Recientemente, el científico victoriano que acuñó la palabra "dinosaurio" fue honrado con una placa en la escuela en la que estudió de niño. ¿Pero quién fue Richard Owen?
Durante miles de años los fósiles de dinosaurio atrajeron
la curiosidad de los académicos. Pero los reptiles prehistóricos no recibieron
su famoso nombre hasta 1842.
Maravillado por los especímenes hallados en el sur de
Inglaterra en su época, el joven Owen reconoció que los restos tenían una serie
de características distintivas.
Eran “lagartijas terribles”, decía Owen, una familia
diversa de extraordinarios animales que merecían un grupo taxonómico propio al
que llamó Dinosauria.
Era un personaje controvertido y se dice que chocaba bastante con sus contemporáneos.
El paleontólogo, que provenía de una familia pobre de
Lancashire, un condado en el noroeste de Inglaterra, llegó a convertirse en una
celebridad en el mundo de la ciencia y estableció el Museo de Historia Natural
de Londres en 1881.
Fue un gran logro para un hombre calificado una vez de
“insolente” por sus maestros de la escuela Lancaster Royal Grammar School, a la
que asistió entre 1809 to 1819.
El actual director de la escuela, Chris Pyle, dice que no
hay una gran cantidad de información en los archivos sobre el tiempo que pasó
allí.
“Lo que tenemos es una cita de uno de sus directores en
la que se refiere a él como descarado”.
“Al parecer era extremadamente terco, sabía exactamente
lo que quería, era increíblemente inteligente y de ninguna manera conformista”.
Competencia con Darwin
El Museo de Historia Natural de Londres continúa estando al frente en todo lo que se refiere a la investigación de dinosaurios.
La descripción de Pyle no contradice la forma en la que
lo percibían los científicos de su época.
Owen desarrolló una reputación por ser controvertido. Fue
acusado de robar especímenes de otros científicos y de menoscabar el trabajo de
otros escribiendo críticas anónimas, mientras los apoyaba en público.
Gideon Mantell, uno de sus contemporáneos, lo describió
como “sobrevaluado, adulado y de un espíritu celoso y monopolizador”.
Se decía también que tenía problemas con otro de los
grandes científicos victorianos, Charles Darwin.
Owen estaba de acuerdo con Darwin sobre la evolución,
pero creía que era un proceso más complejo que el descrito por su colega en “El
origen de las especies”.
“Sabemos que trabajó con algunos especímenes recuperados
durante la famosa expedición Beagle de Darwin”, explica Pyle.
Pero Owen era una persona “que sospechaba mucho de Darwin
y quería ganarse su propia fama”.
“Parece que escribió un artículo anónimo en el que
alababa su propia obra mientras que decía que Darwin no era tan bueno como él
creía”.
“Es como si Darwin hubiese terminado siendo el bueno: un
gran pensador que descubrió la selección natural, mientras que Owen era algo
así como el malo”.
“De hecho, los dos eran grandes científicos a los que les
debemos mucho”.
Científico “cascarrabias”
Owen no tenía la mejor de las relaciones con Darwin.
David Williams, investigador de algas y fósiles del Museo
de Historia Natural, cree que la controvertida reputación de Owen no debe
empañar sus logros científicos, y recuerda que muchos de los sistemas que él
desarrolló para investigar la anatomía de las especies todavía son importantes.
“La diferencia es que Owen manipulaba viejos huesos y hoy
día nosotros usamos secuenciación de genomas. Los principios son los mismos”.
“Incluso antes de la teoría de la selección natural, la
gente hablaba de qué hace que un mamífero sea un mamífero y que hace que un
invertebrado sea un invertebrado. Ese era el campo de Owen”.
En opinión de Williams, el científico era “cascarrabias”
pero “extremadamente motivado”.
Además de su pasión por la investigación académica, Owen
quería compartir los últimos especímenes hallados y las teorías con el público,
de allí su interés por establecer un museo.
“Quería que la gente pudiese ver y estudiar por sí
misma”, afirma Williams
“Ernest Hemingway o Pablo Picasso también eran personajes
complicados, pero tienes que considerar sus logros por separado”.
La palabra dinosaurio tiene sus raíces en la palabra
griega para “lagarto terrible”, pero Williams dice que, con la palabra
terrible, Owen quería dar a entender “increíble” o “que infundía temor”.
“El objetivo de Owen no era solo describir a ésta y otras
criaturas maravillosas, sino encontrar un hogar para todas ellas y que el
público pudiese apreciar su majestuosidad”.
“Tras una larga campaña, en 1881 se abrieron las puertas
del Museo de Historia Natural en South Kensington que es un testimonio de su
persistencia e ingenuidad”, concluye Willson.
via BBC
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