jueves, 17 de febrero de 2022

La península ibérica pudo haber sido tierra de espinosáuridos

El análisis de unos restos de espinosáurido del yacimiento de Papo Seco (Portugal) han permitido clasificarlos como una nueva especie a la que han llamado Iberospinus natarioi.

Reconstrucción del Iberospinus natarioi que muestra la digitalización en 3D
de algunos de los huesos recuperados, junto con la musculatura.
 FOTO: MATEUS, ESTRAVIZ-LÓPEZ / CREATIVE COMMONS
Los espinosáuridos son un grupo de dinosaurios bastante peculiar. Eran terópodos, es decir, su anatomía se caracterizaba por unos huesos huecos como los de las aves actuales, así como patas delanteras pequeñas con tres garras. Además, la forma de su esqueleto sugiere que estaban adaptados para una vida semiacuática, donde depredarían peces y otros animales más pequeños. Clasificar sus especímenes es un rompecabezas harto complicado debido a la escasez de los restos y su estado de conservación. Sin embargo, gracias a los nuevos descubrimientos en la Formación Papo Seco, Portugal, podríamos encontrarnos ante el primer ejemplar de una especie a la que han llamado Iberospinus natarioi.

Estos restos no son nuevos, corresponden a un fósil que había sido previamente asignado a la subfamilia Baryonyx, pero gracias a un reanálisis de los huesos y al nuevo material encontrado en el yacimiento, se ha descubierto que hay más discrepancias que coincidencias con otros Baryonyx del registro.

Lo que nos cuentan los huesos

El Iberospinus se une a Vallibonavenatrix, Baryonyx y Camarillasaurus para formar un total de cuatro espinosáuridos distintos encontrados en la península ibérica, lo que indicaría que hace unos 125 millones de años, durante la edad Barremiense, esta zona era favorable a la vida de la familia Spinosauridae. El estudio del estrato donde se encontraros los huesos indica que el ambiente en el que se creó la Formación Papo Seco era mayoritariamente lagunar, con influencia continental y relativamente cerrada al mar. Es decir, en aquel momento las condiciones podrían ser similares a las de la Albufera de Valencia en la actualidad. Este entorno se puede inferir debido a la presencia de fósiles de bivalvos de agua dulce en el mismo estrato que los restos del Iberospinus.

Además de las conchas, en esta formación y las contiguas es común hallar restos de peces, de otros tetrápodos y de dinosaurios voladores como los pterosáuridos. Lamentablemente estos restos son mayoritariamente fragmentos de dientes, lo que incrementa mucho la dificultad de identificar con seguridad qué especie se acaba de encontrar, pero no lo vuelve imposible.

¿Quién es quién?

Diagrama del esqueleto del Iberospinus. En rojo los huesos encontrados que han
permitido hacer la recreación. FOTO: SCOTT HARTMAN /
CREATIVE COMMONS
Esta pregunta suele hacerse en negativo en la arqueología, es decir, ¿quién no es quién? Si encontramos un ejemplar prácticamente completo de un dinosaurio, ya tenemos claro cómo era su anatomía y, a partir de él, podemos comparar los futuros restos que se excaven. Si encontramos restos similares, pero algún pedazo no encaja y nos hace replantearnos el resto de la composición del dinosaurio, probablemente nos encontremos ante una especie nueva. Y esto es lo que ha pasado con el Iberospinus.

El espécimen conocido como ML1190 se compone de dientes, fragmentos de la mandíbula, varias vertebras y de parte de las extremidades y la cola, lo que lo convierte en uno de los más completos del mundo. Debido al estado de conservación de los dientes, los estudios mediante tomografía computarizada han permitido observar los restos fosilizados del sistema vascular y del sistema nervioso del dinosaurio, logrando así distinguirlo de las otras especies y asegurando que, efectivamente, se trata de una nueva. El descubrimiento del Iberospinus además trae consigo una futura revisión de los otros fósiles hallados en la península como el de Sala de Los Infantes en Burgos, Castilla y León, que actualmente está catalogado como Baryonyx pero que, visto lo visto, podrían no serlo.

Por último, dado el probable origen europeo de los megalosauroides y que la mayoría de los espinosáuridos de la edad Barremiense conocidos proceden de Europa occidental en general y de la Península Ibérica en particular; la inclusión de Iberospinus no hace más que confirmar que estos dinosaurios debieron aparecer en lo que ahora es Europa.

Los rasgos del Iberospinus

La composición muestra que el Iberospinus era una especie que mediría unos 7 metros de longitud y rondaría los dos y medio de altura. Debido a estas características y comparado con los otros miembros, su peso estimado estaría entre 1,5 y 2 toneladas. Para mover ese peso las extremidades posteriores debían ser muy robustas y musculares, aunque si se confirmase que la vida era semiacuática, esta carga se vería aliviada durante parte del día.

Sus rasgos faciales serían parecidos a los de un cocodrilo, con la mandíbula alargada para alojar más de una veintena de dientes de varios centímetros de longitud, preparados para cazar todo lo que se pusiese a su vista. Respecto a su comportamiento, poco podemos averiguar, pero si seguimos excavando en yacimientos como el de Papo Seco y encontramos más fósiles o incluso huellas, podremos adentrarnos un poco más en la vida de estos dinosaurios extintos hace millones de años.

QUE NO TE LA CUELEN

  • En este artículo hablamos de espinosáuridos, de los cuales, la especie más representativa es el espinosaurio (Spinosaurus aegyptiacus). Con sus 12,6 a 18 metros y de 7 a 9 toneladas de peso, el espinosaurio podría haber sido el mayor dinosaurio carnívoro. Se caracteriza por una gran aleta dorsal y una vida semiacuática, como un gigantesco cocodrilo moderno.
  • La paleontología, al igual que todas las ciencias, está en constante revisión con los nuevos datos que se van añadiendo a sus registros. Gracias a ello podemos recrear cada vez mejor a estos fantásticos animales que pisaron La Tierra hace millones de años.

REFERENCIAS (MLA)

Mateus O, Estraviz-Lo´pez D (2022) A new theropod dinosaur from the early cretaceous (Barremian) of Cabo Espichel, Portugal: Implications for spinosaurid evolution. PLoS ONE 17(2): e0262614.

https://doi.org/10.1371/journal.pone.0262614

larazon.es

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