En un trabajo que se publica esta semana en la revista
PLOSONE, paleobiólogos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) (España), en
colaboración con el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), describen
cómo en el yacimiento de Las Hoyas (Cuenca), además de restos de plantas y
animales fósiles, se están estudiando otros reveladores registros del pasado
remoto: los coprolitos.
Fotografía de un coprolito cilíndrico de Las Hoyas que
podría ser atribuido a un animal anfibio o terrestre carnívoro. (Foto: UAM) |
Es poco frecuente que los paleontólogos logren documentar
procesos vitales de organismos que vivieron hace millones de años. Esta difícil
tarea requiere hallar icnofósiles (señales registradas de la actividad de seres
vivos en el pasado). Entre estos, los más habituales son las icnitas, o
huellas; pero también se pueden encontrar coprolitos, o heces fosilizadas.
En un trabajo que se publica esta semana en la revista
PLOSONE, paleobiólogos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en
colaboración con el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), aportan
nueva información sobre los coprolitos del Cretácico Inferior del yacimiento
conquense de Las Hoyas, hasta ahora no estudiados.
Según describen los expertos, en la biota del yacimiento de
Las Hoyas no sólo se están documentando fósiles corpóreos de plantas y
animales. También se está descubriendo una gran diversidad y abundancia de
heces fosilizadas, en general de tamaño medio (entre 1 y 5 centímetros).
“Hasta ahora hemos catalogado más de 1.500 ejemplares de
coprolitos. Se trata de uno de los registros mejor documentados y completos del
mundo referidos a un humedal continental del Cretácico Inferior”, aseguran los
investigadores de la UAM.
“Dentro de este conjunto –agregan– hemos logrado
caracterizar hasta 12 tipos diferentes de coprolitos, atendiendo a su
morfología. Además hemos elaborado una clave dicotómica para precisar sus
formas, la geometría de sus extremos y su simetría”.
Los fósiles fueron estudiados con técnicas no destructivas.
Los investigadores analizaron la composición química de la matriz mediante
análisis EDX, observando que se compone principalmente de fosfato cálcico. Esto
indicaría que los productores de los coprolitos eran carnívoros, en parte
debido a la descomposición del apatito que forma parte de los huesos.
“Según sus formas, y en ocasiones también por su contenido,
se puede afirmar que los productores de ciertos coprolitos eran depredadores de
vertebrados, pues una buena parte de estos icnofósiles contienen pequeños
fragmentos óseos”, aseguran los expertos.
“Es más –añaden– gran parte de los huesos incluidos en los
coprolitos son de peces, por lo que se puede asegurar que los productores eran
mayoritariamente ictiófagos. Esto quiere decir que los depredadores que
produjeron estas masas fecales pudieron haber sido otros peces, cocodrilos,
salamandras o incluso tortugas”.
Los investigadores están tratando de comprender por qué los
coprolitos son tan abundantes en el yacimiento de Las Hoyas. La preservación en
este yacimiento se asocia a la presencia de tapetes microbianos, capaces de
proteger los restos y favorecer la fosilización.
Al estimar la abundancia relativa de coprolitos en las capas
de sedimento asociadas a los períodos de mayor crecimiento de los tapetes
microbianos, el porcentaje de coprolitos en estas es hasta veinte veces mayor
que en aquellos periodos con menor desarrollo o incluso sin estos tapetes
microbianos.
Una de las conclusiones de los investigadores es que las
heces fósiles permiten proponer diferentes tipos de estrategias alimenticias.
Así, sugieren que hace 126 millones de años se podría distinguir entre procesos
digestivos menos eficaces y/o contenidos ácido-enzimáticos poco agresivos, y
estrategias digestivas más eficaces que darían lugar a heces en las que apenas
aparecen inclusiones óseas y más degradadas.
“Estas evidencias nos ayudarán a caracterizar con precisión
las relaciones tróficas de este ecosistema del Cretácico, para lo cual se
requiere contrastar diferentes niveles de información. Esta publicación aporta
una primera evidencia para valorar, según la muestra estudiada, que los
procesos digestivos menos eficaces eran dominantes en este ecosistema”,
concluyen los expertos. (Fuente: UAM)
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