Fósiles en sedimentos marinos antiguos y formados de unas pocas nanopartículas magnéticas, pueden decir mucho sobre el clima del pasado, especialmente de episodios de calentamiento global abrupto.
Imágenes de microscopio electrónico de agujas gigantes. Las agujas tienen forma cilíndrica y algunas se estrechan hacia un extremo del cristal. - COURTNEY WAGNER, IOAN LASCU AND KENNETH LIVI. |
"Es muy divertido ser parte de un descubrimiento como
este, algo que puede ser utilizado por otros investigadores que estudian los
magnetofósiles y los intervalos de cambio planetario --dice la estudiante de
doctorado de la Universidad de Utah Courtney Wagner--. Este trabajo puede ser
utilizado por muchos otros científicos, dentro y fuera de nuestra comunidad
especializada. Esto es muy emocionante y gratificante".
Los magnetofósiles son fósiles de hierro bacterianos
microscópicos. Algunas bacterias producen partículas magnéticas de 1/1000 del
ancho de un cabello que, cuando se ensamblan en una cadena dentro de la célula,
actúan como una brújula a nanoescala. Las bacterias, llamadas "bacterias
magnetotácticas", pueden usar esta brújula para alinearse con el campo
magnético de la Tierra y viajar de manera eficiente a sus condiciones químicas
favoritas dentro del agua.
Durante algunos períodos en el pasado de la Tierra, al
comienzo y la mitad de la época del Eoceno de hace 56 a 34 millones de años,
algunos de estos imanes producidos biológicamente crecieron a tamaños
"gigantes", aproximadamente 20 veces más grandes que los típicos
magnetofósiles, y en formas exóticas como agujas, husillos, puntas de lanza y
balas gigantes.
Dado que las bacterias utilizaron su 'supersentido'
magnético para encontrar sus niveles preferidos de nutrientes y oxígeno en el
agua del océano, y dado que los magnetofósiles gigantes están asociados a
períodos de rápido cambio climático y elevada temperatura global, pueden
decirnos mucho sobre las condiciones del océano durante ese rápido
calentamiento, y especialmente sobre cómo cambiaron esas condiciones con el
tiempo.
Anteriormente, la extracción y el análisis de estos fósiles
requerían triturar las muestras en un polvo fino para obtener imágenes de
microscopía electrónica. "El proceso de extracción puede llevar mucho
tiempo y no tener éxito, la microscopía electrónica puede ser costosa y la destrucción
de muestras significa que ya no son útiles para la mayoría de los otros
experimentos", recuerda Wagner.
"La recolección y el almacenamiento de estas muestras
requieren personal, equipo y planificación especializados, por lo que queremos
conservar la mayor cantidad de material posible para estudios
adicionales", añade.
Entonces, Wagner, el profesor asociado Peter Lippert y sus
colegas, incluidos Ramon Egli, del Instituto Central de Meteorología y
Geodinámica e Ioan Lascu, del Museo Nacional de Historia Natural, encontraron
otra forma. Usando muestras de sedimentos recolectadas en Nueva Jersey,
diseñaron una nueva forma de realizar un análisis llamado mediciones FORC
(curva de inversión de primer orden).
Con estas mediciones magnéticas de alta resolución,
encontraron que la firma magnética de los magnetofósiles gigantes era
distintiva, lo suficiente como para que la técnica pudiera usarse en otras
muestras para identificar la presencia de los fósiles.
"Las mediciones de FORC sondean la reacción de las
partículas magnéticas a los campos magnéticos aplicados externamente, lo que
permite discriminar entre diferentes tipos de partículas de óxido de hierro sin
verlas realmente", señala Egli.
"La capacidad de encontrar rápidamente conjuntos de
magnetofósiles gigantes en el registro geológico ayudará a identificar el
origen de estos inusuales magnetofósiles", escriben los investigadores,
así como la ecología de los organismos que los formaron. Esto es importante,
dice Wagner, porque no se conoce ningún organismo vivo que forme magnetofósiles
gigantes en la actualidad, y todavía no sabemos qué organismos los formaron en
el pasado.
"Los organismos que produjeron estos magnetofósiles
gigantes son absolutamente misteriosos, pero esto deja abiertas interesantes
vías de investigación para el futuro", añade Lascu.
Sin embargo, más allá de eso, la información contenida en
los magnetofósiles ayuda a los científicos a comprender cómo respondieron los
océanos a los cambios climáticos pasados cómo el océano podría responder al
calentamiento actual.
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