viernes, 14 de febrero de 2025

Dinosaurio con manos extraordinarias: UNAM colabora en el hallazgo

Hace 72.5 millones de años, gran parte de lo que hoy es Coahuila estaba cubierta por un mar poco profundo. El clima era similar al de un manglar o una costa tropical actual, con zonas pantanosas, islas y ríos que desembocaban en él. Este entorno albergaba un ecosistema rico en especies tanto terrestres como marinas.

En tierra, dinosaurios con cuernos como el Coahuilaceratops magnacuerna y el Yehuecauhceratops mudei convivían con dinosaurios con vela, como el Tlatolophus galorum y el Velafrons coahuilense, así como con hadrosaurios, entre ellos el Sabinosaurio. En el mar habitaban criaturas como el Deinosuchus, un cocodrilo prehistórico que alcanzaba entre 9 y 12 metros, además de organismos como los amonites.

Debido a su geografía prehistórica, Coahuila fue hogar de una gran diversidad de formas de vida. Sin embargo, el impacto del asteroide en Chicxulub, Yucatán, no solo provocó una extinción masiva que acabó con los dinosaurios y muchas otras especies, sino que también transformó radicalmente el ecosistema del estado. Lo que alguna vez fue un paraíso tropical se convirtió en una zona árida y desértica.

A pesar de ello, los vestigios de vida prehistórica quedaron preservados en diversos yacimientos. Hasta la fecha, en Coahuila se han descubierto al menos 15 especies de dinosaurios, lo que le ha valido el título de “Tierra de dinosaurios”. Este reconocimiento se refuerza con el hallazgo de una nueva especie recientemente descubierta: el Mexidracon longimanus, también conocido como el “dragón mexicano de manos largas”.

Un esfuerzo internacional

Este hallazgo fue posible gracias a una colaboración entre instituciones de México, Estados Unidos y España. Participaron investigadores de la UNAM, la Universidad de Ciencias Geológicas y Sociales de Coahuila y la Benemérita Escuela Normal de Coahuila, junto con expertos del Museo Nacional de Historia Natural de los Estados Unidos, el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, el Museo Badlands y el Museo de Ciencia y Naturaleza de Denver.

La Dra. Claudia Inés Serrano Brañas, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, formó parte del equipo que realizó este hallazgo en la localidad de Loma Prieta, dentro de la Formación Cerro del Pueblo, cerca del municipio de General Cepeda, Coahuila.

Esta formación data del final del Campaniense, un período que abarcó de aproximadamente 83 a 72 millones de años atrás, cercano a la extinción de los dinosaurios. Debido a su composición geológica, es una zona ideal para encontrar fósiles de estos reptiles y de otros organismos que coexistieron con ellos. Por esta razón, se considera una de las áreas de estudio más importantes para la paleontología en México.

“Este lugar es ideal para quienes se dedican a la paleontología por tres razones: 1) está compuesto por rocas sedimentarias, lo que favorece la preservación de fósiles; 2) su amplia extensión ofrece numerosas áreas de búsqueda, y 3) la ausencia de vegetación facilita la inspección del terreno y la identificación de fósiles que emergen de la tierra”, explicó la Dra. Serrano Brañas.

Conociendo a Mexidracon longimanus

Aunque el hallazgo de Mexidracon longimanus se dio a conocer este año a través de un artículo publicado en Cretaceous Research, sus fósiles fueron descubiertos en 2014. Durante una expedición en la Formación Cerro del Pueblo, el profesor Claudio de León Dávila y la Dra. Belinda Espinosa Chávez encontraron huesos de la columna, brazos, piernas y caderas.

Cuatro años después, la experta de la Facultad de Ciencias fue invitada a participar en el estudio del espécimen. Además de contribuir en la publicación que oficializó al Mexidracon longimanus, colaboró en la limpieza del fósil utilizando herramientas como cepillos, brochas, pinceles, cinceles, martillos, fresas y mini taladros eléctricos.

“Este proceso suele ser muy tardado, pero emocionante. Es como desenvolver un regalo: no sabes qué te espera debajo”, explicó.

Durante la limpieza del ejemplar, el equipo de paleontólogos hizo un descubrimiento inesperado: las manos de este dinosaurio eran extremadamente largas y delgadas, siendo la palma por sí sola más larga que el brazo superior. Debido a esta característica distintiva, su nombre científico hace referencia a dicha parte de su anatomía.

El Mexidracon longimanus pertenecía al suborden de los terópodos, específicamente a la familia de los ornitomímidos. Estos dinosaurios guardaban un cierto parecido con las avestruces, ya que poseían pico pero carecían de dientes, aunque sus mandíbulas eran bastante robustas. Debido a ello, su dieta probablemente consistía en hojas, brotes, flores y frutos. Se cree que los ornitomímidos tenían un recubrimiento de plumas.

Este dinosaurio es único dentro de su grupo, ya que sus manos eran excepcionalmente largas, un rasgo anatómico sin precedentes en el mundo. Además, es el primer ornitomímido descrito formalmente en Coahuila. Este hallazgo confirma que las especies mexicanas pertenecen a linajes distintos a sus contrapartes canadienses y estadounidenses, lo que sugiere la presencia de un conjunto faunístico diferente en nuestro país.

México, un paraíso de “lagartos terribles”

Aunque alguna vez se pensó que México no albergaba dinosaurios, a principios de este siglo comenzó un auge de descubrimientos que cambió por completo esta idea. En yacimientos como El Gallo y La Bocana Roja en Baja California, Cuenca Cabullona en Sonora, Aldama y Aguja en Chihuahua, Piedritas, Cuenca Sabinas y Parras en Coahuila, Cañón Huizachal en Tamaulipas, Barranca de los Bonetes en Michoacán, San Felipe Otlaltepec en Puebla y Ocozocoautla en Chiapas, no solo se han encontrado fósiles de estos “lagartos terribles”, sino también de otros organismos que coexistieron con ellos.

Ante esta situación, la Dra. Claudia Inés Serrano Brañas destacó la necesidad de cambiar esta percepción errónea, ya que México es un territorio rico en fósiles de dinosaurios, especialmente en la región norte.

“En los últimos años, la percepción sobre México en cuanto a los fósiles de dinosaurios ha cambiado significativamente, sobre todo entre las personas y jóvenes que desean dedicarse a la paleontología. Aquí tienen una gran oportunidad para desarrollarse, ya que contamos con yacimientos importantes. Incluso a nivel internacional, ahora nos están reconociendo, lo que es muy positivo porque nos permite colaborar con colegas de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa”, comentó.

Por ello, Serrano Brañas hizo un llamado a los jóvenes interesados en la paleontología a considerar a México como su primera opción para realizar investigaciones.

“Los invito a seguir abriendo camino para las futuras generaciones, tal como lo han hecho destacados paleontólogos mexicanos, como el Dr. René Hernández Rivera. México posee una rica diversidad de fósiles de dinosaurios, algo que se reafirma con el reciente descubrimiento del Mexidracon longimanus”, concluyó.

unamglobal.unam.mx

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