba su largo cuello para cazar peces y otras pequeñas presas, tendiéndoles emboscadas”
ANDREA CAU
Autor principal de la investigación
Modelo 3D del fósil del 'Halszkaraptor', hallado en Mongolia
(Royal Belgian Institute of Natural Sciences).
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Las patas traseras del Halszkaraptor eran largas y estaban
adaptadas a caminar sobre tierra. Probablemente tenía un andar semejante al de
los patos, aunque, a diferencia de las de estas aves, sus patas no eran
especialmente útiles para nadar. Las extremidades delanteras, en cambio, eran
cortas y tenían forma de aleta, como las de los pingüinos, así que
probablemente le servían para moverse en el agua.
“Pensamos que el Halszkaraptor era un nadador relativamente
lento, que usaba su largo cuello para cazar peces y otras pequeñas presas,
tendiéndoles emboscadas”, declara Andrea Cau, autor principal de la
investigación. Si un pez tenía la desventura de acercarse demasiado el
Halszkaraptor, el dinosaurio era capaz de sumergir su cabeza a toda velocidad,
propulsada por el sinuoso cuello, para capturarlo con su hocico aplanado y
lleno de dientes.
El cuello de este dinosaurio, de hecho, es
desproporcionadamente largo en comparación con el resto del cuerpo, por lo que
su centro de gravedad no estaba en sus caderas, como en la mayoría de
dinosaurios bípedos, sino desplazado hacia delante. Por eso, para poder caminar
fuera del agua sin caerse, tenía que hacerlo con el torso inusualmente erguido,
como los pingüinos.
El esqueleto del Halszkaraptor está parcialmente enterrado
en un bloque de roca. Para estudiarlo sin producirle ningún daño, los
investigadores lo llevaron al acelerador de partículas del Laboratorio Europeo
de Radiación Sincrotrón en Grenoble (Francia), donde utilizaron rayos X para
hacer radiografías de los distintos planos del fósil y reconstruirlo en tres
dimensiones.
El periplo de un fósil robado
Los restos del Halszkaraptor fueron hallados en Mongolia,
pero unos contrabandistas los sacaron ilegalmente del país, según relata Andrea
Cau. Pasaron por varias colecciones privadas hasta caer en manos de un vendedor
de fósiles, François Escuillié, que en 2015 se los mostró a Pascal Godefroit,
paleontólogo del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales. Godefroit, que ha
participado en el análisis del espécimen, percibió inmediatamente su
importancia. Al conocer la opinión de Godefroit, Escuillié decidió donar la
pieza al Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, la única institución
europea autorizada para adquirir fósiles de origen mongol. “El fósil regresará
a Mongolia y será depositado en el Instituto de Paleontología de la Academia
Mongol de Ciencias cuando termine nuestro estudio”, remarca Cau.
Doble homenaje
El nombre del ‘Halszkaraptor escuilliei’ es un homenaje
doble: a la polaca Halszka Osmólska, por sus contribuciones a la paleontología,
y al vendedor de fósiles francés François Escuillié, que recuperó los restos
del dinosaurio y allanó el camino para que volviesen a Mongolia.
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