viernes, 27 de diciembre de 2019

Pelo de mamut o huevo fecundado de dinosaurio: «joyas» reales de los museos de ciencia

  • Todos ellos pueden ser admirados ahora mismo en diferentes centros mundiales 

Imagen de Lyuba, el bebé de mamut mejor conservado - AFP
Si tuviéramos que diseñar un Museo Insólito de la Ciencia estos son algunos de los objetos que posiblemente no deberían faltar. Todos ellos pueden ser admirados en este momento por las mentes más curiosas, si bien para ello es obligado realizar un pequeño viaje por algunos de los principales museos de ciencia del mundo.

El universo de los dinosaurios

Hace unos 68 millones de años vivió en la faz de la Tierra un dinosaurio herbívoro de hasta 9 metros de largo, el Triceratops. Hasta el momento tan sólo se han encontrado cuatro esqueletos casi completos de este dinosaurio de tres cuernos.

Uno de ellos –bautizado con el nombre de Cliff- se encuentra en el Museo de las Ciencias de Boston y es uno de sus huéspedes más mediáticos.

Otro museo estadounidense -el de Ciencias de Buffalo- alberga un huevo fosilizado y fecundado de un tamaño mayor al de un balón de fútbol, su propietario fue el extinto Aeyornis, también conocido como «ave elefante».

El Aeyornis fue una de las aves corredoras de mayor tamaño que han vivido en nuestro planeta, medía tres metros y pesaba, aproximadamente, media tonelada; un ave que vivía a sus anchas en la isla de Madagascar.

Entre pelos y plumas

En el corazón del Océano Indico, en la isla Mauricio, vivió de forma endémica el dodo (Raphus cucullatus) un ave no voladora que se extinguió por culpa del ser humano. El último ejemplar vivo fue visto en el siglo diecisiete.

En el Museo de Historia de la Universidad de Oxford se encuentra el «Dodo de Oxford», un ejemplar que murió, al parecer, de un disparo en la cabeza. En este museo se conservan los únicos tejidos que nos podrían revelar cómo era su aspecto exterior, una cabeza y una pata momificada.

En el año 2014 un trabajador del Museo Británico Norris descubrió por azar un sobre con una caligrafía decimonónica en la que se advertía de su contenido: «pelo de mamut hallado en perfecto estado en un iceberg de Siberia». En el interior había una madeja desordenada de pelaje de este animal prehistórico. Parecer ser que el sobre provenía del Museo de San Petersburgo, que alberga en la actualidad una de las mejores colecciones de mamuts del mundo.

Meteoritos marcianos

Muchos de nosotros tenemos grabado en nuestra retina dos trajes blancos avanzando torpemente entre los cráteres lunares, los que utilizaron Neil Amstrong y Buzz Aldrin en el primer paseo lunar.

Años después del Apolo 11, la NASA donó el traje de Neil Amstrong al Museo Nacional del Aire y del Espacio del Instituto Smithsonian, ubicado en Washington. Es conocido que en el viaje de regreso se transportaron ingentes cantidades de rocas lunares, que actualmente se encuentran repartidas por diferentes museos del mundo.

Mucho más difícil de conseguir que una roca lunar es un meteorito marciano. Se calcula que hasta la fecha han caído en nuestro planeta poco más de una treintena de meteoritos procedente del planeta rojo. El de mayor tamaño –de unos dieciocho kilos de peso- cayó en Nigeria a comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado.

El salón The Vault –la bóveda- del Museo de Historia Natural de Londres alberga una de las mejores colecciones de meteoritos marcianos del mundo. Una verdadera delicia para los amantes de la astronomía.

Puestos a fantasear, qué mejor meteorito para nuestro museo que el conocido como el ALH84001, formado en Marte hace unos cuatrocientos millones de años y que fue encontrado en el hielo antártico.

Este meteorito no ha estado exento de polémica desde su descubrimiento. Fue portada de todos los periódicos internacionales en 1996, después de que la NASA convocara una rueda de prensa anunciando que había encontrado en él unas formas semejantes a las bacterias. Con ello se daba a entender la existencia de una posible primitiva forma de vida microscópica marciana. 
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

No hay comentarios: