Las garras más grandes del mundo de los dinosaurios, con la forma de la espada de un samurái, no funcionaron como un arma, sino para exhibirse del modo en que los pavos reales exhiben sus plumas.
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El estudio se centró en dos grupos de dinosaurios terópodos,
los alvarezsaurios y los terizinosaurios, los cuales exhibían unas extrañas
garras cuya función había sido un completo misterio. Así, resulta que los alvarezsaurios usaban
sus garras en forma de pico para excavar, pero sus parientes cercanos, los
terizinosaurios gigantes, usaban sus garras, de un metro de largo y en forma de
hoz, demasiado desarrolladas, para exhibirse, posiblemente ante las hembras y
potenciales competidores.
El nuevo trabajo está dirigido por el estudiante de
doctorado en la Universidad de Bristol y el IVPP, Zichuan Qin, quien a partir
de un modelo informático basado en la biomecánica identificó las funciones de
las extrañas garras de estos dinosaurios gracias a una comparación detallada
con las de algunos animales actuales.
Para ello, las garras primero se modelaron en tres
dimensiones a partir de tomografías computarizadas. Luego se comprobó su
resistencia al estrés y la tensión gracias a métodos de ingeniería, y
finalmente se combinaron con las funciones de tirar, perforar y excavar en
comparación con animales modernos cuyas funciones son conocidas bien conocidas.
LAS GARRAS MÁS EXTRAÑAS DEL MUNDO DE LOS DINOSAURIOS
“Los alvarezsaurios y los terizinosaurios son
definitivamente los primos más extraños entre los dinosaurios”, cuenta el
profesor Michael Benton, uno de los supervisores de Qin. “Los alvarezsaurios
eran los dinosaurios más pequeños que existieron, del tamaño de pollos, con
extremidades delanteras rechonchas y garras simples y robustas, pero sus
parientes más cercanos, los terizinosaurios, evolucionaron exactamente por el
camino opuesto”.
El Therizinosaurus es famoso por sus garras en forma de hoz,
cada una tan larga como una espada de samurái. Todos vimos a Therizinosaurus en
'Jurassic World' golpeando ciervos y matando al depredador gigante
Giganotosaurus. Sin embargo, esto es poco probable. "Estas garras largas y
estrechas eran demasiado débiles para el combate, explica el doctor Chun-Chi
Liao, experto en terizinosaurios del IVPP y coautor del estudio que se publica
recientemente en la revista Nature. "Nuestra simulación de ingeniería
muestra que estas garras no podrían soportar mucho estrés", continúa.
"Las garras más grandes que jamás haya exhibido un animal en la Tierra fueron en realidad inútiles en la función mecánica".
"No todas las garras de las manos de los
terizinosaurios eran tan inútiles en combate, pero la mayoría de especies
relacionadas podían usar sus garras como poderosas herramientas cuando se
alimentaban de las hojas de los árboles", añade Liao. "Por ello,
concluimos que las garras más grandes que jamás haya exhibido un animal en la
Tierra fueron en realidad inútiles en la función mecánica, por lo que creemos
que tuvieron que haber evolucionado bajo la selección sexual para ser
utilizadas en exhibición". El Therizinosaurus adulto, hipotetizan los
autores, podría haber agitado las garras para intimidar a un competidor o
atraer a las hembras del mismo modo que un pavo real despliega su cola para atraer
a las hembras".
Por su parte, Qin defiende en su trabajo que los
alvarezsaurios evolucionaron para convertirse en los dinosaurios más pequeños
al final del Cretácico, y que estos dinosaurios enano empleaban sus pequeñas,
robustas y poderosas garras para excavar en hormigueros y montículos de
termitas. "Eran como los osos hormigueros actuales”.
“La ciencia y la tecnología no pueden devolver la vida a los
dinosaurios, pero las técnicas avanzadas de computación e ingeniería pueden
mostrarnos cómo vivían los animales extintos”, declara la profesora Emily
Rayfield, una de las supervisoras de Qin y experta en biomecánica de
dinosaurios. “Animales extintos como alvarezsaurios y therizinosaurios son tan
extraños que ni siquiera podemos encontrar animales vivos parecidos.
Afortunadamente, el avance de la tecnología puede ayudarnos a simular en un
ordenador el funcionamiento de animales extintos utilizando principios
fundamentales de ingeniería y biomecánica. Este estudio muestra muy bien cómo
la selección natural puede conducir a la aparición de formas específicas, a
veces muy extrañas de seres vivos”.
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