En los últimos años, dos descubrimientos casuales han dado lugar a dos de los yacimientos paleontológicos más importantes del país
ENTREVISTA EN CADENA SER A JOSÉ MANUEL GASCA:
El protagonista de esta feliz casualidad ha pasado hoy por los micrófonos de La Ventana para hablarnos sobre su descubrimiento. José Manuel aclara que no habría podido percatarse de lo que tenía ante sus ojos si no fuera porque cuenta con “una formación que le permite identificar las evidencias” que le indican que está “ante algo importante”. Según nos ha contado, el yacimiento se encuentra en un camino transitado, no muy lejano a la ciudad de Huesca. Mientras entrenaba, al pie de un camino, se fijó en una parcela de terreno despejada de materiales rojizos, lo que supone un “suelo propenso a albergar fósiles”. Fue entonces cuando topó con los fragmentos de las cáscaras de huevo.
Los fósiles pertenecen a unja especie muy poco común en esa zona: los ‘saurópodos titanosaurios’, común en la Europa de finales del Periodo Cretácico, hace unos 68 millones de años, y cuyos ejemplares podían llegar a alcanzar los 40 metros de altura. Actualmente, la excavación se encuentra más o menos por la mitad del proceso. Se prevé que este descubrimiento pueda atraer a más visitantes al municipio, que ya recibe a 100.000 turistas anuales gracias a su castillo medieval.
La segunda serendipia nos lleva a Lleida, en los Pirineos, donde un grupo de jóvenes encontró en 2013, por casualidad, un conjunto de fósiles. Ahora, este descubrimiento ha permitido determinar que los huesos pertenecen a una especie de cocodrilo que vivió en España hace 71 millones de años. Albert Sellés, del Instituto Catalán de Paleontología, nos ha visitado para contarnos la importancia de esta investigación.
El yacimiento pertenece a una especie de cocodrilos terrestres bautizada como ‘ogresuchus furatus’. La historia de esta excavación es rocambolesca, ya que el fósil fue robado la noche antes de su levantamiento. Finalmente fue devuelto, aunque en un “lamentable estado de conservación”. Sin embargo, pese a este desafortunado incidente, el hallazgo permitió conocer de manera más profunda a esta especie de dinosaurio.
La paleontología es una dedicación vocacional para nuestros
dos protagonistas. En el caso de José Manuel, siempre tuvo una “afinidad
especial con la naturaleza”, y la paleontología es sólo “una especialización
dentro de esa pasión”. Albert, por su lado, desde pequeño estuvo muy unido al mundo
de los dinosaurios. Según sus palabras, “los dibujaba desde que tenía cuatro
años”.
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