Vinculan los ornamentos craneales a la selección sexual de terópodos gigantes como el Tyranossaurus Rex.
Ilustración de 1896 que muestra a dos Dryptosaurus saltando. Charles R. Knight
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¿En qué se fija primero una dinosaurio hembra al buscar pareja?
No es un test de Cuore Cretácico sino una pregunta a la que los científicos
llevan años dando vueltas para comprender la evolución de los saurópodos, y qué
ha podido quedar de ellos en las especies actuales.
Esta semana, un nuevo estudio aparecido en la revista NatureCommunications pone a los ornamentos craneales -como crestas o cuernos- en el
centro del debate. Tradicionalmente, se pensaba que los cuernos o las crestas,
especialmente en los terópodos como el Carnotaurus, el Ceratosaurus o el conocido
Tyrannosaurus tenían una función principalmente defensiva. Ahora, paleontólogos
de las universidades del Estado de Carolina del Norte (NCSU) y Montana apuntan
al rol de estos ornamentos en la selección sexual de los grandes dinosaurios
carnívoros.
Un Carnotaurus, depredador que habitaba lo que hoy es
Sudamérica.
Lida Xing and Yi Liu
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Las características de la cabeza parecen tener una
correlación directa con el volumen corporal, ya que según este estudio, que
evaluó más de un centenar de terópodos, tener cresta o cuernos significa una
evolución más rápida hacia el gigantismo. "Las observaciones generales
indican que 20 de los 22 dinosaurios terópodos más grandes de los que hemos
encontrado cráneos poseen algún tipo de ornamento óseo", indica Terry
Gates, de la NCSU. "Por otro lado, especies más pequeñas carecen en su
mayoría de tales estructuras lo que apoya nuestra hipótesis".
Además, los científicos han hallado un umbral de peso por
debajo del cual los ornamentos de hueso craneal no se originan. Este umbral
-orientativo ya que sólo cotejaron 38 especies con ornamentos craneales- es de
1.000 kilogramos. Es decir, según los científicos, tener cresta o cuernos en la
cabeza equivalía a evolucionar hasta 20 veces más rápido hasta lograr superar
la tonelada de peso.
Curiosamente, las especies más pequeñas y que no
desarrollaron ornamentos craneales coinciden también con las que acabaron
desarrollando plumas, aunque los autores puntualizan que "estas hipótesis
evolutivas son generalizaciones y no incluyen factores ecológicos como la
presión predativa, la tierra disponible o la expansión a otros nichos".
Un camaleón gigante de Madagascar, de colores vivos. Bernard
Gagnon
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Sin embargo, el trabajo resultará útil para tratar de
entender por qué los camaleones que viven en hábitats abiertos, como la sabana,
son más pequeños que los que viven, por ejemplo, en selvas, y sus ornamentos
craneales más pequeños y de colores menos brillantes.
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