viernes, 28 de octubre de 2016

El Muja halla en Villaviciosa los únicos rastros del mundo de lagarto del Jurásico

"Demuestra que la diversidad de vertebrados del Jurásico Superior es cada vez más amplia", destaca García-Ramos

Laura Piñuela muestra la laja rescatada de playa España, con la huella 
ampliada en el recuadro. P. MARTÍNEZ
Huellas de dinosaurios, cocodrilos, tortugas, pterosaurios y, ahora, también de lagartos. El hallazgo de los primeros rastros de lagartos del Jurásico en el mundo ha vuelto a colocar al equipo científico del Museo del Jurásico de Asturias (Muja) en la primera línea de la investigación. José Carlos García-Ramos y Laura Piñuela, al frente de este departamento, hallaron las huellas en los acantilados de Les Vinaes, al este de playa España, en el concejo de Villaviciosa.

"Es una novedad importante porque demuestra que la diversidad de vertebrados del Jurásico Superior es cada vez más amplia. Han aparecido huellas de dinosaurios, cocodrilos, tortugas, pterosaurios y ahora también de lagartos", expuso García-Ramos, quien no descarta que aparezcan en un futuro huellas de mamíferos. Esta clase de animales, que se desarrollaron una vez extinguidos los dinosaurios, no alcanzaban en aquella época tamaños mayores a los de un perro pequeño, pero es razonable creer que existe algún tipo de rastro de los mismos en la Costa Jurásica.

El hallazgo aporta conocimiento y "rellena" el hueco que había entre las abundantes huellas de lagartos en el Pérmico y el Triásico hasta el Cretácico.

Se suma, además, al del primer rastro mundial de un lagarto del Cretácico, hallado en Corea del Sur, en el que también ha estado representado el Muja, pues Piñuela colaboró durante su estancia en el país oriental en la clasificación del rastro y participó asimismo en la publicación correspondiente.

El asturiano fue un reptil con unas dimensiones aún imprecisas para los investigadores, que sospechan pueda tratarse del género "Rhynchosauroides", aunque "hay que estudiarlo con más detalle", apuntó García-Ramos antes de avanzar que también han de comprobar si se trata de una nueva especie o bien de una ya conocida.

El rastro del lagarto, constituido por seis huellas de pies y siete de manos, cada una con cinco dedos, quedó impreso en el sedimento de lo que entonces era un delta. "El clima era semiárido, Asturias estaba en unos 33º de latitud Norte, más al sur que en la actualidad, y comenzaba a abrirse el océano Atlántico", describió el director científico del Muja antes de apuntar, por ejemplo, que la región estaba entonces "muy próxima a Terranova". Por aquella época aún no había aparecido la hierba ni las plantas con flores y la costa asturiana era baja, sin los acantilados actuales. El lagarto que dejó el rastro de Les Vinaes convivió con diversas especies de dinosaurios, que dejaron sus huellas en los mismos sedimentos. Es el caso de diversas icnitas (huellas) de pequeños terópodos (bípedos y carnívoros) denominados "Grallator". En la sala del Jurásico de Asturias del Muja se exhibe, además, la huella de una mano de otro lagarto jurásico procedente de los acantilados de Quintueles, que representaba hasta el momento la única evidencia de estos reptiles en dicho periodo geológico. Los nuevos rastros han vuelto a demostrar que los yacimientos asturianos son realmente inagotables.

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