¿Está basado el mecenas de Jurassic Park en Andrew Carnegie, el gran filántropo de la paleontología de principios del siglo XX?
Retrato de Andrew Carnegie. NPG/Wikimedia. |
Lo cierto es que en las novelas la realidad es algo
diferente: Grant y su equipo trabajan para Hammond. No solo reciben su dinero y
lo usan en sus excavaciones, sino que le entregan informes de sus hallazgos y
los resultados de investigación. Información que usan desde InGen para ponerla
en práctica a la hora de criar dinosaurios. Ya que, a diferencia de la
película, en la novela Parque Jurásico, Grant y Sattler trabajan en un
yacimiento de nidos y crías de dinosaurio, inspirado en la Colina del Huevo de Montana
donde Jack Horner y su equipo descubrieron Maiasaura. Y claro, recibir
información fresca, recién investigada, sobre los hábitos reproductivos y de
cría de dinosaurios, pues es útil si vas a dedicarte a clonarlos y pretendes
que sobrevivan…
La imagen del mecenas en paleontología no es puramente
peliculera ni cosa de las novelas, y de hecho, grandes hallazgos de la historia
de la Paleontologia de Vertebrados se han debido a este tipo de ayudas. De
hecho, es posible que el propio John Hammond esté basado en un personaje
histórico, Andrew Carnegie.
Como el ficticio John Hammond de Parque Jurásico, Carnegie
era escocés, pero vivió y amasó su fortuna en Estados Unidos. Empezó trabajando
en la Compañía Ferroviaria de Pennsylvania, de la que acabó siendo gerente.
Creó la Compañía de Aceros Carnegie, que acabó fusionando a otras empresas del
sector hasta formar la US Steel. Amasó una enorme fortuna que, como filántropo,
dedicó a subvencionar bibliotecas, escuelas, universidades e investigaciones
científicas. Y fundó un puñado de instituciones, como la Carnegie Institution
for Science, la Carnegie Mellon University, o el Carnegie Museum de Pittsburgh.
De hecho, fue a través de este museo y sus investigadores que Carnegie
patrocinó sus excavaciones.
Parece ser que su interés en los dinosaurios creció cuando
vio reseñado en un periódico el hallazgo, contado de manera ultra
sensacionalista, de un gigantesco saurópodo en Wyoming. Carnegie dio la orden
al director de su museo en Pittsburgh, William Jacob Holland, de que comprase
ese espectacular espécimen para su museo. Tras desplazarse hasta Wyoming, los
hombres de Holland no encontraron ese “gigantesco brontosaurio” -y es que la
noticia se basaba únicamente en un fémur de gran tamaño- pero en el área de
Sheep Creek descubrieron un gigantesco esqueleto casi completo de un dinosaurio
saurópodo del ya conocido género Diplodocus, pero que parecía ser una especie
nueva. El paleontólogo John Bell Hatcher nombró a esta nueva especie como
Diplodocus carnegii en honor a Carnegie, su mayor mecenas y fundador de su
museo. Curiosamente, este esqueleto era en realidad la mezcla de varios
individuos, pero se procedió a su montaje esquelético como si se tratase de uno
solo. Algo, por cierto, muy habitual en los museos. Este montaje colosal se
inauguró en 1907 y su fama corrió como la pólvora.
A este ejemplar, aunque compuesto de varios individuos, se le apodó Dippy, y se hizo muy famoso. Andrew Carnegie estaba tan contento con este hallazgo, y supongo que también con el hecho de que el dinosaurio llevara su nombre, que accedió a la petición del rey Eduardo VII de Inglaterra y pagó la realización de réplicas del esqueleto, que se montó en el Museo de Historia Natural de Londres, donde permaneció durante décadas, hasta que recientemente se desmontó y reemplazó por un esqueleto de ballena para montar una exposición itinerante sobre Dippy. Esta donación alentó otras peticiones, y Carnegie las regaló a varios países europeos y americanos, donde se instalaron en sus principales museos. Es por eso por lo que gran cantidad de museos tienen una copia de Dippy, como el Museum für Nasturkunde de Berlin, el Muséum National d’Histoire Naturelle de Paris, el Museo de La Plata en Buenos Aires, o el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, entre otros. Estas donaciones de Carnegie hicieron de Diplodocus un dinosaurio muy popular, e hicieron posible, por primera vez, que personas de todo el mundo vieran de cerca un dinosaurio. También sentaron el precedente de la producción de réplicas de fósiles y esqueleto como negocio, algo que hoy en día es más habitual y que constituye, al menos en parte, la fuente de financiación de muchos museos e instituciones.
Como paleontólogo con proyectos en mente y falta de financiación,
me planteo constantemente ¿dónde estarán los Hammond o Carnegie en la
actualidad? Y seguro que muchos compañeros y compañeras piensan del mismo modo.
Referencias:
Pérez-García, A; Sánchez-Chillón, B. 2009. Historia de
Diplodocus carnegii del MNCN: primer esqueleto de dinosaurio montado en la
Península Ibérica. Spanish Journal of Palaeontology, 24-2: 133-148.
Sanz, J.L. 2007. Cazadores de dragones: Historia de los
paleontólogos que descubrieron y estudiaron los dinosaurios. Ed. Ariel.
Gascó, F. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los
dinosaurios. Guadalmazan.
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