Una pieza de ámbar con garrapatas fósiles en su interior de
unos 100 millones de años de antigüedad ha sido hallada en Birmania por
Investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en
colaboración con la Universidad de Barcelona (UB). El hallazgo constituye la
primera evidencia directa de la relación de parasitismo entre ácaros y dinosaurios
con plumas.
Piezas de ambar halladas en Birmania con restos fósiles de
garrapatas y plumas de dinosaurio. Fuente: Peñalver et al. |
Este hallazgo confirma que las garrapatas ya se alimentaban
de sangre de dinosaurio en el Cretácico. En concreto, han determinado que
chupaban la sangre de dinosaurios terópodos con plumas, algunos de los cuales
evolucionaron hasta llegar a ser las aves modernas.
La garrapata encontrada junto a las plumas de dinosaurios
terópodos pertenecía a una especie ya extinta, Cornupalpatum burmanicum, que
habitó la Tierra hace 100 millones de años. Junto a ella, otra garrapata
hinchada de sangre, de un tamaño unas 8 veces mayor que el otro ejemplar, de la
especie Deinocroton draculi.
Las garrapatas ya parasitaban a los dinosaurios hace 100
millones de años
Desgraciadamente, no se ha podido determinar la composición
de la sangre ingerida por la garrapata, pues esta no estaba completamente
sumergida en la resina y su contenido estaba alterado por la deposición
mineral.
Hallar de forma simultánea dos especies de garrapatas
diferentes en un fósil es un hecho extraordinario. Aunque según explican los
investigadores, debe considerarse la posibilidad de que estos organismos
compartieran un hábitat común, tal y como hacen en la actualidad, que viven en
las proximidades del nido del huésped.
Según comenta el coautor del estudio publicado en la revista
científica “Nature Communications” y profesor del Instituto de Investigación de
la Biodiversidad de la UB, Xavier Delclòs: “Este descubrimiento es muy
significativo porque es muy difícil encontrar fósiles de parásitos chupadores
de sangre en asociación directa con los restos de su huésped. Además, este
espécimen de parásito hematófago es el más antiguo conocido hasta ahora y
testimonia la relación de parasitismo entre artrópodos y vertebrados“.
Las garrapatas sobrevivieron a la extinción masiva del final
de Cretácico
Los registros fósiles han permitido identificar las plumas
que se han encontrado junto a la garrapata y estas coinciden con las que
presentan los dinosaurios terópodos, un grupo amplio de dinosaurios que incluye
especies terrestres sin capacidad para volar y algunos ejemplares que nos
recuerdan un poco a algunas aves actuales, que presentaban plumas y sí podían
volar.
Tras determinar que el ámbar hallado en Birmania pertenece
al final del Cretácico, se confirma que la pluma no puede pertenecer a las aves
modernas, pues estas aparecieron mucho más tarde en la evolución.
Es curioso pensar que las aves sean el único linaje que
desciende de los dinosaurios terópodos que sobrevivió a la extinción masiva que
tuvo lugar a finales del Cretácico y en cambio, las garrapatas sigan hoy en día
parasitando y transmitiendo patógenos a los seres vivos, tal y como lo hacían
hace 100 millones de años.
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