Los animales de sangre fría, como
los reptiles, mantienen su temperatura corporal aprovechando el calor del
entorno; en los de sangre caliente, como los mamíferos y las aves, es su
metabolismo, su propio organismo, el que se encarga de conservar a nivel adecuado
esa temperatura. Sobre los dinosaurios se viene debatiendo el asunto desde hace
tiempo porque, si se consideraba tradicionalmente que estarían entre los
primeros, los animales de sangre fría o ectotermos, desde hace unos años empezó
a ganar terreno la teoría, en principio herética, de que serían de sangre
caliente, o endotermos. Ahora unos científicos que han estudiado casi 400
animales (unos extintos y otros actuales) concluyen que esa dicotomía
ectotermos/endotermos es demasiado simplista y que los dinosaurios estarían a mitad de camino, con un metabolismo
intermedio entre la sangre caliente y la sangre fría, como algunos tiburones,
atunes, o grandes tortugas marinas, según afirman en la revista Science, en la que presentan
sus resultados.
El asunto es importante porque los animales de sangre caliente son más
activos, más energéticos, con un
crecimiento rápido, frente a los más
dependientes de la energía captada del exterior, de los de sangre fría. Los dinosaurios, señalan John M.Grady (Universidad de Nuevo México en Albuquerque, EE
UU) y sus colegas, están más bien entre
los mesotermos, animales que pueden aumentar ellos mismos su temperatura
corporal, pero no mantenerla siempre al nivel adecuado, explica en Science
Michael Balter. La ectotermia, “requiere mucha menos energía del entorno; el
animal no se puede alimentar en condiciones de frío y tiene una capacidad
limitada de mantener mucha actividad incluso cuando le calienta el Sol”, señala
Roger Seymour, zoólogo de la Universidad de Adelaida (Australia), citado por
Balter. El enorme tiranosaurio Rex, por
ejemplo, necesitaba tales cantidades de alimento para vivir, tanta energía para
lograrlo, que como endotermo “probablemente habría muerto de hambre”, señala
Grady.
No es tarea fácil determinar qué
metabolismo tendrían unos animales que existieron hace millones de años, si
regulaban el calor corporal interna o externamente. Y la aportación esencial de
Grady y sus colegas es el método que han desarrollado para ello, basado no solo
en la tasa de crecimiento anual del animal, que queda reflejado en los huesos
y, por tanto, en los fósiles, sino en los patrones de desarrollo corporal a
medida que el animal va creciendo desde el nacimiento hasta convertirse en un
adulto. La inmensa mayoría de los animales están en la categoría de los
energéticos endotermos, de crecimiento rápido y alta tasa de metabolismo, o en
la de los ectotermos, con ambos factores bajos. Pero estos científicos han
encontrado también un puñado de especies (algunos tiburones, atunes y reptiles
como las grandes tortugas marinas) que parecen estar en esa situación
intermedia como los dinosaurios, apunta Balter, aunque las tasas de crecimiento
de estos varían entre unas especies y otras.
Grady y su equipo conjeturan que la mesotermia habría permitido a los
dinosaurios crecer mucho en tamaño con un coste energético comparativamente
bajo. Y Robert Eagle, de Caltech (EE
UU), apunta que en un planeta más cálido que ahora, tampoco era necesario ser
un animal completamente endotermo.
“Los dinosaurios dominaron el
flujo de materia y energía en los ecosistemas terrestres durante más de 135
millones de años”, escriben Grady y su equipo en Science. “Por lo tanto,
nuestros resultados tienen implicaciones importantes para comprender los
antiguos ecosistemas del mesozoico”.
Fuente: El País
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