Fotografía facilitada por
la NASA, de los ciclones gigantes que sus científicos responsables de la misión Juno han encontrado en el polo norte de Júpiter. / EFE |
Un estudio dirigido por la Universidad de Rutgers ha
confirmado que la gravedad de Júpiter y Venus alarga la órbita de la Tierra
cada 405.000 años y que éste es un patrón asombrosamente constante que ha
influido en el clima de la Tierra durante al menos 215 millones de años. Los
hallazgos se publican en línea este lunes en 'Proceedings of the National
Academy of Sciences'.
«Es un resultado sorprendente porque este largo ciclo, que
se había predicho a partir de movimientos planetarios hace unos 50 millones de
años, se confirmó hace al menos 215 millones de años», asegura el autor
principal del estudio, Dennis V. Kent, profesor de la Junta de Gobernadores en
el Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra en la Universidad de
Rutgers-New Brunswick. Según indica, los científicos ahora pueden vincular los
cambios en el clima, el medio ambiente, los dinosaurios, los mamíferos y los
fósiles en todo el mundo a este ciclo de 405.000 años «de una manera muy
precisa».
Los científicos vincularon las inversiones en el campo
magnético de la Tierra -cuando las brújulas apuntan al sur en lugar de al norte
y viceversa- a los sedimentos con y sin circonitas (minerales con uranio que
permiten la datación radiactiva), así como a los ciclos climáticos. «Los ciclos
climáticos están directamente relacionados con la forma en que la Tierra orbita
al Sol, y las ligeras variaciones en la luz solar que llegan a la Tierra
provocan cambios climáticos y ecológicos», afirma Kent. «La órbita terrestre
cambia de casi una forma perfectamente circular a alrededor de un 5 por ciento
de alargamiento, especialmente cada 405.000 años», dice.
Para la investigación, los científicos estudiaron el
registro a largo plazo de inversiones en el campo magnético de la Tierra en
sedimentos en la cuenca de Newark, un lago prehistórico que abarcaba la mayor
parte de Nueva Jersey (Estados Unidos), así como en sedimentos con detritus
volcánicos incluyendo circones en la Formación Chinle en el Parque Nacional del
Bosque Petrificado en Arizona. Recolectaron un núcleo de roca del Periodo
Triásico -hace entre 202 millones y 253 millones de años-, de 2,5 pulgadas de
diámetro (6,35 centímetros) y unos 1.700 pies de largo (518 metros). Según
explica Kent, los resultados mostraron que el ciclo de 405.000 años es el
patrón astronómico más regular relacionado con el giro anual de la Tierra
alrededor del Sol.
Antes de este estudio, las fechas exactas en el tiempo en
que los campos magnéticos se invirtieron no estuvieron disponibles durante 30
millones de años del Triásico Tardío. Fue entonces cuando aparecieron los
dinosaurios y los mamíferos y el supercontinente Pangea se rompió. La ruptura
llevó a la formación del Océano Atlántico, con la expansión del fondo del mar a
medida que los continentes se dispersaban, y a un evento de extinción en masa
que afectó a los dinosaurios al final de ese periodo, según explica. Tal y como
concluye el investigador, desarrollar una escala de tiempo muy precisa permite
«decir algo nuevo sobre los fósiles, incluidas sus diferencias y similitudes en
áreas de gran alcance».
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