La criatura, que habría vivido en la Europa del Jurásico, tenía escamas sensibles en la cola que podrían haberla ayudado a cazar en el agua por la noche.
El único fósil conocido de la especie Juravenator starki incluye un esqueleto casi completo y algunos tejidos blandos. La piel que rodea la cola revela un patrón único de escamas, según se informa hoy en la revista Current Biology.
«La piel rara vez se preserva en el registro fósil, así que cuando tratamos de imaginarnos a los dinosaurios vivos solo a partir de sus huesos, los detalles sobre el revestimiento externo del cuerpo suelen ser especulativos», explica Stephanie Drumheller-Horton, de la Universidad de Tennessee, Knoxville, que no participó en la nueva investigación. «Los tejidos blandos pueden concretar las interpretaciones de estos grupos».
El holotipo de un Juravenator starki revela la estructura
ósea del animal. En el espécimen también se hallaron las escamas fosilizadas de la cola. FOTOGRAFÍA DE PHIL R. BELL |
Los investigadores han asumido durante años que los dinosaurios solo utilizaban sus escamas como protección, «pero la realidad es que las escamas son órganos muy adaptados que cumplen varias funciones y roles», explica Phil Bell, autor del estudio y paleontólogo de la Universidad de Nueva Inglaterra en Armidale, Australia. «Ver estas cosas de primera mano y ver cómo habría interactuado el Juravenator con su entorno mediante su capacidad sensitiva es apasionante».
Los sentidos de los dinosaurios
Cuando Bell y su coautor Christophe Hendrickx, de la Unidad Ejecutora Lillo en San Miguel de Tucumán, Argentina, examinaron la franja de anillos concéntricos en la parte inferior de la cola, sospecharon que el insólito patrón era un efecto de la preservación del fósil.
Sin embargo, «eran muy regulares —todas del mismo tamaño y limitadas a la banda que hay bajo la cola—, así que no cabía duda de que eran rasgos reales y tenían una anatomía muy peculiar», explica Bell. Un examen más detenido con microscopios y luz UV reveló que su estructura era similar a los ISO de los cocodrilos.
Los ISO de los cocodrilos «son bastante singulares, ya que parecen una especie de cúpula central rodeada de un anillo similar a un foso», afirma Bell. «Suelen llamarlos áreas táctiles u órganos sensibles a la presión y, aparentemente, su construcción es idéntica a la que vimos en el Juravenator».
Paul Barrett, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Londres que no participó en el nuevo estudio, dice que, aunque es posible que las escamas fueran puramente ornamentales, «los autores argumentan muy bien» que tenían una función sensitiva e indica que su similitud con las escamas de los cocodrilos modernos «es asombrosa».
Bell apunta que, si las escamas del Juravenator incluían ISO, serán los primeros órganos sensoriales de cualquier tipo hallados en la piel de un dinosaurio.
«Como el resto de los animales, los dinosaurios habrían necesitado recopilar información sobre su entorno para buscar comida y desplazarse de forma eficaz», afirma Barrett. «Un sentido táctil, además de los sentidos más obvios de la vista, el olfato y el oído, les habría dado otra vía para obtener esta información».
«La morfología de las escamas es algo que no creo que hayamos visto antes en dinosaurios y es una coincidencia muy próxima» con los cocodrilos modernos, afirma Caleb Brown, comisario de sistemática y evolución de dinosaurios en el Museo Real Tyrrel en Drumheller, Canadá, que tampoco participó en el nuevo estudio.
Brown sugiere que comparen otros especímenes de dinosaurios que conservan la piel en las colecciones de fósiles para comprobar si tenían escamas sensitivas que hayan pasado por alto.
Caza nocturna en el agua
Bell y Hendrickx señalan que, al igual que en los cocodrilos, las escamas podrían haber tenido la función de cazar y habrían permitido que el Juravenator detectara el movimiento de las presas a su alrededor mientras vadeaba por el agua en busca de peces.
Los ojos del espécimen son relativamente grandes y podrían indicar que era nocturno. Y aunque el contenido estomacal no se había preservado, se han descubierto otros dinosaurios emparentados con peces fosilizados en el estómago.
«El Juravenator podría haber sido estrictamente nocturno, por eso las capacidades sensoriales para contrarrestar la falta de luz habrían sido más esenciales», escriben los autores en el nuevo artículo. Argumentan que este tipo de estrategia de caza resultaría lógica en las abundantes lagunas poco profundas y las aguas costeras de la Europa del Jurásico.
Drumheller-Horton señala que recientes investigaciones han deducido la presencia de órganos sensoriales similares en la cara de un pariente del Tyrannosaurus. Pero «estos estudios lo dedujeron de dentro hacia fuera, analizando los canales de los vasos sanguíneos y los nervios preservados dentro de los huesos del cráneo».
Hasta ahora, ha sido difícil hallar evidencias de órganos sensoriales externos en otras partes de los cuerpos de los dinosaurios. Rara vez podemos vislumbrar la biología de los dinosaurios y, cuando lo hacemos, esa información se deduce a partir de sus huesos o, más recientemente, de sus plumas.
«La gente está prendada de la idea de que todos los dinosaurios tenían plumas, pero eso solo es una verdad parcial», afirma Bell. «Parece que solo una rama específica del árbol de los terópodos tenía plumas, mientras que la mayoría de los dinosaurios tenían escamas».
Los especímenes futuros con piel fosilizada podrían aportar
más información sobre cómo vivieron estos animales prehistóricos. «Solo podemos
aprender de forma limitada la biología y el comportamiento de los animales
extintos a partir de sus esqueletos», afirma Brown. «Cuando la preservación
excepcional revela detalles de la piel, obtenemos un vistazo de un mundo
completamente diferente».
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