La casa Drouot de París subasta cuatro ejemplares del Jurásico
y Cretácico Superior y un cráneo de allosaurus
¿Un Picasso o un dinosaurio? El selecto club de los
coleccionistas lleva, desde hace más de una década, haciendo explotar las
subastas de historia natural. Para aquel que puede pagarlo, decorar un 'loft',
una oficina o un 'chateau' con un ejemplar de más de cien millones de años,
hermoso en su singularidad como una obra de arte, se ha convertido en algo cada
vez más común. Leonardo di Caprio y Nicolas Cage ya tienen los suyos. La
prestigiosa casa Drouot de París subasta cuatro ejemplares del Jurásico y
Cretáceo Superior, además de un fabuloso cráneo de allosaurus, piezas que
pueden superar los 900.000 euros.
Visitar la colección expuesta en la legendaria Drouot que
pasará hoy bajo el martillo es como realizar un maravilloso viaje por el lado
más sorprendente y estético de la ciencia. Meteoritos, amonites iridiscentes,
monstruos de las profundidades marinas, mariposas de un azul de otro mundo,
huesos y muelas de mamut... y allí están ellos: dos parejas de dinosaurios
expuestos debidamente en composiciones artísticas y atractivas para sus futuros
propietarios.
Dos 'Hypacrosaurus altispinosus', un adulto y un joven,
presentados como una escena de maternidad. Datados en el Cretácico Superior, se
estima que tienen entre 70 y 72 millones de años. Proceden de Montana. Se sabe
que la especie, herbívora, vivía en colonias y cuidaba con especial celo a su
prole. Por eso, explica el consultor Iacopo Briano, paleontólogo experto de la
venta, la escena, que muestra a la «madre» ralentizando su marcha y girando la
cabeza para esperar a que su pequeño la atrape, «es realista incluso a nivel
científico». Cuando la ciencia está en venta, el 'marketing' no debe
descuidarse. Por cierto, quien adquiera la pareja deberá contar con un espacio
de más de 35 metros cuadrados para exponerla. Abstenerse titulares de pisos
pequeños.
El otro lote cuenta la historia de una caza, o un combate,
en la que un pequeño ornitholestes se lanza a por la pata trasera de un
othnielia, que parece espantado. Tienen entre 152 y 145 millones de años,
fueron encontrados en Wyoming y se cree que podrían alcanzar entre 600.000 y
700.000 euros, respectivamente.
Historia natural
Skinny. La casa Drouot planea subastar en junio otro dinosaurio, un
herbívoro primo de los diplodocus, que podría superar los dos millones de
euros. Tiene 13 metros de largo, más de 6 de alto y se llama 'Skinny'.
Desalojado de la Torre Eiffel. En junio de 2018, un terópodo de 150 millones de años
expuesto en el primer piso de la Torre Eiffel fue subastado por dos millones de
euros por un particular francés.
Sin comprador. El pasado noviembre, sin embargo, un allosaurus y un
camptosaurus, estimados en 500.000 y 800.000 euros, no encontraron comprador.
Pero, ¿de dónde salen estos dinosaurios? «El 90%, de las
excavaciones paleontológicas se hacen ya de forma privada. Son empresas
especializadas que buscan y preparan los restos para intentar venderlos»,
explica Alexandre Giquello, presidente de la casa Drouot y cuya firma, Binoche
y Giquello, presenta la colección. Los saurios que saldrán hoy a puja no
proceden de coleccionistas, sino que son piezas que han sido buscadas,
restauradas y preparadas para la venta por lo que se conoce como «paleontólogos
comerciales». Este auge que experimenta la paleontología en las casas de
subastas inquieta a los científicos porque, mientras que ejemplares originales
parten a decorar la entrada de la casa de un magnate, muchos museos deben
conformarse con réplicas hechas en yeso.
«¿Los museos? No tienen dinero para comprar estas piezas. A
veces hay mecenas que pujan para que los ejemplares vayan a alguna galería,
pero no es lo habitual». Giquello chasquea la lengua y reconoce que las piezas
irán, casi seguramente, a particulares con grandes fortuna. Personas que, como
describe Briano, «no son especialmente coleccionistas de historia natural, pero
que se acercan a esta especialidad por el nivel altamente estético de los
objetos». La idea de la subasta, reconoce el consultor, era encontrar piezas
interesantes desde el punto de vista científico, pero que fueran también
hermosas.
Un fósil admirable
Un ejemplo claro en la colección que se presenta es el
bellísimo fósil de una enorme hoja de palmera, de entre 53 y 48 millones de años,
que podría alcanzar los 65.000 euros. «Es un tipo de fósil que ya hemos visto
en casas particulares, y este es el más grande que yo haya visto jamás en mi
vida profesional», dice el paleontólogo. La hoja mide tres metros de alto. Otra
palma de la misma época, de un metro de longitud y con varios peces
fosilizados, se estima en 25.000 euros. La casa de subastas especifica que está
lista para ser colgada en la pared.
Para otras piezas, como el amonites que dejó un rastro de
trece metros sobre el fondo marino al morir, el más largo que se conoce, «ya
hay museos privados interesados en pujar. Chinos, sobre todo», especifica
Briano. La pieza, rarísima, muestra el fósil del molusco y su traza. El
negativo de este fósil -del que solo se conservan 8,5 metros- se encuentra en
la colección permanente del museo Cosmocaixa de Barcelona. No ha sido fácil
hacer una estimación de su precio -entre 40 y 45.000 euros-, dado que no hay
nada con qué compararla.
Huevos de aepyornis, conocida como el 'ave elefante', del
Pleistoceno; un cangrejo araña de Japón de casi tres metros que parece venido
de otro planeta para conquistarnos; un diente de megalodón, una especie
parecida al tiburón que vivió durante el Cenozoico y podía alcanzar los 20
metros; el esqueleto de una pitón, de un pez martillo y de un pelícano; un
bathynomis gigante, un necrófago de las grandes profundidades marinas que puede
llegar a ayunar durante cinco años; gogottes de Fontainebleau, esas formaciones
rocosas blanquísimas y que crean formas caprichosas que recuerdan a la nata
chantilly... y los vagabundos del espacio, la fascinante colección de
meteoritos, que incluye una piedra procedente de la Luna y dos rocas marcianas,
entre ellas «la sección del meteorito considerado como el más importante del
mundo porque viene de Marte de hace más de 4.000 millones de años», relata
Briano. Una colección digna de un sueño infantil.
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