Se cree que vivió entre 66 y 100 millones de años atrás, un
pájaro parecido a una gaviota, conocido como Ichthyornis dispar, fue escrito
por primera vez en el siglo XIX por el paleontólogo estadounidense Othniel
Marsh después de que se descubrieran restos fósiles en Estados Unidos.
Estos revelaron que el cuerpo del animal era similar a las
aves modernas en muchos aspectos. Pero había una diferencia sorprendente: tenía
mandíbulas con dientes afilados.
Los hallazgos asombraron a los expertos, que reconocieron
que la criatura ofrecía una visión crucial de cómo llegaron a ser las aves de
hoy en día. Sin embargo, el cráneo estaba lejos de estar completo.
Ahora un equipo de investigadores del Reino Unido y de
Estados Unidos ha producido una imagen clara de cómo se veía la cabeza del
animal, después de analizar cuatro cráneos más del ave.
Los expertos dicen que los hallazgos ayudan a descubrir cómo
evolucionaron las aves modernas a partir de sus antepasados dinosaurios.
"El famoso pájaro archaeopteryx y muchos de los fósiles
en la historia temprana de la evolución de las aves tenían alas, pero sus
cráneos básicamente parecían pequeños cráneos de dinosaurio bebé", dice el
doctor Bhart-Anjan Bhullar, coautor de la investigación de la Universidad de
Yale.
"Resulta que el Ichthyornis se encuentra en ese momento
de transición" y añade que los resultados "muestran el orden de
aparición de los rasgos de las aves modernas".
Mientras que tres de los nuevos cráneos fueron descubiertos
en colecciones de museos, donde los fragmentos habían permanecido sin analizar
durante años, el cuarto fue descubierto en una roca en Kansas en 2014.
El equipo realizó una tomografía computerizada de los nuevos
cráneos y del espécimen del siglo XIX, el último de los cuales contenía huesos
importantes que rodeaban la cuenca del ojo y las fosas nasales que no habían
sido reconocidos previamente. Juntos, los datos se utilizaron para producir una
reconstrucción virtual tridimensional del cráneo del ave antigua.
Los hallazgos, publicados en la revista 'Nature', revelan
que la criatura, a diferencia de las aves modernas, tenía mandíbulas llenas de
dientes afilados y curvos y un cráneo con espacio para los músculos de la
mandíbula grande.
Es más, un tipo particular de hueso que constituye en gran
medida los picos de las aves modernas estaba confinado al extremo de las
mandíbulas del animal -como se encuentra en muchos dinosaurios, e incluso en
los animales de hoy en día-.
Sin embargo, al igual que los pájaros modernos, este pequeño
pico estaba cubierto de queratina y estaba desdentado y enganchado. Bhullar
dice que este pico se usaba como una mano después de que las alas
evolucionaron, y probablemente se usaba para acicalarse, agarrar y picotear
-funciones que probablemente ayudaban por el hecho de que el animal era capaz
de levantar su mandíbula superior, como lo pueden hacer las aves modernas-.
El cerebro del animal era relativamente grande comparado con
su tamaño corporal, una característica que se encuentra en las aves hoy en día.
Esto, señala Bhullar, desvirtúa la idea de que un cerebro grande evolucionó a
expensas del espacio para los músculos de la mandíbula. "Creo que la razón
por la que el cerebro de las aves es grande es básicamente para lidiar con las
demandas de vuelo", sostiene.
"Este descubrimiento es un gran ejemplo de la necesidad
del registro fósil para resolver rompecabezas evolutivos", aclara el
doctor Daniel Field, coautor de la investigación de la Universidad de Bath.
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