Canudo junto al fémur de Patagotitan, el
dinosaurio más grande del mundo.
El equipo participó en la excavación del
ejemplar, encontrado en la Argentina.
|
Dice el paleontólogo José Ignacio Canudo que Aragón reúne en
sus suelos "el libro completo de la Tierra", con páginas en forma de
estratos, que guardan mil millones de años de fósiles y muestras geológicas. Y
lo sabe porque, como paleontólogo principal del grupo de investigación
Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza, se ha adentrado, con su equipo,
en este mar de páginas durante más de 30 años, hasta desenterrar nuestra
historia más remota. La de un Aragón en parte cubierto por el mar, donde Teruel
tenía clima tropical y los dinosaurios caminaban por la costa. Tres décadas de
descubrimientos que han situado a Aragón en la élite de la Paleontología
mundial, en las que se han descrito ejemplares como el ‘Aragosaurus
ischiaticus’ (ejemplar de 18 metros que vivía en Teruel hace 145 millones de
años) o el mítico ‘Tastavinsaurus sanzi’, desenterrado por el equipo de Canudo en los noventa en Peñarroya de Tastavins (Teruel). 30 años en los que se han
estudiado en Arén (Huesca) los restos de los que serían los últimos dinosaurios europeos antes de la caída del fatal meteorito que los extinguió. Pero también
tres décadas de trabajos en el yacimiento de Atapuerca (Burgos).
Fue en 1988 cuando empezó ese viaje hacia lo ilimitado, el
de escribir esa historia que se cuenta por millones de años. Cuando la ilusión
de Canudo, investigador del Mesozoico, se unió a la de la también paleontóloga
Gloria Cuenca, que buceaba en el Cuaternario. "Me contrató la DGA para
hacer unas prospecciones en la zona de Catalayud y descubrimos en Orera un
yacimiento de roedores. Llamé entonces a Gloria, porque sabía que era experta
en ese campo, y empezamos entonces a investigar", recuerda Canudo.
No había medios. Si querías excavar tenías que echar mano de voluntarios, de objetores de conciencia...
José Ignacio Canudo, paleontólogo: "La vida
continuará
cuando el hombre ya no esté aquí"
|
No había entonces tradición ni fondos científicos en España.
Se empezaban a crear organigramas con puestos de trabajo para investigadores y
el mundo paleontológico todavía era muy pequeño. "Pero el entusiasmo
entonces, y ahora, era fundamental. Por aquel entonces apenas había medios, si
querías excavar tenías que echar mano de voluntarios, de objetores de
conciencia...".
El gran esqueleto
La primera gran excavación de ese recién nacido grupo de
investigación paleontológica fue en Galve (Teruel). Ese 1992 fue el inicio delos estudios de dinosaurios y sus icnitas (huellas). "Y un año después ya
tuvimos en el grupo los primeros doctorandos, estudiantes que hacían su tesis
doctoral participando en nuestro proyecto en Galve", recuerda Canudo. Y ya
en el año 1994 se inician las excavaciones del Cuaternario en Aragón y se
trabaja en el Museo del Oso Cavernario de Tella (Huesca).
El retorno económico no tiene por qué ser siempre una patente, puede ser también el desarrollo de un territorio. Un valor añadido que, además, no puede deslocalizarse años después y llevarse a otro sitio
Gloria Cuenca: "Los paleontólogos somos
grandes
coleccionistas de esqueletos"
|
Gran parte del éxito del grupo Aragosaurus estos últimos 30
años ha sido trasladar al territorio sus descubrimientos y aportar un atractivo
que se ha traducido en motor de desarrollo para zonas rurales en Teruel y
Huesca. Un ejemplo es ese museo del Oso Cavernario y que incluye el centro de
interpretación, cuevas, pero también visitas al patrimonio de la zona. "Se
considera a la Geología una ciencia básica, pero no existe ciencia de primera y
de segunda categoría. El retorno económico no tiene por qué ser siempre una
patente, puede ser también el desarrollo de un territorio. Un valor añadido que,
además, no puede deslocalizarse años después y llevarse a otro sitio"
destaca Canudo.
Quizá el momento más mediático del grupo Aragosaurus fue en
los años 1995 y 1996, cuando se iniciaron las excavaciones en Peñarroya deTastavins (Teruel) y Arén (Huesca). "No teníamos claro el potencial ni lo
que íbamos a descubrir allí", recuerda el investigador. El presupuesto en
Peñarroya apenas era de 250.000 pesetas (1.200 euros) y solo gracias al interés
del Ayuntamiento, que se involucró al 100%, así como a la enorme dosis de
ilusión del equipo de Canudo y Cuenca, pudo salir adelante la excavación.
Porque tuvieron que aportar sus propios vehículos, la escayola la cedió un
aficionado, los punzones los traían los paleontólogos de su casa... El
resultado fue el hallazgo de un ejemplar de 18 metros de longitud de una
especie que recibió el nombre de Tastavinsaurius y que supuso un antes y un
después en la investigación paleontológica aragonesa, porque se trataba de una
especie nueva que abría muchas perspectivas y porque aparecieron además muchos
fósiles de ostras en su interior, lo que ha permitido atisbar cómo era el
paisaje en ese territorio que ahora llamamos Aragón, pero que entonces era una
zona costera y de clima tropical.
De hecho, se cree que ese ejemplar pudo morir en la orilla,
ser arrastrado mar adentro y, finalmente, su esqueleto se convirtió en un
arrecife que dio cobijo a todo tipo de fauna. Además, otro gran hallazgo fue
comprobar el parentesco del Tastavinsaurius con especies norteamericanas, lo
que demostraría que hace más de 100 millones de años no existía el océano
Atlántico y los dinosaurios migraban entre continentes.
Imagínate, la primera excavación supuso el hallazgo de nuestra vida
Canudo destaca que "el Tastavinsaurus era un ejemplar
excepcional. Nos llevó 13 años preparar y estudiar los restos. Imagínate, la
primera excavación supuso el hallazgo de nuestra vida. Nada más empezar, ya nos
encontramos con medio dinosaurio gigantesco. En el pueblo nos ayudaron con
todo, nos cedieron un espacio para estudiar. Pero lo que hacía falta era gente,
así que nos hicimos con un equipo de estudiantes que tenían que hacer la
prestación social sustitutoria (que entonces era la vía para evitar el servicio
militar obligatorio). Esos objetores de conciencia llegaron a ser más de cien a
lo largo de los años". Un grupo de esos estudiantes montaría años después
la empresa Paleymas, dedicada a la preservación, conservación, valoración,
gestión y difusión del patrimonio paleontológico, geológico y natural. "Hacen
centros de interpretación, turismo paleontológico... En realidad su trabajo fue
el germen de lo que después sería Dinópolis".
Nace Dinópolis
Ese momento mediático vivido en Peñarroya de Tastavins fue
inesperado por todos. "Nadie creyó que esas excavaciones iban a salir
incluso en medios internacionales. No esperábamos que vinieran fotógrafos y
televisiones, y cuando lo anunciaron no sabíamos qué hacer, porque allí había
restos, pero no teníamos todavía grandes huesos que mostrar. Pero durante años
los vecinos habían guardado huesos y restos que habían encontrado, así que los
tomaron de sus casas y los llevaron allí para las fotos. Por ejemplo, un fémur
de 80 kilos que tenía un vecino en su casa". Un tremendo momento mediático
que coincidió además con la moda del filme ‘Parque jurásico’. "Había
después una exposición de maquetas en Zaragoza y el entonces gerente del
Instituto Aragonés de Fomento vio la conexión de enlazar la geología y el
turismo a través de un parque temático. Un germen que dio lugar después a Dinópolis".
También influyó, y mucho, el segundo momento mediático, esta
vez en Arén (Huesca). "En realidad, pensábamos ir a Arén antes que a
Peñarroya. También sabíamos que allí encontraríamos restos, aunque no
esperábamos tanto. Una vez más, el Ayuntamiento nos ayudó muchísimo, incluso
hizo un camino para que pudiéramos acceder con vehículos hasta el yacimiento.
Nos ayudaron también a conseguir financiación. Y cuando empezaron a salir
muchos huesos, llamaron a la prensa. Una vez más, nos vimos sorprendidos por la
llegada de diez o doce vehículos con periodistas aragoneses, catalanes, de
medios nacionales... Nunca hemos vuelto a vivir algo así, con tantas
entrevistas en tantos medios". Eran restos de dinosaurios del Cretácico.
Huesos muy raros, ya que están muy cerca de la fecha de la caída de ese
meteorito que arrasó parte de la vida en la Tierra y supuso el fin de los
grandes saurios. De hecho, los yacimientos con vertebrados de esta zona de los
Pirineos son uno de los escasos testigos de los últimos dinosaurios y otros
vertebrados que habitaron el planeta antes de la gran extinción, como describía
Aragosaurus este pasado abril en un nuevo estudio publicado por la revista
‘Cretaceous Research’.
Doble filo
Los impactantes hallazgos y su repercusión mediática pueden
dar una imagen equivocada de lo que es la realidad del grupo que lideran Canudo
y Cuenca, "porque parece que somos un equipo potente, pero nuestro día a
día es un trabajo muy precario sin apenas fondos", admite por su parte
Gloria Cuenca. Y un ejemplo estaría en el Museo de Ciencias Naturales deZaragoza, que solo emplea a dos personas. ACanudo, que está como director a
tiempo parcial, y a un becario. "Y con esos medios tenemos que hacer todo
tipo de actividades. Lo mismo sucede con todo el grupo Aragosaurus: la mayoría
de proyectos dependen de nuestro esfuerzo personal", señala el
paleontólogo. Y Gloria Cuenca destaca que "llama la atención lo limitado de
los recursos teniendo en cuenta el impacto que nuestro trabajo tiene en el
territorio y su desarrollo social".
Porque los yacimientos aragoneses son de enorme interés nosolo científico, también turístico. "Y en Aragón hemos sido especialmente
inteligentes a la hora de aprovechar las posibilidades de la investigación
puntera y su relación con el territorio –destaca Cuenca–. Existe una estrecha
relación entre Aragosaurus, Dinópolis y centros de interpretación y
yacimientos, como los de Arén, Herrera de los Navarros, Albarracín... Una
relación que se estrecha en el Geoparque del Sobrarbe, la Asociación Cultural
Río Martín, el Acuario de Zaragoza... Se ha formado una red de conocimiento que
une Paleontología y patrimonio cultural, de manera que un visitante que desea
conocer un territorio tiene no solo marcados los edificios singulares, sino
también la posibilidad de conocer los yacimientos de la zona. Además, a
diferencia de lo que sucede en ciudades como Madrid, donde toda la
investigación está centralizada en un museo, aquí el trabajo paleontológico se
desarrolla en diferentes centros de interpretación en las tres
provincias".
Y Cuenca pone como ejemplo el caso de Galve (Teruel).
"Cuando llegamos para iniciar la excavaciones en los noventa solo había 17
habitantes, no teníamos habitaciones donde dormir y el lugar carecía de un
restaurante. Ahora, hay dos casas rurales y tres restaurantes. Pero lo que es
más importante:ahora los habitantes se sienten orgullosos de lo que tienen en
su pueblo". Porque el territorio aragonés no solo es rico en hallazgos,
sino que sus yacimientos son únicos en el mundo: guardan restos de especies
nuevas que vivieron en épocas de las que se sabe muy poco o nada. "Y vivir
en ese territorio y contar con gente que viaja hasta allí para conocer los
yacimientos es una importante dosis de autoestima y motor de nuevos
proyectos".
Ahora mismo hay 20 personas haciendo la tesis, la mayoría la terminarán y después llega la gran pregunta: ¿se quedarán o se irán?
La falta de fondos lleva a muchos investigadores a marcharse
a otros países cuando terminan su tesis doctoral, ya que no hay dinero para más
contrataciones. A pesar de estos 30 años de éxitos, Aragosaurus solo cuenta con
dos dos trabajadores:José Ignacio Canudo y Gloria Cuenca. El resto son
estudiantes. "Ahora mismo hay 20 personas haciendo la tesis, la mayoría la
terminarán y después llega la gran pregunta: ¿se quedarán o se irán? Los ocho doctores que han hecho hasta ahora la tesis conmigo están en el extranjero. Ni
uno se ha quedado, ninguno ha vuelto. Es un despilfarro de dinero que España no
se puede permitir", afirma Canudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario