Un nuevo análisis de los genes modernos y antiguos cerebros
respalda la idea de que el dinosaurio carnívoro tenía un olfato especialmente
poderoso.
Un nuevo análisis de antiguos cerebros y genes modernos
respalda la idea
de que este dinosaurio carnívoro tenía una nariz especialmente
poderosa.
FOTO POR ROGER HALL, ALAMY
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El emblemático depredador Tyrannosaurus rex y sus parientes
cercanos tenían uno de los sentidos del olfato más agudos de todos los
dinosaurios extintos, según señala un reciente estudio. El trabajo, publicado
ayer en Proceedings of the Royal Society B, trata de cuantificar
aproximadamente cuántos genes habrían estado involucrados en las habilidades
olfativas del Tiranosaurio rex, decenas de millones de años después de que
cualquier rastro de ADN haya desaparecido.
La idea de que los tiranosaurios tenían buena nariz no es
algo nuevo. En 2008, por ejemplo, los investigadores demostraron que T.rex y
sus hermanos dedicaron gran parte de sus cerebros a procesar los olores. Pero
este nuevo estudio añade novedades sobre el creciente movimiento que
correlaciona el ADN de los animales vivos con sus capacidades sensoriales y
corporales, con el objetivo de comprender así mejor las capacidades y
comportamientos de sus parientes extintos desde hace mucho tiempo.
“No es Jurassic Park”, dice el autor principal del estudio,
Graham Hughes, biólogo computacional del University College de Dublín,
refiriéndose al famoso esfuerzo ficticio para reconstruir el ADN del dinosario.
“Se trata de ver cómo la evolución sensorial es realmente un jugador importante
[en el hecho de] si te conviertes en un depredador o no”.
“Acojo con satisfacción este trabajo; parece que esta es
otra contribución al cuerpo de análisis donde las personas utilizan pistas de
genes y morfología para inferir la función sensorial y los roles ecológicos de
las especies extintas”, dice Deborah Bird, becaria postdoctoral en la
Universidad de California, Los Ángeles, quien ha utilizado técnicas similares
para reconstruir el repertorio del olfato de Smilodon, el “tigre dientes desable”.
Olfateando pistas
Hughes y su compañero, John Finarelli, paleobiólogo de la
University College Dublin, habían estado siempre enamorados de la idea de
observar los sentidos de los dinosaurios y finalmente habían centrado sus
esfuerzos en el olfato.
“¿A qué olía el ambiente cretáceo? Todos hablan sobre cómo
se ve, pero, ¿a qué huele?”, dice Hughes.
Para este estudio, los investigadores se centraron en la
forma general de los cerebros de los dinosaurios, que pueden conservarse
parcialmente como impresiones en las superficies internas de algunos cráneos
bien conservados. Puede parecer una difícil tarea pero, afortunadamente, los
investigadores tenían referencias vivas: las aves, los últimos dinosaurios
vivos.
Por lo general, las aves vivas con más receptores olfativos
(proteínas que se unen con moléculas de olor específicas) tienden a tener las
regiones de sus cerebros que procesan los olores, los bulbos olfativos,
desproporcionadamente grandes. Por ello, Hughes y Finarelli analizaron la
literatura científica en busca de registros de tamaños de bulbos olfativos y
medidas del tamaño de los cerebros de 42 aves vivas, dos aves extintas, el
caimán americano y 28 dinosaurios no aviares extintos. También rastrearon el
ADN de muchas aves vivas y, luego, combinaron todos los datos con un estudio publicado anteriormente, para así construir una nueva base de datos de los genes
receptores olfativos de los animales vivos.
Cuando los investigadores proyectaron el modelo resultante
de criaturas vivas en dinosaurios, encontraron que el Tiranosaurio rex probablemente
tendría entre 620 y 645 genes que codifican sus receptores olfativos, un
recuento de genes solo un poco más pequeño que el de las gallinas o los gatos
domésticos. Otros dinosaurios carnívoros grandes, como el Albertosaurus, tenían
también grandes recuentos de genes de receptores olfativos.
Pero el olfato no solo tiene el objetivo de encontrar
comida. Los animales usan los olores para reconocer a sus parientes, marcar sus
territorios, atraer parejas o detectar depredadores. Entre todos los vertebrados
vivos, el mayor registro de genes receptores olfativos se encuentra en el
elefante moderno, un herbívoro que cuenta aproximadamente con 2.500 genes de
este tipo. Con este sentido del olfato tan exquisito, los elefantes pueden
incluso “contar” la cantidad de comida tan solo con su olor.
Efectivamente, algunos dinosaurios herbívoros mostraron
evidencias de una mayor dependencia del olor que algunos carnívoros. Uno de los
herbívoros que Hughes y Finarelli examinaron, el terópodo Erlikosaurus, tenía
genes de recpetores olgativos más proyectados que el Velociraptor y muchos de
sus parientes. Aún así, el T.rex y Albertosaurus tenían incluso mayor capacidad
para olfatear.
Una bocanada a lo desconocido
Futuros trabajos podrían examinar qué olfateaban exactamente
el T.rex y sus parientes durante la época de los dinosaurios. Los datos
existentes hasta el momento permiten a Hughes y Finarelli inferir ciertos
olores en el repertorio de los dinosaurios, como la sangre y la vegetación
genérica. Pero los grupos de genes de receptores olfativos aún no han sido
rastreados hasta llegar a olores particulares.
“Es extraño que tenemos mucha información sobre cómo
funciona el olfato, pero muy poca sobre qué olor une al receptor odorante”,
dice Hughes. “Tal vez algunas compañías de fragancias tengan toda esta
información patentada, pero en términos científicos, simplemente no lo sabemos,
es uno de los grandes desafíos de la ciencia”.
Los investigadores dicen que los estudios futuros también
podrían rastrear las compensaciones inherentes a la evolución sensorial a lo
largo del tiempo, como el debilitamiento del sentido del olfato de algunos
mamíferos acuáticos cuando sus antepasados se mudaron al agua. Hughes afirma
que se podría realizar un trabajo similar en dinosaurios no aviares, un trabajo
que cautivó su imaginación.
“Me encantan los dinosaurios desde que era un niño”, dice,
“por lo que fue realmente genial poder contribuir a la base de su conocimiento
general, aunque sea un poco”.
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montre homme bos
Riba
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