El asteroide que acabó con casi todos los dinosaurios impactó en la Tierra durante la primavera en el hemisferio norte, según un análisis de fósiles de peces que murieron justo después del impacto.
Ilustración del impacto que acabó con los dinosaurios - JOSHUA KNÜPPE |
Hace unos 66 millones de años, el llamado meteorito de
'Chicxulub' se estrelló contra la Tierra, en lo que hoy es la península de
Yucatán (México), marcando la desaparición de los dinosaurios y el fin del periodo
Cretácico. Esta extinción masiva sigue desconcertando a los científicos, ya que
fue una de las más selectivas de la historia de la vida: desaparecieron todos
los dinosaurios no avianos, los pterosaurios, los ammonites y la mayoría de los
reptiles marinos, mientras que sobrevivieron mamíferos, aves, cocodrilos y
tortugas.
Un equipo de científicos de la Vrije Universiteit, la
Universidad de Uppsala y el ESRF ha arrojado ahora luz sobre las circunstancias
que rodearon la diversa extinción de los distintos grupos. Las respuestas
proceden de los huesos de los peces que murieron momentos después del impacto
del meteorito.
Cuando el meteorito impactó en la Tierra, sacudió la placa
continental y provocó enormes olas en masas de agua, como ríos y lagos. Estas
movieron enormes volúmenes de sedimentos que engulleron a los peces y los
enterraron vivos, mientras que las esférulas de impacto (perlas de vidrio de
roca terrestre) llovían desde el cielo, menos de una hora después del impacto.
En la actualidad, el yacimiento del evento de Tanis, en
Dakota del Norte (Estados Unidos), conserva un ecosistema fosilizado que
incluye peces paleta y esturiones, que fueron víctimas directas del evento.
Los peces fósiles se conservaron de forma excepcional, con
sus huesos sin apenas signos de alteración geoquímica. Melanie During,
investigadora de la Universidad de Uppsala y de la VU de Ámsterdam y autora
principal de la publicación, acudió al lugar para excavar los valiosos
ejemplares. "Para nosotros era obvio que teníamos que analizar estos
huesos para obtener información valiosa sobre el momento del impacto",
explica.
El equipo acudió al ESRF, un acelerador de partículas que
produce los rayos X más brillantes del mundo, con un espécimen parcial de pez y
secciones representativas de los huesos y realizó una tomografía de rayos X de
sincrotrón de alta resolución.
El ESRF es la herramienta perfecta para investigar este tipo
de muestras y la instalación ha desarrollado una experiencia única en
paleontología durante las últimas dos décadas.
"Gracias a los datos del ESRF, descubrimos que los
huesos registraban un crecimiento estacional, muy parecido al de los árboles,
creciendo una nueva capa cada año en el exterior del hueso", explica en un comunicado Sophie Sánchez, de la Universidad de Uppsala, y científica visitante
en el ESRF.
"Los anillos de crecimiento recuperados no sólo captaron las historias de vida de los peces, sino que también registraron la última estacionalidad del Cretácico y, por tanto, la estación en la que se produjo la extinción catastrófica", añade el autor principal, Jeroen van der Lubbe, de la VU de Ámsterdam.
Los escáneres de rayos X también mostraron la distribución,
las formas y los tamaños de las células óseas, que se sabe que también fluctúan
con las estaciones.
"En todos los peces estudiados, la densidad y los
volúmenes de las células óseas pueden rastrearse a lo largo de varios años e
indican si fue primavera, verano, otoño o invierno. Vimos que tanto la densidad
celular como los volúmenes iban en aumento, pero no habían alcanzado el máximo
durante el año de la muerte, lo que implica que el crecimiento se detuvo
bruscamente en primavera", explica Dennis Voeten, investigador de la
Universidad de Uppsala.
Paralelamente a los estudios de radiación de sincrotrón, el
equipo llevó a cabo un análisis de isótopos de carbono para revelar el patrón
de alimentación anual de un pez. La disponibilidad de zooplancton, su presa
preferida, oscilaba estacionalmente y alcanzaba un máximo en verano.
Este aumento temporal del zooplancton ingerido enriqueció el
esqueleto del pez con el isótopo de carbono 13C, más pesado, en relación con el
isótopo de carbono 12C, más ligero.
"La señal de isótopos de carbono en el registro de
crecimiento de este desafortunado pez espátula confirma que la temporada de
alimentación aún no había llegado al clímax: la muerte llegó en
primavera", afirma During.
Según los científicos, estos hallazgos ayudarán a futuras
investigaciones sobre la selectividad de la extinción masiva: en el hemisferio
norte, era primavera y, por tanto, los ciclos de reproducción de los organismos
estaban comenzando, para luego detenerse abruptamente. En cambio, en el
hemisferio sur era otoño y muchos organismos se preparaban para el invierno.
En general, se sabe que los organismos que estaban expuestos
morían prácticamente de inmediato. Así que los que se refugiaban en cuevas o
madrigueras porque estaban hibernando tenían muchas más probabilidades de
sobrevivir en el Paleógeno.
"Nuestros resultados ayudarán a descubrir por qué la
mayoría de los dinosaurios murieron mientras que las aves y los primeros
mamíferos lograron evadir la extinción", concluye During.
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