martes, 28 de junio de 2022

Derretimiento de glaciar expone fósiles de ictiosaurios

14 de enero de 1986.
A medida que los glaciares se derriten en nuestro mundo cada vez más cálido, han expuesto piezas del pasado, desde artefactos de la Edad de Piedra hasta reliquias de guerra. Pero el retroceso del glaciar Tyndall en Chile ha descubierto algo mucho más antiguo: un cementerio prehistórico de ictiosaurios.

Los ictiosaurios eran reptiles marinos, o “peces lagartos”, que se asemejaban a las marsopas de hoy en día. Nadaron en los océanos entre 250 y 90 millones de años atrás, casi al mismo tiempo que los dinosaurios caminaban por los suelos y los pterosaurios se elevaban en el aire. Estas criaturas están ahora extintas, pero sus fósiles continúan informando a los científicos sobre la especie y cómo evolucionaron.

17 de enero de 2022.
Hasta ahora, los paleontólogos han encontrado 76 ictiosaurios en el lecho rocoso adyacente al glaciar Tyndall en el campo de hielo de la Patagonia Austral. Algunos de los fósiles fueron descubiertos durante una expedición al sitio en marzo y abril de 2022, cuando los científicos lo visitaron para extraer a “Fiona”, un esqueleto fosilizado completo de una hembra de 4 metros de largo con varios embriones. El fósil, con una antigüedad de entre 129 y 139 millones de años, fue descubierto en 2009 por Judith Pardo-Pérez de la Universidad de Magallanes. La fotografía de abajo muestra a Pardo-Pérez y a Fiona junto al glaciar Tyndall en 2010.

2010.
Hace solo unas décadas, los paleontólogos probablemente se habrían perdido algunos de estos descubrimientos. Camilo Rada, glaciólogo de la Universidad de Magallanes, estimó a partir de fotografías que Fiona ha estado descubierta desde al menos 1965. “Pero otros fósiles de ictiosaurios en el área fueron descubiertos mucho antes, otros mucho más recientemente y, con toda probabilidad, algunos están siendo descubiertos mientras hablamos”, dijo Rada.

El par de imágenes satelitales en la parte superior de esta página muestran el borde del glaciar el 14 de enero de 1986 y el 17 de enero de 2022. Las imágenes fueron adquiridas por el Cartógrafo temático a bordo del satélite Landsat 5, y por el Generador operacional de imágenes de tierra (OLI, por sus siglas en inglés) a bordo del satélite Landsat 8, respectivamente. El color añadido permite emparejar mejor el color entre las dos imágenes recogidas por diferentes sensores.

Fiona ya habría estado expuesta al momento de estas imágenes. Pero según Dean Lomax, paleontólogo de la Universidad de Manchester: “Estoy seguro de que muchos de los especímenes estaban bajo el glaciar en la imagen de 1986”. Eso incluye un cráneo completo bien conservado, previamente descubierto por Lomax, quien formó parte de la reciente expedición para excavar a Fiona.

7 de abril de 2022.
El lecho rocoso expuesto corresponde a una zona donde, durante un año típico, el derretimiento de la nieve y el hielo ha superado la nueva acumulación de nieve. Una vista detallada de esta área de ablación a lo largo del lado oriental del glaciar es visible en la imagen en color natural de arriba, adquirida por el satélite Landsat 8 el 7 de abril de 2022, en uno de los pocos días despejados durante la reciente expedición de un mes. Las líneas indican las ubicaciones anteriores del borde de hielo, incluyendo su última extensión máxima alrededor del año 1700 durante la Pequeña Edad de Hielo, y su posición en retroceso a partir de 1986. En las últimas décadas, partes del borde del glaciar han retrocedido hasta 2 kilómetros.

En 2004, cuando Pardo-Pérez comenzó a explorar esta área, los científicos estimaban que el sitio fósil abarcaba unos 5 kilómetros cuadrados. Pero a medida que el borde del hielo retrocedía y el paisaje cambiaba, y a medida que las expediciones posteriores localizaban más fósiles, el sitio se ha expandido a unos 15 kilómetros cuadrados (casi seis millas cuadradas), o casi toda el área de roca expuesta visible en esta imagen. La roca es parte de la Formación Zapata, que contiene rocas sedimentarias y fósiles que datan desde finales del período Jurásico hasta principios del Cretácico.

La fosilización ocurrió millones de años antes de que apareciera el glaciar, cuando la zona estaba cubierta de agua de mar. Los científicos piensan que algunos de los ictiosaurios murieron por causas naturales. Otros probablemente perecieron en eventos de mortalidad masiva causados por el rápido flujo de agua en pendiente descendente, conocido como una corriente de turbidez. “En estos casos”, dijo Pardo-Pérez, “los ictiosaurios podrían haber quedado atrapados por la corriente de turbidez y haber sido arrojados al abismo, ahogados, desorientados y enterrados casi instantáneamente en un entorno anóxico que evitó la descomposición bacteriana y mantuvo articulados sus esqueletos”.

El hielo glacial que finalmente cubrió los fósiles no ha ayudado a preservarlos. Por el contrario, Rada señaló que antes de que el hielo se derritiera, había estado “fluyendo” durante mucho tiempo. Este flujo de hielo transporta rocas y tierra en su base, que Rada compara con una pesada hoja de papel de lija, que muele la roca madre y los fósiles dentro de ella.

En la Patagonia, las tasas de erosión varían de 1 a 100 milímetros (0.04 a 4 pulgadas) por año, y probablemente están en el extremo inferior de ese rango en el lado del glaciar Tyndall. “Pero incluso con tasas de erosión de unos pocos mililitros a un centímetro al año”, dijo Rada, “Fiona se habría convertido en polvo si hubiera permanecido cubierta por el glaciar unas cuantas décadas más”.

Sin embargo, la pérdida del hielo plantea otros problemas. Los fósiles han quedado vulnerables a la fractura por los ciclos de congelación y deshielo y a la erosión por el viento y el agua. “Es importante encontrar formas de proteger estos valiosos registros del pasado”, dijo Rada.

Es probable que cerca de otros glaciares hayan quedado expuestos fósiles, ya que todo el campo de hielo de la Patagonia Austral se está derritiendo. Pero hasta que los paleontólogos realicen más expediciones de prospección, el sitio cerca del glaciar Tyndall sigue siendo un hallazgo paleontológico único. “Hasta donde sabemos, no hay otro sitio en el mundo donde tantos fósiles excepcionales estén quedando expuestos debido a un glaciar en retroceso”, dijo Lomax.

El sitio está protegido por la Corporación Nacional Forestal de Chile (CONAF), y sus fósiles están protegidos por la ley chilena que prohíbe la extracción o excavación sin permiso. “Este lugar es un ecosistema frágil, ubicado en una zona periglacial dentro del Parque Nacional Torres del Paine”, dijo el gerente de la CONAF, Gonzalo Cisternas. La zona está cerrada al turismo y a las actividades recreativas, y solo pueden visitarla científicos autorizados.

Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA por Joshua Stevens, utilizando datos de Landsat del Servicio Geológico de Estados Unidos. Fotografía por Alejandra Zúñiga/Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. Reportaje por Kathryn Hansen.

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ciencia.nasa.gov

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