Déjese atrapar por algunos de los hallazgos más increíbles
del último año y descubra cómo es que estas maravillas científicas están
transformando nuestro entendimiento del mundo que habitamos, desde nuestros
orígenes humanos hasta las profundidades del cosmos.
Victoria Jaggard / National Geographic Society ©2017
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Agujeros negros en colisión, partes de dinosaurio en ámbar,
planetas potencialmente amigables para la vida: a veces, el año científico se
ha sentido casi cinemático en su alcance.
Primera detección de ondas del espacio tiempo
Cien años después que Einstein pronosticara su existencia,
ondas débiles del tejido del cosmos finalmente hicieron su debut. Llamadas
ondas gravitacionales, estas perturbaciones son creadas por algunos de los
eventos más violentos del universo; en este caso, la fusión de dos agujeros
negros atrapados en una espiral de muerte.
Pese a sus orígenes extremos, las ondas gravitacionales
permanecieron esquivas durante tanto tiempo debido a que sus efectos sobre el
universo observable son muy pequeños.
Pero con ayuda de detectores altamente sensibles en Luisiana
y el estado de Washington, los científicos al menos pudieron percibir ondas
gravitacionales que pasaron por la Tierra en febrero. Aún mejor, los
laboratorios detectaron una segunda ronda de ondas varios meses después,
confirmando que la señal no fue accidental.
Los astrónomos están encantados con el logro, porque las
ondas gravitacionales pueden actuar como una nueva forma de ver objetos del
universo por lo demás invisibles, como medir directamente las propiedades de
los enigmáticos agujeros negros.
Cola de dinosaurio atrapada en ámbar
Estuvo peligrosamente cerca de convertirse en joya, pero un
pedacito de ámbar encontrado en un mercado de Myanmar afortunadamente aterrizó
en manos de un paleontólogo, quien anunció en diciembre que contenía la primera
pieza conocida de cola de dinosaurio.
Con una antigüedad de 99 millones de años, la cola
originalmente fue confundida con un fragmento de material vegetal. Pero un
estudio más detenido mostró que de hecho era hueso y tejido suave cubierto con
delicadas plumas.
Un análisis cuidadoso reveló que la cola alguna vez
perteneció a un joven celurosaurio, una familia de dinosaurios que incluye a
los tiranosaurios y a las aves modernas.
El descubrimiento no solo permite que los científicos
enlacen tipos de plumas con un dinosaurio, sino que también apunta a los
notables hallazgos a la espera de ser descubiertos en depósitos de ámbar.
Planeta cercano posiblemente habitable
Nuestras esperanzas de encontrar señales de vida en otro
planeta se acercaron un poco más a verse cumplidas en agosto, cuando los
astrónomos revelaron evidencia de un mundo que orbita la estrella más cercana
al sol.
A tan solo 4,24 años luz, Próxima Centauri desde hace mucho
ha fascinado a los astrónomos y escritores de ciencia ficción por igual,
inspirando sueños de un sistema estelar suficientemente cercano para que los
humanos establezcan comunicaciones dentro de una sola vida.
El planeta recién encontrado, llamado Próxima b, es casi
igual de grande que la Tierra, y orbita lo suficientemente cerca de su pequeña
estrella roja como para que el agua (si acaso existe) permanezca líquida en la
superficie.
Aunque pudiera pasar tiempo hasta que tengamos la tecnología
necesaria para sondear adecuadamente a Próxima b en busca de señales de vida,
simplemente saber que existe es una alegría para los astrobiólogos.
Tesoro de antiguas huellas humanas
Tanzania ha sido una invaluable fuente de información sobre
los primeros días de nuestra existencia, produciendo huesos, herramientas y
demás arreos de múltiples especies de parientes humanos.
En octubre, los científicos bailaron de alegría cuando
cientos de antiguas huellas humanas fueron descubiertas en un sitio del país
conocido como Engare Sero. Con una antigüedad de aproximadamente entre 5.000 y
19.000 años, estas huellas muestran señales de humanos primitivos trotando y
viajando en distintos grupos cerca de un volcán elevado.
En la década de 1970, en otro sitio llamado Laetoli,
paleontólogos encontraron las huellas más antiguas del mundo, hechas por
miembros del Australopithecus afarensis hace aproximadamente 3,6 millones de
años. Las huellas de Laetoli aportaron la evidencia más antigua de un pariente
humano que caminaba derecho.
En diciembre, científicos que evaluaban el lugar para la
construcción de un museo encontraron aun más huellas en Laetoli, sumándose a
nuestro conocimiento sobre las características del Australopithecus, y
generando controversias sobre los hábitos de apareamiento de estos homínidos
primitivos.
Descubrimiento de cocodrilo marino gigante
En enero, los científicos impactaron al mundo con la noticia
de que el cocodrilo marino más grande que ha sido encontrado había sido
desenterrado en un desierto africano. Con base en el fósil de un cráneo y otros
huesos descubiertos en Túnez, parece que la bestia fantástica podía llegar a
tener más de 9 metros de largo y pesar aproximadamente 3 toneladas.
Llamado Machimosaurus rex, este animal de 120 millones de
años ofrece pistas cruciales respecto a un posible evento de extinción masiva a
finales del periodo Jurásico, hace aproximadamente 145 millones de años. Hasta
ahora, los paleontólogos pensaban que, de haber ocurrido dicho evento, este
acabó con los teleosáuridos, el grupo que incluye al Machimosaurus.
Encontrar huesos fósiles de cocodrilo posteriores a ese
periodo no solo indica que algunos reptiles marinos sobrevivieron, sino que el
evento de extinción pudo haber sido una cuestión más prolongada de lo que se asumía.
Nave de la NASA llega a Júpiter
Solo fueron necesarios cinco años y 2.720 millones de
kilómetros, pero Juno, una nave espacial de la NASA, completó una maniobra
temeraria para entrar en órbita alrededor del planeta más grande de nuestro
sistema solar. Lanzada en agosto de 2011, Juno es el primer objeto hecho por el
hombre que orbita Júpiter desde el final de la misión Galileo en 2003.
La nave, alimentada con energía solar, fue diseñada para
estudiar la estructura y el intenso campo magnético del planeta gigante,
posiblemente allanando el camino para una misión en las próximas décadas a
Europa, la luna helada de Júpiter.
Pero antes, Juno tuvo que sobrevivir su largo recorrido por
el espacio y después un horroroso viaje entre los brutales cinturones de
radiación del planeta. El 4 de julio, la nave espacial con forma de hélice
empezó a girar más rápido, cayendo en posición para una órbita exitosa.
Durante las siguientes semanas, envió impactantes imágenes
nuevas y montones de información que ya han hecho que los astrónomos se pongan
a dar saltos de felicidad.
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