La revista científica "Paleobiology" recoge el
hallazgo de unas conchas gigantes aparecidas tras la gran extinción de los
dinosaurios. Se trata de un descubrimiento de Ignacio Arenillas y José Antonio
Arz, profesores titulares del Departamento de Ciencias de la Tierra, y Vicente
Gilabert, FPI, de la Universidad de Zaragoza.
Los autores de la publicación indican que este segundo
factor pudo ser el intenso
volcanismo del Decán
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El impacto del asteroide Chicxulub en Yucatán (México) hace
66 millones de años, que provocó la extinción masiva de los dinosaurios,
originó además una brusca proliferación de conchas con formas "aberrantes"
y "monstruosas" en el plancton marino. Se trata de un hallazgo de los
profesores de la Universidad de Zaragoza Ignacio Arenillas, José Antonio Arz y
Vicente Gilabert y cuyo descubrimiento ha sido publicado en la prestigiosa revista
científica "Paleobiology".
Las aberraciones en los foraminíferos se observan como
malformaciones en su concha y se producen durante el crecimiento y desarrollo
del microorganismo debido a factores ambientales y a mutaciones genéticas. En
los ecosistemas actuales, las formas aberrantes de foraminíferos son utilizadas
para analizar la contaminación industrial, urbana y agrícola en zonas costeras.
El aumento actual de foraminíferos aberrantes está también relacionado con la
acidificación de los océanos y el cambio climático que caracterizan el
Antropoceno.
La abundancia de formas aberrantes en foraminíferos
planctónicos fue máxima en los primeros 20 mil años tras el límite K/Pg, lo que
está estrechamente relacionado con los graves daños medioambientales que causó
Chicxulub. Sin embargo, la persistencia de una gran cantidad de formas
aberrantes durante los siguientes 180 mil años sugiere la existencia de un
segundo factor de alteración medioambiental a más largo plazo. Los autores de
la publicación indican que este segundo factor pudo ser el intenso volcanismo
del Decán. “Aunque el Decán jugó un papel irrelevante en la extinción del
límite K/Pg, contribuyó a alterar el medioambiente en los primeros centenares
de miles de años del Paleógeno”, señalan los especialistas en foraminíferos
planctónicos.
Hasta hace poco se consideraba que la principal fase de
erupciones del Decán había ocurrido a finales del Cretácico, iniciando la
extinción antes del límite K/Pg. Sin embargo, esta hipótesis entra en
contradicción con lo descubierto en Túnez: antes del límite K/Pg se observa una
gran estabilidad medioambiental, sin apenas extinciones y con unas tasas de
aberrantes similares a las que podemos encontrar actualmente en ecosistemas
marinos no alterados.
Los resultados obtenidos son más compatibles con una
hipótesis recientemente propuesta por un equipo de geólogos de la Universidad
de California, según la cual los terremotos provocados por el impacto de
Chicxulub fueron de tal magnitud que activaron los volcanes en todo el mundo,
incluyendo los del Decán. Estos autores sugieren que la principal fase eruptiva
del Decán se inició tras el impacto meteorítico en el límite K/Pg y no antes,
lo que está de acuerdo con la estabilidad medioambiental de finales del
Cretácico y el incremento de formas aberrantes a comienzos del Paleógeno.
Estos dos fenómenos naturales del pasado (Chicxulub y Decán)
y las alteraciones medioambientales y climáticas que causaron son una
advertencia de los daños que la actividad humana puede llegar a generar
actualmente en la Biosfera (contaminación, cambio climático, destrucción de
ecosistemas, extinción). No obstante, las mutaciones genéticas provocadas por
los ecosistemas contaminados durante miles de años pudieron también acelerar la
evolución de nuevas especies, permitiendo explicar parcialmente las radiaciones
evolutivas de foraminíferos planctónicos que ocurrieron tras la gran extinción
del límite K/Pg.
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