Los tiranosáuridos
dominaron el mundo hace entre 80 y 66 millones de años. El tamaño colosal y la
agudeza de sus sentidos fueron clave en el éxito de estos predadores grandes e
inteligentes, que campaban a sus anchas por lo que hoy es Asia y América del
Norte. Hasta ahora los científicos no podían explicar la evolución de su
envergadura porque había “una frustrante brecha de 20 millones de años en el
registro fósil”, cuenta hoy un equipo de investigación liderado por la
Universidad de Edimburgo (Escocia) en la revista especializada Proceedings of
the National Academy of Sciences.
El trabajo describe una nueva especie de tiranosáurido que
llena este vacío cronológico. Los restos fósiles de Timurlengia euotica
sugieren que la transición y el cambio de tamaño de esta familia ocurrieron
“repentinamente” en tan solo 20 millones de años hacia el final del Cretáceo
superior, recoge la nota de prensa. Albert Garcia, investigador experto en
dinosaurios del Institut Català de Paleontologia, certifica que del hallazgo se
desprende que “las grandes dimensiones que más tarde alcanzó el T. rex se
produjeron en un lapso de tiempo muy pequeño”.
La historia de los tiranosauroideos empieza con pequeños
carnívoros. Hasta ahora los registros fósiles que se habían encontrado
pertenecían a estas especies del período jurásico, hace unos 170 millones de
años. El nuevo fósil, posterior en el tiempo geológico y anterior a los grandes
tiranosáuridos como el T. Rex, tenía el tamaño de un caballo según la nota de
prensa. “En un período de tiempo de 80 millones de años estos dinosaurios solo
crecieron entre uno y dos metros”, comenta Garcia. En cambio, los siguientes
protagonistas de la evolución crecieron de forma brusca “y solo fueron
necesarios 20 millones de años para llegar a los 13 metros y siete toneladas
del T. rex”, aclara Garcia.
Además la investigación añade que antes de asumir su
envergadura colosal ya habrían desarrollado habilidades cognitivas y la agudeza
de sus sentidos, incluida la capacidad de escuchar sonidos de baja frecuencia.
Estos cambios coincidieron con la desaparición de otros grandes carnívoros hace
unos 85 millones de años. “Los tiranosáuridos aprovecharon para reclamar el
trono y su hegemonía”, comenta Garcia sobre cómo esta familia de dinosaurios
consiguió posicionarse en la cima de la cadena alimentaria y mantener la buena
oída, buena vista y buen olfato.
Los autores de la investigación, liderada por Steve Brusatte
de la Universidad de Edimburgo, reconstruyeron el cerebro del ejemplar con
técnicas de tomografía computarizada. Los resultados mostraron que el cráneo
era más pequeño que el de un T. rex pero la especie ya tenía un cerebro y unos
sentidos muy desarrollados. “Los antepasados del T. rex debían ser muy
parecidos a Timurlengia euotica, un cazador del tamaño de un caballo con un
cerebro grande y un oído agudo”, comenta en la nota de prensa Hans Sues,
coautor del estudio y responsable del departamento de Paleobiología del Museo
Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian (EE UU), sobre un
ejemplar que pesaba más de 270 quilos y no fue un antecesor directo del T. rex.
Los restos del Timurlengia euotica, encontrados en el actual
territorio de la República de Uzbekistán entre 1997 y 2006, pertenecerían a una
especie hasta ahora desconocida que vivió hace 90 millones de años. “El
Timurlengia euotica era un cazador ágil con los dientes delgados como cuchillas
para cortar carne”, describe sobre una especie que posiblemente se alimentara
de grandes herbívoros. (Nuria Jar / La Vanguardia)
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