Laura Piñuela, científica del MUJA, asegura en su tesis
doctoral que cuatro rastros de Tereñes evidencian el comportamiento gregario de
los saurios
Colunga, Ramón DÍAZ La "Costa de los dinosaurios"
sigue revelando secretos del pasado. El equipo científico del Museo del
Jurásico de Asturias (MUJA) ha descubierto en el yacimiento de pterosaurios de
Tazones, en Villaviciosa, huellas que explican cómo echaban a votar estos
reptiles voladores. Además, en el yacimiento de Tereñes, en Ribadesella, se han
hallado cuatro rastros paralelos de ornitópodos (saurios herbívoros dotados de
pies con tres dedos, como las aves), que evidencian un comportamiento gregario,
en grupo o manada. Todo ello ha sido incluido por Laura Piñuela, integrante del
equipo científico del MUJA, en su tesis doctoral, titulada "Huellas de
dinosaurios y de otros reptiles del Jurásico Superior de Asturias",
dirigida por el catedrático de Paleontología de la Universidad de Oviedo Luis
Carlos Sánchez de Posada, que fue leída el pasado día 22 en la Facultad de
Geología.
Piñuela repasa en su trabajo los hallazgos del equipo
científico del MUJA y destaca que el elevado número, la gran diversidad y la
excelente conservación de muchas de las huellas de reptiles hace que los
yacimientos del Jurásico de Asturias en general, y la colección del museo en
particular, tengan gran relevancia internacional. De hecho, la colección de
huellas del MUJA es una de las más completas del mundo.
Según Piñuela, que leyó la tesis arropada por familiares,
amigos y compañeros, las rocas del Jurásico Superior de Asturias presentan la
más alta diversidad mundial de huellas de vertebrados. Así, las huellas
halladas en la "Costa de los dinosaurios", que se extiende desde el
cabo Torres, en Gijón, hasta la playa de Arra, en Ribadesella, han permitido reconocer
trece icnogéneros: ocho de dinosaurios, uno de pterosaurio, dos de cocodrilos,
uno de tortugas y uno de lagartos jurásicos. La tesis de Piñuela, desarrollada
con el material de la colección del MUJA (más de 4.400 ejemplares) y del que
aún permanece en los acantilados.
En el caso de Asturias, el mayor número de huellas y con
mejor conservación aparece cuando los vertebrados se desplazaban sobre barro y
los huecos se rellenaban con arena. Y es que los rellenos de arenisca son muy
resistentes a los procesos de erosión y meteorización en los acantilados, por
lo que conservan a menudo con todo detalle las características de los pies y
manos de los animales, las garras, las almohadillas digitales y plantares y
hasta las impresiones de la piel.
En el grupo de los terópodos, en el que figuran por ejemplo
los allosaurus, carnívoros bídedos con garras de hasta 9 metros de altura, se
han hallado en la "Costa de los dinosaurios" huellas en las que
aparece la impresión de la semimembrana que une los dedos. Piñuela destacó que
las huellas indican que los terópodos, al introducir el pie en un sedimento
fangoso blando, aumentaban sus ángulos interdigitales, mientras que durante la
extracción retiraban ligeramente el pie hacia atrás y juntaban los dedos. En
algunos casos no hay evidencia de garras, porque el deslizamiento de la parte
dorsal de los dedos sobre el extremo anterior de los huecos los elimina. Uno de
los descubrimientos más destacados sobre este grupo se corresponde con las
icnitas del pie derecho de un rastro hallado en Argüero, que evidencia una
malformación o una fractura: el dedo más externo formaba un ángulo recto con el
pie, pero dado que la huella del otro pie no aparece, los científicos creen que
o bien el defecto no le afectaba en su vida cotidiana, quizá por ser una
malformación de nacimiento, o bien era consecuencia de una fractura de hacía
tiempo y ya asumida y superada por el animal. Esta huella es una de las escasas
referencias de patología en dinosaurios basada en caracteres icnológicos, destacó
Piñuela.
Entre las huellas de ornitópodos, herbívoros bípedos que
llegaron a medir hasta seis metros de largo, destacan los cuatro rastros
paralelos hallados el yacimiento de Tereñes, que según Piñuela suponen la
primera evidencia indirecta de un comportamiento grupal, similar al de muchos
herbívoros y aves en la actualidad, así como de la existencia de ejemplares de
talla media a grande en el Jurásico. Más aún: en los cuatro rastros los
científicos han concluido que uno de los individuos empujó a otro.
Por su excelente conservación, algunas de las huellas de
saurópodos (grandes saurios herbívoros y cuadrúpedos) halladas en Asturias se
cuentan entre las mejores del mundo. Algunas de ellas, además, son las más
grandes que se han hallado hasta ahora. Destaca sobremanera una icnita de
saurópodo cuellilargo de 1,25 metros hallada en La Griega, que se
correspondería con un animal gigantesco, de más de 60 toneladas de peso. De
hecho, no se han hallado aún en todo el mundo esqueletos de ejemplares de
semejantes dimensiones, pues los mayores conocidos se corresponderían con
saurópodos de entre 20 y 40 toneladas.
Pero las huellas de la "Costa de los dinosaurios"
revelan mucho más. Por ejemplo, como expone Piñuela en su tesis, que los
saurópodos se refugiaban en zonas de fango, barro y aguas profundas. Unas zonas
en las que los carnívoros no podían adentrarse sin poner en riesgo su vida,
pues al ser bípedos eran mucho más inestables y sus cortas patas delanteras no
eran suficientemente largas ni fuertes como para que les ayudaran a levantarse
si se caían. Así explican los científicos del MUJA que en estas zonas fangosas
se hallan encontrado muchísimas huellas de herbívoros y ninguna de carnívoros.
La relativa abundancia de icnitas de estegosaurio
(herbívoros cuadrúpedos con púas o placas óseas) en Asturias podría deberse,
según Piñuela, a que en otras partes del mundo muchas de ellas fueron
atribuidas erróneamente durante mucho tiempo a saurópodos. El MUJA alberga la
mejor colección del mundo de este tipo de grandes saurios.
Por lo que respecta a los pterosaurios, grupo
"favorito" de Piñuela, en el yacimiento de Tazones, el mejor
conservado y el de mayor concentración de huellas por unidad de todo el mundo,
se han hallado icnitas en las que se observan por primera vez las impresiones
de las semimembranas interdigitales de las manos y las tegumentarias de los
pies. Entre ellas se describen un par de icnitas que delatan el mecanismo de
despegue de estos reptiles: para tomar tierra abrían los dados todo lo posible
con lo que aumentan la estabilidad, mientras que para despegar juntaban los
dedos y los impulsaban hacia atrás y hacia arriba. ¿Cómo han podido sacar todas
estas conclusiones los científicos del MUJA a partir de unas huellas? Entre
otras razones, por la que denominan "la joya de la corona", que
presenta cuatro formas distintas de la misma huella. Pero también porque los
yacimientos asturianos, en tres dimensiones y formados casi en exclusiva por
contramoldes (los rellenos de los huecos), permiten descubrir muchos aspectos
de la vida de los dinosaurios,. Y también porque las escamas de la piel dejan
estrías en las pisadas, y a partir de ellas se puede reconstruir el movimiento
del pie.
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