martes, 8 de noviembre de 2016

Jornadas 'Dinosaurios 2.0. Nuevos métodos de estudio para la Paleontología del s. XXI'

Cátedra Extraordinaria de Patrimonio Paleontológico

La Cátedra Extraordinaria de Patrimonio Paleontológico organiza las Jornadas 'Dinosaurios 2.0. Nuevos métodos de estudio para la Paleontología del s. XXI' el 9 y 10 de noviembre.

La Cátedra Extraordinaria de Patrimonio Paleontológico organiza las Jornadas 'Dinosaurios 2.0. Nuevos métodos de estudio para la Paleontología del s. XXI', que tienen lugar en la Universidad de La Rioja.

En concreto, las jornadas se van a desarrollar el miércoles 9 y jueves 10 de noviembre en la Sala de Grados del Edificio Politécnico.

El objetivo de estas jornadas es mostrar la aplicación de las nuevas tecnologías a los estudios paleontológicos. En los últimos años los avances tecnológicos han permitido que los paleontólogos puedan abordar cuestiones acerca del comportamiento y la anatomía de los dinosaurios de una manera totalmente distinta.

Técnicas como la fotogrametría y los CT-scanners les permiten obtener modelos tridimensionales de estructuras como el endocraneo de los dinosaurios y acceder a elementos hasta ahora no bien conocidos como la estructura del cerebro; así como realizar un análisis exhaustivo de las vértebras de dinosaurios saurópodos para ver cómo eran capaces de mover el cuello.

Las Jornadas 'Dinosaurios 2.0' de la Cátedra Extraordinaria de Patrimonio Paleontológico de la UR pretenden acercar al gran público una parte de estos métodos que están siendo utilizados en la vanguardia investigadora de la Paleontología.

En ellas van a participar diferentes ponentes de centros comos la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Complutense de Madrid, el Museo de Lourinha (Portugal).

Estos expondrán nuevas técnicas como la Fotogrametría, la luz ultravioleta, la histología o los análisis estadísticos multivariantes, que están ayudando a descubrir nuevas facetas en el comportamiento de los dinosaurios y están ayudando a crear una visión más completa de la vida de estos animales del Mesozoico.


comunicacion@adm.unirioja.es

El sur se recuperó antes de la extinción de los dinosaurios

-ESTUDIO EN FÓSILES DE INSECTOS DE PATAGONIA-

MICHAEL DONOVAN / PENN STATE
Antiguas marcas de alimentación de insectos hambrientos en fósiles de hojas de América del Sur están arrojando nueva luz sobre la extinción en masa que aniquiló a los dinosaurios.  

Los científicos analizaron los daños causados por la alimentación de insectos a miles de fósiles de hojas de la Patagonia Argentina, durante la transición Cretaceo-Paleógeno, y encontraron evidencia de que los ecosistemas se recuperaron dos veces más rápido que en los Estados Unidos.

Los resultados, publicados en la nueva revista Nature Ecology & Evolution, ofrecen una importante evidencia de cómo los ecosistemas terrestres fuera de los Estados Unidos respondieron después de que un asteroide azotó Chicxulub, México, hace 66 millones de años, marcando el final del Cretácico.  

"La mayor parte de lo que sabemos sobre la recuperación terrestre proviene del interior occidental de Estados Unidos, relativamente cerca del cráter Chicxulub, lo que ha limitado nuestro conocimiento de la recuperación en el resto del mundo", dijo Michael Donovan, estudiante de doctorado en geociencias de la Penn State University y autor principal del estudio. "Estamos dando otra visión de lo que estaba sucediendo durante ese tiempo, muy lejos del sitio de impacto".

Donovan y su equipo internacional encontraron que los insectos minadores de las hojas desaparecieron por completo en la Patagonia durante el evento de extinción, como lo demuestran estudios previos en los Estados Unidos. Pero a diferencia de los Estados Unidos, donde pasaron nueve millones de años hasta recuperarse la diversidad de insectos antes del impacto, en la Patagonia sólo fueron 4 millones de años, según un comunicado.

"Los insectos y las plantas son los organismos multicelulares más diversos del mundo, y se sabe que responden a grandes cambios ambientales", dijo Donovan. "Así que suponen un gran recurso para estudiar nuestro pasado".   

El equipo analizó 3.646 fósiles de la Patagonia en busca de signos de mineros de las hojas --larvas de insectos que se denominan por el tipo de daño que causan en forma de túnel sobre las hojas de las que se alimentan. Esta alimentación, y los excrementos de los insectos, crean patrones distintivos y pueden ser comparados entre fósiles en diferentes sitios.  

Los científicos no encontraron evidencia de que las especies mineras individuales del Cretácico sobrevivieran al evento de extinción en la Patagonia, lo que indica que el extremo sur de América no ofreció un refugio para los insectos como el equipo de Donovan pensó en primer lugar.

"No hubo evidencia de supervivencia, lo cual es similar a lo que encontré al trabajar en la  investigación en el yacimiento de Mexican Hat en Montana", dijo Donovan. "Pero lo que encontramos en la Patagonia es un grupo bastante diverso de nuevos mineros de las hojas que aparecen mucho más pronto que en el oeste de Estados Unidos", afirmó.

Presentan mapa de potencialidad paleontológica en el norte de Chile














El pasado viernes el Consejo de Monumentos Nacionales presentó en Caldera una cartografía que muestra la potencial presencia de sitios paleontológicos en las regiones de Atacama y Coquimbo, con el objetivo que futuras intervenciones en el territorio no afecten este tipo de patrimonio.

La inédita iniciativa consiste en mostrar un mapa clasificando las unidades geológicas de acuerdo a su posibilidad o no de contener fósiles, clasificándolas así en: fosilíferas (posee hallazgos fósiles), susceptibles (no posee hallazgos pero de acuerdo a sus características es posible que contenga) y estériles (no posee y es poco probable que contenga fósiles).

Las regiones escogidas para el comienzo de este proyecto cumplían el criterio de contener sitios paleontológicos de especial relevancia, por ejemplo “Bahía Inglesa” en Atacama y “Pichasca” en Coquimbo y al mismo tiempo porque están sometidas a un potencial impacto sobre el Patrimonio Paleontológico, debido a actividades mineras, industriales y de crecimiento urbano.

Mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG), las unidades geológicas conteniendo esta información fueron identificadas y digitalizadas. “Esta herramienta es de gran utilidad para la gestión y protección de estos Monumentos Nacionales, en el marco del cumplimiento de la Ley 17.288, de la legislación ambiental, en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, así como también en la generación de herramientas de planificación y gestión territorial, por ejemplo para planes de desarrollo local, planes de manejo de sitos paleontológicos, uso coordinado con otras categorías de Monumentos Nacionales, planes de educación y difusión”, dijo Ana Paz Cárdenas, Secretaria Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales.

Valor Paleontológico del territorio en estudio

Descrito como el mayor cementerio de ballenas del mundo, Cerro Ballena es el principal yacimiento de ballenas fósiles descubierto hasta ahora en Chile y en Sudamérica, se ubica en la Región de Atacama y se encuentra identificada en esta cartografía.

La principal Unidad geológica de Cerro Ballena es “Formación Bahía Inglesa”, reconocida mundialmente por contener relevantes evidencias de ecosistemas costeros, especialmente de fauna marina. La relevancia de este yacimiento radica en la abundancia de especímenes encontrados y su buen estado de conservación, por lo que es considerado uno de los yacimientos de cetáceos fósiles más importantes a nivel mundial.

La cartografía se presenta en las plataformas digitales del CMN para la navegación del usuario y está disponible en este link.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Conferencia de Daniel Mediavilla: "Muones asesinos en la Sierra de la Demanda"





































Daniel Mediavilla, oriundo de la vecina Castrillo de la Reina, es un periodista con un largo currículo relacionado con la difusión de ciencia y tecnología, y que ha desarrollado proyectos tanto en la prensa tradicional en papel como en Internet, con propuestas innovadoras de gran éxito. Ha trabajado para los periódicos ABC y Público, y fue responsable de prensa del Ministerio de Ciencia e Innovación. En sus artículos ha tratado temas diversos (incluidas varias noticias en torno a los dinosaurios de la comarca serrana), en los que destaca por su claridad y rigurosidad. En la conferencia que ofrecerá en Salas, algunos de los puntos más significativos que tratará serán: la dificultad que tiene el periodismo sobre ciencia para atraer la atención del público, las presiones que puede ejercer la industria sobre este tipo de periodismo o la importancia de reconocer aspectos irracionales en nosotros mismos.

martes, 1 de noviembre de 2016

Restos de los repobladores de la Tierra tras la peor extinción

Nuevos fósiles descubiertos por paleontólogos de la Universidad de Uppsala en Groenlandia revelan un extraño mundo casi vacío inmediatamente después de la peor extinción que ha visto la Tierra.

Restos de los repobladores de la Tierra tras la peor extinción MADRID | EUROPA PRESS















"La vida en el fondo del mar había colapsado totalmente, con hasta el 90% de todas las especies se extingan", dice el doctor Michal Zaton por la Universidad de Silesia en Polonia, y autor principal del estudio internacional que ha indagado en el evento de extinción registrado hace 252 millones de años.

"Los mares agotaron su oxígeno y se ácidificaron, con una muy baja diversidad de fauna que comprendía bivalvos y vastas colonias de gusanos microconchidos que filtraban su alimento. Éstos se habrían incrustado en conchas y capas de algas, que proporcionaron sustratos adecuados y una fuente potencial de oxígeno", dice el doctor Zaton.

Los fósiles de microconchidos nunca antes se habían registrado en las antiguas latitudes más altas. "En el comienzo de la era de los dinosaurios hace 252 millones de años, el este de Groenlandia estaba en el borde de una vía marítima boreal que se extiende hasta el Polo Norte", dice el doctor Benjamin Kear del Museo de la Evolución en la Universidad de Uppsala y líder del proyecto, publicado en Scientific Reports. 

"Nuestro descubrimiento es significativo porque demuestra por primera vez que la vida del fondo del mar en latitudes más altas sufrió el mismo proceso de extinción a nivel mundial, y la posterior recuperación de los ecosistemas", dice el Dr. Kear.

Paleontólogos de la Universidad de Uppsala pasaron más de dos meses recogiendo fósiles en el este de Groenlandia. Están investigando la interacción entre los eventos de extinción y los principales hitos en la evolución de los animales acuáticos. "Nuestro proyecto se centra en marcos de tiempo geológico en los que los animales con espina dorsal salieron por primera vez del agua a la tierra hace 360 millones de años, y luego transicionaron de nuevo a los mares hace 252 millones de años, lo que se conoce formalmente como el límite Pérmico-Triásico.

"El este de Groenlandia es la única masa de tierra donde las rocas de estas edades se presentan juntas en el mismo lugar ", dice el Dr. Henning Blom del Centro de Biología Evolutiva de la Universidad deUppsala.

"Nuestros hallazgos recientes demuestran no sólo la recuperación global de la extinción, sino también que las comunidades de vida del Triásico inferior se adaptaron rápidamente con el tiempo", dice el co-autor Dr. Grzegorz Niedzwiedzki también del Centro de Biología Evolutiva de la Universidad de Uppsala. "Encontramos especies completamente nuevas de microconchidas que invadieron lagunas salobres a medida que los mares se retiraron. Este oportunismo probablemente fue clave para su supervivencia a raíz del colapso masivo del ecosistema."

El bosque de piedra

Tierra de fósiles. Un fémur de dinosaurio saurópodo 
aflora al paso de los caminantes.
En lo profundo de la estepa patagónica, un paisaje con sinuosidades gaudianas esconde lo que fue hace 70 millones de años un mundo vegetal, sacado a la superficie por la fuerza arrasadora de los glaciares. Fósiles de dinosaurios y centenares de troncos son los vestigios de cuando la Patagonia fue una selva subtropical.

Por Julián Varsavsky / Fotos de Julián Varsavsky

La Ruta 40 se desenrolla frente al auto como una gran lengua de camaleón en plena estepa: divide la planicie desierta en dos mitades de pastos ralos y arbustos de calafate, donde corretea una tropilla de guanacos. Hemos partido desde El Chaltén hacia un paraje de extrema desolación con centenares de troncos que hace 70 millones de años fueron de madera y hoy son pura piedra.

A la hora de viaje nos detenemos a desayunar en el Parador La Leona junto al río del mismo nombre. Aquí el legendario explorador Francisco “Perito” Moreno fue atacado por un puma y de allí viene la deformación del nombre. La solitaria construcción en medio de la nada fue levantada en 1916 con sus actuales paredes de adobe y techo de chapa a dos aguas. Era un boliche de campo y hotel utilizado por los trabajadores de las estancias, donde se dejaban mensajes y encomiendas para quienes vivían aislados del otro lado del río.

EN EL CRETÁCICO Luego de un café con alfajores de maicena en el ambiente de hace un siglo, seguimos viaje sin escalas para observar en la superficie de la tierra los vestigios de la era Cretácica tardía, entre 65 y 90 millones de años atrás.

Un valle lunar para ver troncos y huesos fosilizados 
en este mundo detenido en el pasado.
Por el camino de ripio que bordea al lago Viedma pasamos la tranquera de la estancia ovejera Santa Teresita –90.000 hectáreas– y una mulita cruza la ruta a toda velocidad. El paisaje se torna muy desierto pero cobra cada vez más vida: a 100 metros un macho de ñandú camina esbelto al frente de una decena de charitos siguiéndolo en fila.

Estacionamos en la parte alta de una meseta para descender a pie hasta una gran depresión del terreno de 800 hectáreas, con algo de cráter lunar. Vamos en busca del Bosque Petrificado La Leona, un enigmático yacimiento fósil que no debe ser confundido con aquel otro más famoso en el noreste de esta provincia, donde hay menos troncos pero más grandes, rodeados de un paisaje no tan llamativo ni variado como este.

Descendemos al laberinto de arena y arcilla, una sinuosa dimensión gris con cañadones cincelados por el viento y el curso de un río milenario que ya no existe. El terreno es ondulado porque los glaciares arrastraron sedimentos como grandes topadoras: durante las glaciaciones hubo una capa de hielo con mil metros de altura cuya fuerza descomunal arrancaba pedazos de montaña.

Caminamos por borroneados senderos donde crecen escasos arbustos, tan duros que no se mueven con el viento: una adaptación para sobrevivir. El guía señala en el suelo arcilloso huellas de puma, guanaco y mulita.

Toda esta región fue un delta gigante con bosques de árboles de hasta 100 metros de alto –parientes de las araucarias– donde vivían toda clase de dinosaurios. En los últimos años se extrajeron aquí restos de varios ejemplares, entre ellos el Puertasaurus, un titanosaurio del que se encontraron cuatro vértebras, la más grande de ellas de 1,68 centímetro, exhibida en el Museo Egidio Feruglio de Trelew.

Tras una lomada el guía nos sorprende señalando en el suelo el fémur de un dinosaurio saurópodo que pesaba 16 toneladas y se decidió dejar en el lugar: está fragmentado pero completo.

A la media hora de caminata comienzan a aparecer los troncos y el primero genera conmoción en el grupo. Pero después son tantos que casi dejan de ser novedad. Los más grandes alcanzan los 80 centímetros de diámetro y a simple vista algunos parecen de madera. En total hay unos 60 fragmentos de hasta metro y medio de largo. En algunos se reconoce un tronco completo dividido en tres o cuatros partes. Los que llevan años en la superficie están muy astillados ya que durante la noche el agua se acumula en sus grietas congelándose, y al aumentar en volumen hacen explotar la superficie rocosa del tronco. Los que brotaron de la tierra recientemente permanecen impecables, manteniendo su rugosidad original. Se calcula que debe haber miles unos metros bajo tierra.

Túnel de piedra en la aridez extrema de lo que alguna vez 
fue un bosque lleno de vida.
LA FOSILIZACIÓN Hace 65 millones de años, la placa de Nazca llegó por debajo del Pacífico para chocar contra el continente americano, elevando los Andes. La humedad que entra por el oeste a la Patagonia se topa desde entonces con aquella gran barrera natural, descargando su lluvia al pie de la cordillera donde brotan los bosques que aquí ya no existen.

El ambiente selvático que tuvo la actual meseta patagónica comenzó entonces a cambiar hasta convertirse en desierto. La actividad volcánica de los Andes selló casi toda aquella Patagonia rebosante de vida bajo una mortaja de basalto, luego arrancada por el paso de los glaciares. El viento y la lluvia removieron después la superficie hasta dejar a la vista los huesos y troncos fosilizados, único vestigio de aquel tiempo. Pero antes ocurrió otro proceso aún más sorprendente: los árboles caídos y la megafauna muerta entraron en proceso de fosilización.

La condición para fosilizarse era que, al morir, los restos fuesen cubiertos rápidamente por capas de sedimento –para no descomponerse– resultado de un alud, un derrumbe o ceniza volcánica. Luego el agua de lluvia permeaba la tierra arrastrando minerales que se filtraban en las células de huesos y troncos. Con el tiempo los minerales se deshidrataron y cristalizaron, comenzando un proceso de reemplazo molecular del material orgánico por otro inorgánico. Por eso la forma original no cambió en nada. Pero el resultado es en verdad una roca moldeada por el hueso o el tronco originales, de los que no queda nada. Los troncos son de sílice casi puro, por eso su color arena, y los huesos son más negruzcos porque tienen restos de carbono.

Avanzamos sin prisa hasta detenernos junto a una gran roca para almorzar. El único signo de vida animal en las dos horas de caminata es un escarabajo caminando sobre el suelo estriado.

En uno de los troncos veo una ínfima canaleta hecha por un laborioso gusano que lo fue carcomiendo por dentro hace 70 millones de años, acaso la única actividad que hizo en toda su vida. Pienso en la cantidad de azares que debieron suceder para que dos hechos tan remotos como banales –mi mirada sobre ese tronco y un gusanito comiendo– coincidieran en un punto. Más adelante encuentro otra huella perfecta de cuando el hombre no existía: un tronco agujereado por las termitas del Cretácico.

Es tan perfecta la fosilización de este bosque que hasta puedo contar los anillos de crecimiento en algunos de estos troncos que, en verdad, son el negativo de sí mismos y brotan como reliquias de un tiempo inconcebible para los mortales: un rastro muy palpable pero sin vida de un árbol condenado a la eternidad.

Hallan en Utah un dinosaurio con dientes muy parecidos a los de ‘Turiasaurus’

Rafael Royo (i) y Jim Kirkland (d) junto al póster con el nuevo dinosaurio 
saurópodo en el congreso de la SVP. | FCPTD
La proyección internacional del dinosaurio más conocido de Teruel, Turiasaurus riodevensis, sigue sorprendiendo. Paleontólogos norteamericanos han hallado ahora en Utah un dinosaurio saurópodo cuyos dientes en forma de corazón recuerdan a los de este gigante descubierto en el municipio turolense de Riodeva en el año 2003. Su hallazgo se ha dado a conocer en el congreso de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados (SVP por sus siglas en inglés) celebrado en Utah, y en el estudio de los fósiles han participado paleontólogos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis.

El científico que lidera esta investigación es Rafael Royo Torres, de la Fundación Dinópolis, institución que ha participado en el congreso de la SVP con otras tres aportaciones más.

Las actas del congreso, celebrado durante la semana pasada, con los resúmenes de las aportaciones presentadas se pueden consultar en la página web de la SVP. En ellas se da cuenta de la sistemática de este nuevo dinosaurio, del que se dice que es una nueva especie de saurópodo (dinosaurio cuadrúpedo de gran tamaño con cuello y cola largos) y se hace un primer análisis cladístico aunque sin describirlo.

La publicación es especialmente interesante porque en la misma se asegura que los dientes son distintos a los de Camarasaurus, que es el saurópodo característico de Norteamérica en el tránsito del Jurásico al Cretácico, mientras que sus dientes posteriores tienen la forma de corazón tan característica de los turiasaurios de la península Ibérica.

Otro dato que llama la atención del análisis filogenético que se ha hecho de las vértebras dorsales es que son diferentes a las de Haplocanthosaurus, otro saurópodo característico del tránsito Jurásico-Cretácico de EEUU. Por el contrario, se indica que son más similares a las de dinosaurios como Mamenchisaurus (asiáticos) y Losillasaurus (europeos).

Precisamente Losillasaurus fue hallado en Valencia y hoy día está reconocido científicamente como perteneciente al clado Turiasauria, que lo emparenta con el Turiasaurus de Riodeva. La investigación presentada en el congreso de Utah indica además que el nuevo dinosaurio hallado podría tratarse del saurópodo más primitivo de Norteamérica desde el punto de vista filogenético, es decir, en términos evolutivos y no de antigüedad.

El esqueleto pertenece a un subadulto y fue descubierto en el año 2010, aunque ha sido ahora cuando se publica por primera vez en el marco de la colaboración científica que la Fundación Dinópolis mantiene con los paleontólogos de Utah, y que llevaron a que a principios de año una delegación turolense hiciera una visita de trabajo a Estados Unidos, que pocas semanas después fue devuelta por los paleontólogos norteamericanos.

Además de Rafael Royo Torres, experto en saurópodos de la Fundación Dinópolis y que lidera la investigación, el trabajo está firmado por Paul Upchurch, del University College London; James Kirkland y Don Deblieux, del Utah Geological Survey; y John Foster, del Museo de Moab, también en Utah, además de los paleontólogos de Dinópolis Alberto Cobos, Guillermo Rey y Luis Alcalá.

Las otras dos aportaciones que ha hecho la Fundación Dinópolis a este congreso internacional en Estados Unidos, según informa la institución científica turolense en su página web, tratan sobre la relevancia que los dinosaurios turolenses y norteamericanos tienen para poder determinar su afinidad en el tiempo geológico.

En el resumen de esta aportación científica que puede leerse por Internet se abunda en la importancia de la relación entre las faunas europeas y norteamericanas antes de que se separaran los dos continentes por la deriva continental, apuntando más hacia el Cretácico Inferior que a la frontera entre el Tithoniense y el Berriasiense. Es una aportación de gran relevancia que hacen de manera conjunta los paleontólogos de Dinópolis y los de Utah.

En este sentido, Kirkland ha señalado en su cuenta de Facebook que la colaboración con los científicos de Teruel está dando resultados "maravillosos" y arrojando datos reveladores sobre la apertura del Atlántico durante el Cretácico Inferior.

La tercera investigación que se ha llevado al congreso norteamericano es un estudio paleoneurológico de Proa valdearinnoensis, es decir, del cerebro de este dinosaurio ornitópodo hallado en la mina Santa María de Ariño y cuyo esqueleto original se puede ver montado en el Museo Aragonés de Paleontología de Dinópolis.

En este caso en la investigación han participado, además de los científicos de la Fundación Dinópolis Eduardo Espílez, Luis Mampel y Luis Alcalá, los paleontólogos Fabien Knoll de la Universidad de Manchester y Stephan Lautenschlager de la Universidad de Bristol. En el mismo se dan a conocer los primeros resultados de la tomografía axial computarizada hecha al cráneo de Proa en el hospital Obispo Polanco de Teruel, que revelan que su cerebro apenas tenía el tamaño de una pelota de tenis.

La Fundación también colabora con un cuarto artículo sobre un nuevo dinosaurio saurópodo del Jurásico Superior de Portugal.

Conferencia sobre los dinosaurios turolenses del Jurásico en Bilbao

El paleontólogo de la Fundación Dinópolis Alberto Cobos participa mañana miércoles en la Semana de la Ciencia organizada por la Universidad del País Vasco en Bilbao, con una conferencia sobre Turiasaurus y los dinosaurios del Jurásico en Teruel. La actividad se enmarca dentro de la exposición Colosos Jurásicos que acoge el paraninfo de la UPV, donde se exhibe la reconstrucción del esqueleto de Turiasaurus hecha por la Fundación Dinópolis.

La charla será a las 19 horas y en ella Cobos profundizará en las faunas de dinosaurios que vivieron en la provincia de Teruel hace 150-145 millones de años. "Además, también se van a conectar Vizcaya y Teruel desde diferentes puntos de su geología, paleontología, guerra civil y patrimonio industrial minero", indicó Cobos, quien recordó que el lugar donde se exhibe Turiasaurus está a orillas del rió Nervión, donde estuvieron los astilleros de Euskalduna y la potente siderurgia que transformaba el hierro de los Montes de Triano en Vizcaya en el acero con el que se construían los barcos. Esos mismos empresarios emprendieron en Teruel las explotaciones mineras de hierro de Sierra Menera en Ojos Negros, "que acabaron, con el paso de los años, con la instalación de una línea de ferrocarril propia y de los Altos Hornos del Mediterráneo. En definitiva, si Teruel y Vizcaya estuvieron "unidas" antaño por el hierro, Turiasaurus estrecha ahora también nuevas relaciones entre el Turia y el Nervión con un gigante de titanio como observador: el Museo Guggenheim de Bilbao", apuntó Cobos.