Hoy es paleontólogo y describe el rastro de las huellas de
un T. Rex
Unos 30 años atrás, cuando Scott Persons tenía apenas 13 años
visitó el museo Glenrock Paleon, en Wyoming, Estados Unidos. “Antes de llegar a
este museo – explica Persons –, para mi la paleontología eran dinosaurios en
los libros y sus esqueletos exhibidos detrás de cristales. Fue la primera vez
que pude mancharme las manos e ingresar en un laboratorio.” Pero hubo otra
primera vez más importante aún. “Sean
Smith, el director del museo – continua Persons – me llevó a recorrer los
alrededores y comenzó a investigar en el terreno. Yo lo hice por mi cuenta y
entonces encontré lo que parecía un agujero prehistórico. Observando
detenidamente descubrí la impresión de tres dedos, cada uno con garras afiladas
en el extremo. Era tan sorprendente que me quedé con la boca abierta. Entonces
Sean me señaló un poco hacia arriba y allí había dos huellas más”.
Las huellas de Glenrock, como son conocidas ahora,
resultaron ser algo único. Persons no solo siguió interesándose en los
dinosaurios, hoy está a punto de convertirse en doctor en paleontología y una
de sus primeras iniciativas fue acercarse a “su” museo y solicitar que se
investigue en el pequeño sendero que encontró de niño. Los resultados del
trabajo se han publicado en Cretaceous Research.
De acuerdo con la investigación, basándose en la
configuración de las huellas y en la presencia de una cuarta garra en la parte
posterior de una de ellas, entre otras características, Persons deduce que se
trata de un carnívoro. Y uno grande. Teniendo en cuenta el rastro y la
geografía, el único candidato posible es una especie de tiranosáurido.”Las
pisadas son un poco pequeñas para tratarse de un ejemplar adulto de
Tyrannosaurus rex – señala Persons –,
podrían tratarse de uno joven o de un primo cercano, el Nanotyrannus. No
podemos señalar con certeza cuál de ellos fue el autor”. Pese a ello, la estela
es única. Si bien es cierto que ya se han encontrado huellas aisladas de T.
Rex, es la segunda vez que se hallan varias de un tiranosáurido y la primera
que reflejan el caminar de un T. rex o un Nanotyrannus.
“Encontrar un sendero de huellas es importante – concluye
Persons –. Gracias a él se puede calcular cuán rápido se movía el animal.” La
distancia entre ellas lleva a pensar que se trasladaba a un máximo de 8 km/h,
lo que constituye un “trote ligero” y confirma, pese a especulaciones previas,
que estos dinosaurios no eran más lentos que otros carnívoros de tamañosimilar. También permiten deducir que, al caminar, cubrían más terrenos en un
solo paso que los herbívoros grandes con los que convivía.
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