- Los llamados intereses intensos pueden ser un signo de inteligencia infantil
Casi un tercio de los niños pequeños muestra un interés muy
intenso por alguna categoría de objetos o por alguna actividad concreta, según
el estudio «Aviones, trenes, automóviles y juegos de té: intereses
extremadamente intensos en niños muy pequeños», elaborado por investigadores de
las universidades de Yale y Virginia (EE. UU.) y de Queensland (Australia).
Pueden ser los dinosaurios, los unicornios, el color naranja, los trenes, los
cepillos… y a no ser que lleguen a ser obsesiones que les produzcan malestar e
interfieran de manera negativa en su vida cotidiana, explica María José Acebes,
neuropsicóloga y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC,
«ni es malo ni significa que el pequeño vaya a tener un problema en su salud
mental en el presente o en el futuro».
Puede ser incluso un síntoma de inteligencia. Otro estudio,
en este caso llevado a cabo en las universidades de Indiana y Wisconsin (EE.
UU.), afirmaba que los niños obsesionados con los dinosaurios pueden ser más
inteligentes. En este sentido, Acebes advierte de que no todos los pequeños con
intereses intensos son más listos, aunque personas con autismo o síndromes como
el de Asperger, a los que erróneamente se asocia con una inteligencia por
encima de la media, suelen tener lo que se llama intereses restringidos (única
y exclusivamente les interesa una categoría de objetos o una actividad). Sin
embargo, lo cierto es que «no todos los niños con un interés sobresaliente por
una actividad o por una categoría de objetos tienen altas capacidades, pero
muchos de los que tienen altas capacidades sí presentan esta característica más
obstinada», explica Acebes.
Se llaman intereses intensos los gustos especialmente
vehementes que incluso pueden llegar a parecer «obsesiones» y que suelen
aparecer en los niños de entre dos y cinco o seis años (a veces incluso antes),
tal y como refleja el estudio Aviones, trenes, automóviles... y juegos de té. A
partir de esta edad, esos gustos empiezan a disminuir en intensidad, explica
Noemí Guillamón, directora del máster universitario de Psicología Infantil y
Juvenil de la UOC. Y en la mayoría de los casos van despareciendo con los años.
En ocasiones, según el estudio de las universidades de Indiana y Wisconsin,
estos gustos permanecen a lo largo de la vida. No todos los niños los tienen,
matiza Guillamón, ni tampoco con la misma intensidad. En cuanto al género, se
encuentra alguna diferencia entre las niñas y los niños. Según reflejan las
investigaciones, los intereses intensos son más comunes en los chicos.
Ventanas de aprendizaje
Esta característica infantil puede ser muy positiva si los
padres y educadores la aprovechan para favorecer el desarrollo de los pequeños.
«Son ventanas de oportunidad que se pueden utilizar en el aprendizaje», explica
Eulàlia Hernández, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la
Educación e investigadora principal del grupo PSINET de la UOC. Los niños
aprenden jugando y prestan mayor atención si les interesa lo que están
asimilando, explica la profesora. ¿Por qué no utilizar en casa o en los colegios
los dinosaurios para ayudarlos a asimilar conceptos, a fomentar aspectos
relacionales, afectivos o físicos de su desarrollo?, se pregunta.
La pedagoga italiana María Montessori, creadora del método
que lleva su nombre, ya hablaba de las ventanas de oportunidad de aprendizaje.
Montessori afirmaba que los niños pasan por periodos sensibles en los que
tienen mayor predisposición para aprender determinados conceptos o desarrollar
ciertas habilidades (de movimiento, lingüísticas…). Para Eulalia Hernández, los
intereses intensos de los niños son también ventanas de oportunidad, como las
que propone el método Montessori, de las que se pueden valer padres y
educadores.
Respetar sus gustos, aunque en ocasiones nos parezcan un
poco «obsesivos», influye también en la percepción que tiene el niño de sí
mismo. Acompañarlo y guiarlo (pero no dirigirlo), matiza Guillamón, y no
limitar o prohibir sus preferencias, favorece la construcción de una autoestima
sana. Un buen uso de estos gustos tan apasionados también puede mejorar su
capacidad lingüística, relacional, de resolución de conflictos, etc.
¿Cuándo puede resultar un problema?
Cuando estos gustos generan un nivel alto de ansiedad y
malestar o cuando los pensamientos del niño solo giran alrededor de estos y no
quiere nada que no esté relacionado con ellos. Además, Acebes recomienda estar
atentos al pensamiento mágico característico de esta edad: «Cuando el pequeño
cree que algo malo le va a pasar si no tiene el unicornio o la ropa de color
rosa, por ejemplo, podemos estar frente a un problema», explica. Cuando estos
intereses generan malestar y dificultad de adaptación al entorno, pueden
significar un problema en la vida del niño y su familia. También pueden
significar un problema si el pequeño se muestra intranquilo en el colegio a no
ser que lleve consigo alguno de los peluches de su colección, si tiene ansiedad
al abrir un regalo y descubrir que no es un dinosaurio o si solo es capaz de
prestar atención cuando se le habla sobre trenes, por ejemplo.
En todo caso, y aunque el nivel de «obsesión» sea moderado y
no comporte ningún problema, Eulàlia Hernández recomienda no solo acompañar,
permitir y aprovechar sus gustos sino también animarlo a ampliar sus intereses.
Así, a la niña que le encantan los unicornios, por supuesto que hay que
regalarle en su cumpleaños objetos relacionados con ese animal fabuloso, pero
no solo eso. Combinarlos con otro tipo de regalos es sano y permite a los
pequeños disfrutar de sus aficiones y sentirse apoyados y no censurados, pero al
mismo tiempo abrir nuevas oportunidades de investigación y aprendizaje.
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