Hace 83 millones de años, a principios del Campaniano
(Cretácico Tardío), un mar somero dividía dos enormes masas continentales
llamadas Appalachia y Laramidia. En ese Mar Interior de Norteamérica vivieron,
entre otros animales marinos, tortugas de la familia Protostegidae.
En 2008, un ejemplar fósil de esa familia de quelonios fue
descubierto en una cantera de la Formación Austin, cerca de Ciudad de Jiménez,
al norte de Coahuila, y posteriormente resguardado en la colección del Museo de
Paleontología de Múzquiz.
Del género Desmatochelys se han encontrado y descrito hasta
la fecha siete ejemplares en lo que ahora es Canadá (uno), Colombia
(uno), Estados Unidos (cuatro) y norte de México (uno).
Con base en el ejemplar colectado en Coahuila, y como parte
de su investigación doctoral “Taxonomía y sistemática de las tortugas fósiles
del Mesozoico de México”, el paleontólogo universitario Oliver Ariel López
Conde ha llevado a cabo el primer registro de la tortuga marina fósil más
grande descrita para México; pertenece a la familia Protostegidae y al género
Desmatochelys.
“Hasta ahora no se había descrito formalmente nada sobre
este género de tortugas en el país”, comenta el estudiante del Posgrado en
Ciencias Biológicas del Instituto de Geología de la UNAM.
Además, el ejemplar mexicano es el registro más sureño del
Cretácico Tardío, con lo cual se amplía la distribución geográfica de estas
tortugas a lo largo del Mar Interior de Norteamérica.
El más grande de México
El fósil colectado en Coahuila es el ejemplar más grande que
se conoce en México: mide un metro de largo por 80 centímetros de ancho, si
bien de la familia Protostegidae hay otros géneros más grandes, como Archelon,
con más de cuatro metros de longitud, y Protostega, con tres. Todos los
ejemplares de estas tortugas extintas han sido colectados en Estados Unidos,
principalmente en Dakota del Norte, Dakota del Sur y Texas.
“Pese a que no se puede realizar una descripción más
completa del fósil coahuilense porque carece de cráneo (de seguro se perdió
durante el trabajo de lajeado), hay elementos óseos conservados que permiten
afirmar que es una tortuga marina del género Desmatochelys“, refiere López
Conde.
A diferencia de otros ejemplares del mismo género colectados
en Norteamérica, se describieron por primera vez las extremidades posteriores
(ambas están bien conservadas y articuladas), lo que enriquece la descripción
de este género de tortugas del Cretácico Tardío. “Antes sólo se habían descrito
algunas falanges, pero no las extremidades posteriores, de menor tamaño pero
también con forma de aleta.”
El fósil fue fotografiado para facilitar su análisis
comparativo y su descripción taxonómica. Las imágenes obtenidas se pasaron por
un filtro de luz, con lo cual fue posible elaborar un esquema de su estructura
ósea que López Conde incluyó en un artículo que reportará por primera vez este
género de tortuga para México.
Descripción
¿Cuáles son los elementos óseos que permiten saber que se
trata de una tortuga del género Desmatochelys?
Se pudo identificar a nivel de familia y de género, debido a
la forma del caparazón y su reducción en la osificación; a las placas
periféricas largas y delgadas con contactos serrados; al hioplastrón y el
hipoplastrón, que son dos placas óseas de la zona abdominal del caparazón,
cuyos bordes presentan terminaciones ramificadas; y al entoplastrón, con su
característica forma en “T”.
“Mediante el filtro de luz se aprecian mejor todos los
elementos óseos de relevancia taxonómica: las vértebras caudales y el húmero,
más grande y robusto que el fémur, porque este tipo de aleta es la que hacía la
mayor fuerza para nadar”, apunta López Conde.
A pesar de que se encontraron diferencias para clasificarla
como una especie diferente de las dos previamente descritas (Desmatochelys
lowii y Desmatochelys padillai), el ejemplar de Múzquiz sería asignado a una
especie ya descrita.
En la actualidad, hay tortugas marinas grandes que pueden
medir hasta dos metros de longitud, como la tortuga laúd; pertenecen a la
familia Dermochelyidae, que en su momento también tuvo representantes durante
el Cretácico Tardío.
Los principales géneros colectados en lo que fue el Mar
Interior de Norteamérica son Archelon, Protostega y Desmatochelys, los cuales
se extinguieron a finales del Cretácico Tardío.
En una siguiente fase, López Conde trabajará en la taxonomía
de otra tortuga cuya descripción rápida indica que pertenece a la misma familia
Protostegidae, pero podría tratarse de un nuevo género-especie aún no descrito
en el mundo.
El ejemplar está prácticamente completo, vivió hace 90
millones de años, en el Turoniano (Cretácico Tardío), y fue colectado en la
cantera Venustiano Carranza, también en Coahuila.
“Mi proyecto doctoral aborda la descripción de tortugas
fósiles del Mesozoico que vivieron en el territorio que hoy en día ocupa
México, así como la obtención de sus relaciones filogenéticas, a fin de aportar
conocimiento sobre un grupo de reptiles relativamente olvidados en los estudios
paleontológicos del país”, finaliza López Conde.
El paleontólogo universitario contó con la colaboración de
la doctora Juliana Sterli, del Museo Paleontológico Egidio Feruglio; del doctor
Jesús Alvarado Ortega, del Instituto de Geología de la UNAM; de la maestra en
ciencias María Luisa Chavarría Arellano, profesora de la Facultad de Ciencias
de la UNAM; y de Héctor Porras Múzquiz, director del Museo de Paleontología de
Múzquiz.
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