Un equipo internacional de científicos ha encontrado un tipo de fosilización extraordinario que hasta ahora había pasado casi desapercibido, según publican en la revista 'Science'.
Paleontólogos descubrieron una forma completamente nueva de fósil: pequeñas huellas en polen antiguo, esporas y aglomerados orgánicos - SLATER, BOWEN ET AL. |
Los cocolitóforos son importantes en los océanos actuales,
ya que proporcionan gran parte del oxígeno que respiramos, sostienen las redes
alimentarias marinas y retienen el carbono en los sedimentos del fondo marino.
Son un tipo de plancton microscópico que rodea sus células con placas calcáreas
duras, llamadas cocolitos, y éstas son las que normalmente se fosilizan en las
rocas.
Se han documentado descensos en la abundancia de estos
fósiles a partir de múltiples eventos de calentamiento global del pasado, lo
que sugiere que este plancton se vio gravemente afectado por el cambio
climático y la acidificación de los océanos. Sin embargo, el nuevo estudio
presenta nuevos registros globales de abundantes fósiles fantasma de tres
eventos de calentamiento del Jurásico y el Cretácico (hace 94, 120 y 183
millones de años), lo que sugiere que los cocolitóforos fueron más resistentes
al cambio climático del pasado de lo que se pensaba.
"El descubrimiento de estos hermosos fósiles fantasma
fue completamente inesperado --asegura en un comunicado el doctor Sam Slater,
del Museo Sueco de Historia Natural de Londres--. Inicialmente los encontramos
conservados en las superficies del polen fosilizado, y rápidamente se hizo
evidente que eran abundantes durante los intervalos en los que los fósiles de
cocolitóforos normales eran raros o estaban ausentes, ¡esto fue una sorpresa
total!".
A pesar de su tamaño microscópico, los cocolitóforos pueden
ser enormemente abundantes en el océano actual, siendo visibles desde el
espacio como floraciones en forma de nube. Tras su muerte, sus exoesqueletos calcáreos
se hunden en el fondo marino y se acumulan en grandes cantidades, formando
rocas como la tiza.
"La conservación de estos nanofósiles fantasma es
realmente sorprendente --subraya el profesor Paul Bown, de la UCL--. Los
fósiles fantasma son extremadamente pequeños -su longitud es de aproximadamente
cinco milésimas de milímetro, ¡15 veces más estrechos que la anchura de un
cabello humano! - pero los detalles de las placas originales siguen siendo
perfectamente visibles, presionados en las superficies de la antigua materia
orgánica, aunque las propias placas se hayan disuelto".
Los fósiles fantasma se formaron mientras los sedimentos del
fondo marino se enterraban y se convertían en roca. Al depositarse gradualmente
más lodo en la parte superior, la presión resultante aplastó las placas de
cocolitos y otros restos orgánicos, y los duros cocolitos fueron presionados
contra las superficies de polen, esporas y otra materia orgánica blanda. Más
tarde, las aguas ácidas de los espacios de la roca disolvieron los cocolitos,
dejando sólo sus impresiones, los fantasmas.
"Normalmente, los paleontólogos sólo buscan los
cocolitos fósiles y, si no encuentran ninguno, suelen suponer que estas
antiguas comunidades de plancton colapsaron --explica la profesora Vivi Vajda,
del Museo Sueco de Historia Natural--. Estos fósiles fantasma nos demuestran
que a veces el registro fósil nos juega una mala pasada y que hay otras formas
en las que se puede conservar este nannoplancton calcáreo, que hay que tener en
cuenta a la hora de intentar comprender las respuestas al cambio climático del
pasado".
Por su parte, la profesora Silvia Danise, de la Universidad
de Florencia, afirma que "es probable que los nannofósiles fantasma sean
comunes en el registro fósil, pero se han pasado por alto debido a su diminuto
tamaño y a su críptico modo de conservación. Creemos que este peculiar tipo de
fosilización será útil en el futuro, sobre todo cuando se estudien intervalos
geológicos en los que los cocolitos originales hayan desaparecido del registro
fósil", añade.
El estudio se centró en el Evento Anóxico Oceánico Toarciano
(T-OAE), un intervalo de rápido calentamiento global en el Jurásico Temprano
(hace 183 millones de años), causado por un aumento de los niveles de CO2 en la
atmósfera a causa del vulcanismo masivo en el Hemisferio Sur.
Los investigadores encontraron nanofósiles fantasma
asociados al T-OAE procedentes del Reino Unido, Alemania, Japón y Nueva
Zelanda, pero también de dos eventos de calentamiento global similares en el
Cretácico: El Evento Anóxico Oceánico 1a (hace 120 millones de años) de Suecia,
y el Evento Anóxico Oceánico 2 (hace 94 millones de años) de Italia.
"Los fósiles fantasma demuestran que el nanoplancton
fue abundante, diverso y próspero durante los últimos eventos de calentamiento
en el Jurásico y el Cretácico, donde los registros anteriores han asumido que
el plancton colapsó debido a la acidificación del océano --explica el profesor
Richard Twitchett, del Museo de Historia Natural de Londres--. Estos fósiles
están reescribiendo nuestra comprensión de cómo el nannoplancton calcáreo
responde a los eventos de calentamiento".
Por último, el doctor Slater resalta que el estudio muestra
que "el plancton algal fue abundante durante estos eventos de
calentamiento pasados y contribuyó a la expansión de las zonas muertas marinas,
donde los niveles de oxígeno del fondo marino eran demasiado bajos para que la
mayoría de las especies pudieran sobrevivir. Estas condiciones, con floraciones
de plancton y zonas muertas, podrían generalizarse en nuestros océanos que se
están calentando globalmente", concluye.
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