La boca de este temible dinosaurio en realidad se parecía más a la de una iguana que a la de un cocodrilo, indica un reciente estudio.
Ilustración de un T. Rex sin dientes permanentemente visibles. Ilustración: Mark P. Witton. |
Investigadores
y artistas han debatido si los dinosaurios terópodos, el grupo de dinosaurios
bípedos que incluye carnívoros y depredadores superiores como el T. rex y el
velociraptor, así como las aves, tenían bocas sin labios en las que los dientes
superiores perpetuamente visibles colgaban sobre sus mandíbulas inferiores,
similar a la boca de un cocodrilo.
Sin embargo,
un equipo internacional de investigadores cuestiona ahora algunas de las
representaciones más conocidas y afirma que estos prehistóricos animales tenían
labios parecidos a los de los lagartos y a los de su pariente, el tuatara —un
raro reptil que sólo se encuentra en Nueva Zelanda—, que son los últimos
supervivientes de un orden de reptiles que prosperó en la era de los
dinosaurios.
Más parecido
a un lagarto que a un cocodrilo
En el
estudio más detallado realizado hasta ahora sobre este tema, los investigadores
examinaron la estructura de los dientes, los patrones de desgaste y la
morfología de la mandíbula de los grupos de reptiles labiados y no labiados y
descubrieron que la anatomía y funcionalidad de la boca de los terópodos se
parece más a la de los lagartos que a la de los cocodrilos. Esto implica
tejidos bucales con labios escamosos que cubren sus dientes.
Películas y documentales nos han hecho creer que los T. Rex tenían dientes que sobresalían de su boca. Foto: CBC. |
El coautor del estudio, Derek Larson, director de Colecciones e Investigador en Paleontología del Museo Real de Columbia Británica (Canadá), apunta que "a los paleontólogos les suele gustar comparar animales extinguidos con sus parientes vivos más cercanos, pero, en el caso de los dinosaurios, sus parientes más cercanos han sido evolutivamente distintos durante cientos de millones de años y hoy están increíblemente especializados".
Otro
coautor, el doctor Mark Witton, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido),
comenta que "los artistas de dinosaurios han ido y venido sobre los labios
desde que empezamos a restaurar dinosaurios durante el siglo XIX, pero los
dinosaurios sin labios se hicieron más prominentes en las décadas de 1980 y
1990. Entonces se arraigaron profundamente en la cultura popular a través de
películas y documentales.
"Curiosamente,
nunca hubo un estudio o descubrimiento específico que instigara este cambio y,
en gran medida, probablemente reflejaba la preferencia por una nueva estética
de aspecto feroz más que un cambio en el pensamiento científico. Estamos cambiando
esta representación popular cubriendo sus dientes con labios de lagarto. Esto
significa que muchas de nuestras representaciones favoritas de dinosaurios son
incorrectas, incluido el icónico T. rex de Jurassic Park", apunta.
La anatomía
de la boca del T. rex
Los
resultados descubrieron que el desgaste de los dientes en los animales sin
labios era notablemente diferente del observado en los dinosaurios carnívoros y
que los dientes de los dinosaurios no eran más grandes, en relación con el
tamaño del cráneo, que los de los lagartos modernos, lo que implica que no eran
demasiado grandes para cubrirlos con labios.
Además, la
distribución de los pequeños orificios alrededor de las mandíbulas, que
suministran nervios y sangre a las encías y a los tejidos que rodean la boca,
era más parecida a la de los lagartos en los dinosaurios que a la de los
cocodrilos. La modelización del cierre bucal de las mandíbulas de terópodos sin
labios mostró que la mandíbula inferior tenía que aplastar los huesos de
soporte de la mandíbula o desarticular la articulación de la mandíbula para
sellar la boca.
"Como
le dirá cualquier dentista, la saliva es importante para mantener la salud de
los dientes. Los dientes que no están cubiertos por los labios corren el riesgo
de secarse y pueden sufrir más daños durante la alimentación o la lucha, como
vemos en los cocodrilos, pero no en los dinosaurios", explica Kirstin
Brink, profesora adjunta de Paleontología de la Universidad de Manitoba
(Canadá) y coautora de la investigación.
Según apunta,
"los dientes de los dinosaurios tienen un esmalte muy fino y los de los
mamíferos, grueso (con algunas excepciones). El esmalte de los cocodrilos es un
poco más grueso que el de los dinosaurios, pero no tanto como el de los
mamíferos. Hay algunos grupos de mamíferos que sí tienen el esmalte expuesto,
pero su esmalte está modificado para soportar la exposición".
Por su
parte, Thomas Cullen, profesor adjunto de Paleobiología en la Universidad de
Auburn (Estados Unidos) y autor principal del estudio, sostiene que
"aunque en el pasado se ha argumentado que los dientes de los dinosaurios
depredadores podían ser demasiado grandes para estar cubiertos por los labios,
el estudio demuestra que, en realidad, sus dientes no eran atípicamente
grandes".
"Incluso
los dientes gigantes de los tiranosaurios son proporcionalmente similares en
tamaño a los de los lagartos depredadores vivos cuando se comparan por el
tamaño del cráneo, lo que rechaza la idea de que sus dientes eran demasiado
grandes para cubrirlos con los labios", resalta.
Los
resultados aportan nuevas ideas sobre cómo reconstruimos los tejidos blandos y
el aspecto de los dinosaurios y otras especies extinguidas. Esto puede
contribuir información crucial sobre cómo se alimentaban, cómo mantenían su
salud dental y los patrones más amplios de su evolución y ecología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario