El rastro, compuesto por seis huellas, pertenece a un individuo del grupo de los terópodos que tenía una patología en la pata izquierda
Imagen del momento en el que descubrió una huella del rastro en Las Hoyas. Imagen cedida por Ángela D. Buscalioni. |
Las huellas de este rastro tienen 45 centímetros de largo,
por lo que, según los cálculos de los científicos, tendría una altura a la
cadera de dos metros de alto y seis o siete de longitud total. “Es uno de los
animales más grandes que hemos descubierto o que interpretamos que tenía el
tamaño más grande de todo lo descubierto en Las Hoyas”, puntualiza Ángela D. Buscalioni, paleontóloga y directora del Centro para la Integración en
Paleobiología (CIPb-UAM), y una de los autores de la investigación. La
investigadora defiende que ya se conoce mucho sobre la diversidad de animales
que vivieron en este humedal a través de sus fósiles corpóreos, pero que, en
este caso, han podido conocer el yacimiento a través de los animales que
pasaban por él de manera estacional.
Este estudio ha estado a cargo de un grupo de investigadores
multidisciplinares. Para desarrollarlo se han servido de un escáner 3D que
aporta detalles a niveles muy concretos de toda la superficie de las huellas.
Ha sido acompañado por estudios métricos, así como análisis de sedimentología.
El rastro se comparó también con una muestra de otros 75 rastros de dinosaurios
bípedos.
La importancia de Las Hoyas
En este yacimiento se han descubierto numerosos y distintos
hallazgos, desde que comenzó a analizarse hace alrededor de 30 años. Incluso es
el protagonista de un libro, Las Hoyas: A Cretaceous Wetland, escrito por
Buscalioni junto con Francisco José Poyato Ariza, en el que se resumen los primeros
trabajos hechos en el yacimiento y dirigidos por José Luis Sanz. En él,
describen a Las Hoyas como un laboratorio de historia natural donde siempre
surgen nuevas preguntas. Precisamente Sanz es parte del equipo de tres
científicos españoles que publicó una investigación en 2010 en Nature, en la
que descubrieron y nombraron a una nueva especie de dinosaurio: Concavenator corcovatus. Dos décadas atrás, ya habían hallado en este mismo lugar el
Pelecanimimus polyodon, el primer ornitomimosaurio descrito en Europa, según
recoge un estudio publicado recientemente en Zoological Journal of the Linnean Society.
Francisco Ortega, paleontólogo que ha participado en algunos
de estos descubrimientos y profesor de la UNED, destaca que este lugar es un
yacimiento muy relevante por su conservación excepcional que aporta detalles
muy precisos de lo que ocurrió en la península Ibérica hace 130 millones de
años. “Tiene unas condiciones de fosilización muy concretas. Eso hace que el
yacimiento sea muy especial y nos permita reconocer cosas distintas a lo que
generalmente vemos en otros”, concreta.
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