Una nueva investigación logró encontrar tejido nervioso en fósiles de insectos de hace más de 500 millones de años. El excepcional hallazgo podría ayudar a los científicos a reconstruir la historia evolutiva de las arañas y escorpiones modernos.
© Sputnik / Vladimir Astapkovich |
Según Javier Ortega-Hernández, primer autor de la
investigación, encontrar tejido nervioso fosilizado del período Cámbrico —que
tuvo lugar hace entre 543 millones y 490 millones de años—, es una
"raridad".
"Es realmente un golpe de suerte", afirmó el
paleobiólogo de invertebrados de la Universidad de Harvard.
Los dos minúsculos fósiles estudiados por Ortega-Hernández
tienen cerca de 508 millones de años. Ambos son de la especie Mollisonia
symmetrica, detalla Live Science.
Los insectos fosilizados son parte de colecciones de dos
importantes museos. Uno pertenece al Museo de Zoología Comparada de Harvard, en
donde Ortega-Hernández es curador, mientras que el otro es propiedad del
Instituto Smithsoniano. Ambos fósiles se hallaron en las lutitas de Burgess,
una conocida formación geológica de la provincia de Columbia Británica
(Canadá).
El fósil de Harvard tiene cerca de 13 milímetros de largo y
3,5 mm de anchura en su punto más ancho. Por su parte, el fósil del
Smithsoniano mide solo 7,5 mm de largo y 1,7 mm de alto.
Según Ortega-Hernández, ninguno de los dos fósiles parece
particularmente emocionante a simple vista. Sin embargo, pese a su apariencia
poco interesante, los insectos se mostraron sorprendentes al observarlos a
través de un microscopio.
Al observar los fósiles con la ayuda del dispositivo, el
científico encontró sistemas nerviosos bien conservados en ambos. Debido a que
el proceso de fosilización transformó el tejido en películas de carbono
orgánico, los nervios fosilizados parecían manchas negras de tinta, detalló LS.
Según los autores del estudio, en ambos fósiles se han
observado nervios ópticos que iban desde los ojos de los insectos hasta la
parte principal de su cuerpo. Además, los autores notaron en las criaturas una
especie de tejido nervioso en la cabeza, pero no está claro si se trata de una
estructura similar al cerebro o si es algo completamente diferente.
"Podemos ver que hay algo allí, pero no tenemos
suficiente resolución para poder decir, 'Oh, definitivamente está organizado de
esta manera o de esa otra'", dijo Ortega-Hernández.
Esta incertidumbre no permite determinar la relación precisa
de Mollisonia symmetrica con los otros artrópodos, es decir, los animales
invertebrados como los insectos, arácnidos, crustáceos, entre otros. Sin
embargo, utilizando como base las características presentes en los artrópodos,
los científicos construyeron dos posibles árboles evolutivos.
En ambos árboles, M. symmetrica y los quelicerados modernos
comparten un antepasado común, lo que significa que el sistema nervioso
relativamente simple de estos insectos antiguos dio lugar al cerebro altamente
condensado de los miembros de este grupo, en el que se encuentran los
escorpiones, las arañas y las garrapatas.
Sin embargo, los árboles se ubican de manera distinta a
otros importantes grupos de artrópodos del Cámbrico, incluido los llamados
megacheiras, un grupo de animales cuyos sistemas nerviosos eran similares a los
de los quelicerados modernos.
La ubicación de estos grupos en el árbol evolutivo podría
indicar que los cerebros similares a los de los quelicerados evolucionaron de
manera escalonada a lo largo del tiempo o, entonces, que evolucionaron de forma
independiente y en diferentes momentos a través de la llamada evolución
convergente, dijo Ortega-Hernández.
El estudio se publicó en la revista científica Nature Communications.
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