¿Cuál es el registro más espectacular de insecto fósil?
¿Siempre se encuentran los restos del insecto? La situación en Bariloche.
Por Ari Iglesias (*)
Generalmente al hablar sobre fósiles uno piensa en
organismos extintos, gigantes, de cuerpo duro o con grandes huesos. Pero hay
muchos fósiles de diminuto tamaño que muchas veces escapan a la vista y aún así
se preservan dentro de sedimentos, hoy transformados en roca, por millones de
años.
Se suele decir que uno de los insectos más viejos en la
tierra son las cucarachas; y que seguramente luego de posibles catástrofes
mundiales estos bichos permanecerán viviendo en la Tierra luego que la
humanidad ya no exista. Pues bien, hay numeroso registro fósil que así lo
indicaría a través de grandes mega-extinciones globales y no solo con las
cucarachas.
En argentina existen numerosos yacimientos fósiles
conteniendo insectos y si bien el país tiene un alarga trascendencia en el
desarrollo y estudio de la paleontología desde el siglo 18, muy pocos
paleontólogos se han atrevido a inmiscuirse en el tan diverso mundo de los
insectos.
Y… ¿en Bariloche?
En la región de San Carlos de Bariloche existen uno de los
yacimientos más excepcionales en cuanto a preservación de insectos fósiles. Si
bien estos fósiles tienen apenas 45-54 millones de años, los registros de
insectos más antiguos en el mundo tienen 420 millones de años. No obstante los
importantes fósiles hallados nos dan numerosos indicios de cómo se comportaban
estos pequeños organismos en épocas pasadas, sin la intervención del hombre y
en un mundo completamente distinto. Muchos de estos registros son posibles de
visitar en la exposición dentro del Museo Paleontológico Bariloche, en la
costanera del Lago Nahuel Huapi.
Uno de los primeros insectos estudiados en la zona de
Bariloche corresponde a un grupo extinto de hormigas aladas. En 1957 fue
publicada por primera vez con el nombre de Ameghinoia y luego renombrada como
Archimyrmex smekali (ver foto). Se trata de una hormiga muy grande, de 2 cm de
largo, con fuertes mandíbulas y grandes alas, hallada en rocas amarillentas de
54 millones de años del Valle Encantado, a orillas del Río Limay. El grupo de
estas hormigas habrían sido mayormente solitarias aunque muy abundantes debido
a la frecuencia de sus hallazgos. Muchas de las hojas fósiles que se hallan en
las mismos sedimentos muestran la marca de sus poderosas mandíbulas indicando
que la relación de hormigas, hojas y los hongos que ellas cultivas es de una
larga data en la faz de la Tierra.
¿Cuál es el registro más espectacular de insecto fósil?
Sin duda alguna, uno de los fósiles de insectos más
espectaculares de Argentina, corresponde a Megarachne servinei, un gigantesco
arácnido de 30 cm de largo, con tres ojos y grandes patas peludas, hallado en
rocas de la Provincia de San Luís de 290 millones de años (Periodo Pérmico).
Estos fósiles son famosos a nivel internacional y existen réplicas en los
mejores museos de ciencia de todo el Mundo. Dos réplicas de materiales
originales pueden verse en el Museo Paleontológico Bariloche. Estudios
posteriores indicaron que no se trata de una araña sino de un Euriptérido, un
grupo de escorpiones emparentados con las arañas. En la región de Bariloche,
numerosos fósiles de arañas aguardan ser estudiados por los investigadores en
el repositorio del museo.
Hace 50 millones de años, el extremos sur de Tierra del
Fuego se encontraba conectado aún con la Península Antártica, lo que generaba
que las corrientes marinas y atmosféricas que hoy conocemos no pudieran
funcionar del mismo modo. La famosa corriente circumpolar que mantiene fría la
Antártida y en ocasiones llega a Patagonia con muy bajas temperaturas, en aquel
momento de la historia geológica no existía. De hecho, las corrientes
atmosféricas circulaban el aire caliente hacia los polos, con lo que sumado al
calentamiento global de la época (más de 10 grados centígrados por arriba del
calentamiento actual), lograba mantener climas subtropicales cálidos y húmedos
a la altura de Bariloche e inclusive en la Península Antártica. Los insectos de
esa época, hoy fosilizados en las rocas de Bariloche, nos hablan de condiciones
climáticas muy diferentes a las actuales, mucho más cercanas a las selvas
tropicales que a las formas hoy son propiamente patagónicas.
Los grandes cambios climáticos que afectaron luego a el Sur
de Argentina y Patagonia, hicieron que estos insectos se adapten a nuevas
condiciones, migren hacia climas cálidos en regiones más al norte, o perezcan y
se extingan en el Continente Sudamericano.
¿Qué otros fósiles en Bariloche?
Las libélulas, alguaciles o caballitos del diablo, son un
grupo de insectos muy sensibles a los cambios climáticos. Viven asociados a
cuerpos de agua pero pueden viajar grandes distancias por regiones secas. Se
han hallado numerosos fósiles de estos gráciles organismos en la región de
Bariloche. Cincuenta millones de años después, aún viven en esta región pero
con especies totalmente diferentes. Pocas veces se hallan fósiles de todo el
organismo completo, pero sus alas son resistentes y poseen un sistema de venas
tan peculiar que le sirve a los investigadores para identificar diferentes
especies e inclusive grupos (familias) de libélulas. En la región de Bariloche
se han descrito nuevas familias fósiles de alguaciles y no solo se han hallado
sus alas, sino también diferentes estadios de sus larvas e inclusive los huevos
que ellas ponen sobre las hojas de las plantas. Esto es un caso único en la
paleontología de insectos, donde se puede estudiar el desarrollo de un
organismo a lo largo de toda su vida, desde el huevo hasta el adulto. Muchas
veces al acercarnos a las costas de los lagos y ríos en Bariloche, vemos las
cápsulas de las mudas de las larvas de libélulas adheridas a las rocas, pero no
las asociamos con el adulto tan conocido. Las larvas fósiles son muy parecidas
a las de las actuales.
Las libélulas colocan los huevos dentro de las hojas de las
plantas. Pero siempre en hojas que se encuentran sobre el cuerpo de agua. Las
pequeñas larvas al salir del huevo se arrojan al agua donde desarrollan todos
los otros estadios de larva. De esta forma, cuando observamos una hoja fósil
que tiene las marcas de la oviposición de libélulas (muy característicamente en
hileras y con heridas en formas elípticas), podemos saber que esa hoja se
encontraba directamente arriba de un cuerpo de agua, aunque hoy solo veamos
rocas duras.
Hoy existen numerosas "cucarachas" autóctonas en
los bosques Andino Patagónicos. Muchas de ellas se encargan de la dura tarea
del reciclaje de materiales orgánicos en el bosque. Los Barilochenses sabemos
que por suerte, las feas cucarachas del norte no gustan de los climas fríos de
esta región y sólo se hallan en aquellas alcantarillas de grandes los edificios
con calefacción permanente. El registro fósil de cucarachas comienza hace 400
millones de años, casi conjuntamente con la primer desarrollo de plantas sobre
la Tierra. Existen fósiles de este grupo en casi todos los yacimientos de insectos
en el mundo, y Bariloche no es la excepción. Pero la mayoría de estos registros
son solo de sus alas, por lo que existen varios investigadores que solo se
especializan en la catalogación de las alas de estos insectos.
¿Siempre se encuentran los restos del insecto?
Un registro curioso de insectos, son las marcas que dejan
producto de la acción de su actividad. En el caso de las hormigas pueden ser
reconocidas por las marcas de comidas en las hojas. En el caso de las libélulas,
puede reconocerse su presencia por la oviposición de sus huevos sobre hojas
ahora fósiles. Pero en la región de Pichileufu, en rocas de 15 millones de
años, se han encontrado fósiles de la actividad de escarabajos peloteros. Estos
escarabajos seleccionan excrementos de animales, los ruedan con sus patas
traseras hasta hacer una pelotita, la cual recubren con barro, la entierran y
en ella colocan los huevos. Como proliferaron muchísimo en las pampas húmedas
de la Patagonia (antes de la desertificación por el alzamiento de la Cordillera
de los Andes), hoy se encuentran grandes extensiones de rocas conteniendo
plataformas de bolitas de caca, hoy fosilizadas en formas de
"boleadoras" pequeñas. Los geólogos y paleontólogos utilizan estos
fósiles para reconocer edades en las rocas, ya que indican condiciones muy
diferentes al desarrollo de los suelos propios de la Patagonia actual.
¿Para qué estudiar insectos fósiles?
El estudio de insectos fósiles en Argentina se ha
incrementado notablemente gracias a un paleontólogo de insectos
(paleoentomólogo) que se halla en el Museo de La Plata (el Dr. Julián
Petrulevicius). Gracias a sus estudios comenzaron a conocerse muchos de los
fósiles más pequeños que se preservan en las rocas. El hallazgo de nuevos
yacimientos fósiles en Patagonia con preservación de partes blandas en forma
tridimencional, como el reciente hallazgo en la provincia de Santa Cruz,
permite desarrollar nuevos estudios de los que no se creían capaz de hacer con
organismos fósiles. La actuo-paleontología, utiliza los organismos actuales
para interpretar los pasados, pero muchas veces los organismos del pasado nos
explican porqué hoy estos organismos son como son, o porqué se hallan en una
región y no en otra. También nos demuestran que los cambios climáticos a través
del tiempo realizan grandes migraciones de insectos que antes se creían solo
existían en otra región determinada. Hoy vemos y sufrimos enfermedades que
"aparecen" en regiones que antes no las padecían, pero muchos de los
insectos transmisores se encuentran migrando hacia condiciones que le van
siendo más favorables junto con los cambios climáticos.
El calentamiento global totalmente acelerado que estamos
sufriendo, se encuentra en vías de acercarse a las condiciones de la Tierra de
hace 50 millones de años. Los paleontólogos y geólogos, en ocasiones, podemos
discernir como se comporta la flora y la fauna bajo esas nuevas condiciones.
Pasarán muchos miles de años para que estas condiciones se reviertan, pero
muchos millones de años más para que los insectos (y las cucarachas) se
extingan sobre la faz de la Tierra.
(*) Paleontólogo del INBIOMA (CONICET-UNCOMA)
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