La subasta de los restos de un nuevo dinosaurio en París ha
enfadado a la comunidad de paleontólogos, quienes consideran que se está
sustrayendo el patrimonio arqueológico para ponerlo en manos privadas. La falta
de protección permite que estos valiosos fósiles acaben en el salón de algún
millonario en lugar de en los museos.
Imagen de la subasta. @SylvieRobaglia |
El mercadeo mundial de dinosaurios ha alcanzado este lunes
una nueva cota con la subasta de los restos fósiles de un dinosaurio del
Jurásico por dos millones de euros en la torre Eiffel de París. El esqueleto
tiene nueve metros de largo, está completo al 70% y fue hallado en 2013 en una
excavación de la denominada Formación Morrison de Estados Unidos. Según la casa
de subastas Aguttes, los restos pertenecen a un alosaurio que vivió hace unos
150 millones de años y presenta “inesperadas diferencias anatómicas”, como un
número mayor de dientes, una pelvis especialmente ancha y algunas
particularidades en el cráneo, que hacen pensar a sus “expertos” que podría ser
una nueva especie.
La noticia ha provocado el enfado de la comunidad
internacional de paleontólogos quienes, a través de la Sociedad de
Paleontología de Vertebrados (SVP, por sus siglas en inglés) pidió públicamentea Aguttes que cancelara la subasta. En su opinión, esta tendencia creciente de
vender fósiles de dinosaurios a particulares está poniendo fuera del alcance de
las instituciones públicas material que podría contener información científica
valiosa. “Los especímenes fósiles que se venden a manos privadas se pierden para
la ciencia”, advierte el presidente de la SVP, David Polly, en la revistaNature. Aunque la casa de subastas asegura que la venta es legal y tienen todoslos papeles en regla, la operación vuelve a poner sobre el tapete la ausencia
de una regulación internacional que impida que se trafique con este patrimonio
paleontológico de manera irregular.
“Los fósiles que se venden a manos privadas se pierden para la ciencia”, advierten los paleontólogos
“Las subastas con altos precios se están haciendo cada vez
más frecuentes”, advierte Polly. La propia Aguttes vedió otro alosaurio por un
millón de euros en 2016 y un mamut siberiano por medio millón en 2017. En abril
de este año, la casa Binoche et Giquello recaudó 1,4 millones de euros por los
esqueletos de un alosaurio y un diplodocus, además de vender un cráneo de
triceratops en 2017. Como los museos no tienen presupuestos para hacer este
tipo de desembolsos, se corre el riesgo de que una parte del material
interesante para investigación y de los esfuerzos que hacen muchos voluntarios
se centren ahora exclusivamente en el mercado privado y se pierdan para el
análisis.
Los restos del alosaurio subastados este lunes en Paris/ Aguttes. |
“Esta situación no sería legal en España, pero en EEUU los
fósiles que aparecen en tu terreno particular son del dueño del terreno y este
puede hacer con ellos lo que le da la gana”, apuntaa Next el prestigioso
paleontólogo español Francisco Ortega. Para el investigador, autor de algunos
hallazgos tan relevantes como los fósiles de Concavenator corcovatus, la
subasta de este último alosaurio en París es indignante, pero no es una
situación novedosa. “Se llevan vendiendo esqueletos de dinosaurios toda la
vida, como sucedió con el famosísimo tiranosaurio Sue”, recuerda, “en el que
unos investigadores descubrieron un fósil en suelo indio y trataron de disimular,
hasta que los indios se dieron cuenta y reclamaron el fósil para sacarlo a
subasta cuando la justicia les dio la razón”. En aquella ocasión, una gran
campaña mediática hizo que algunas empresas privadas pusieran dinero para
comprar el dinosaurio y lo regalaran al museo Fields de Chicago, donde se
expone hoy día. Pero no siempre acaba así la historia, y en numerosas ocasiones
un fósil relativamente valioso acaba en el salón de la casa de un millonario.
Un dinosaurio en tu salón
Recientemente, por ejemplo, el actor Nicholas Cage devolvióa las autoridades de Mongolia el cráneo de un tiranosaurio que había adquirido
en una subasta y que había sido sustraído del país de forma ilegal. “Algunos de
estos bichos llegan aquí a España, por alguien que los ha comprado en Estados
Unidos y lo he puesto en el chalé”, comenta Ortega, quien recuerda el caso de
un conocido personaje que reclamó hace unos años sus servicios para certificar
si el esqueleto de dinosaurio que había adquirido y que ahora lucía en su casa
era auténtico. “Ellos se los compran, pero los pierdes para la historia de la
ciencia”, asegura. “El sistema de venta de fósiles contamina la investigación”.
“Alguna vez me han llamado para certificar si el dinosaurio que había adquirido un particular era auténtico”
Al margen del tráfico ilegal de fósiles - que países como
Mongolia, China y Argentina están combatiendo de forma eficaz por la vía legal
- el principal factor que permite que el hallazgo de restos pase por debajo del
radar de los científicos es que Estados Unidos permite vender los fósiles si se
encuentran en una propiedad privada. “Si te vas a la feria de Tucson, por
ejemplo, vas a encontrar material perfectamente legal y material ya
blanqueado”, explica Ortega. “Mientras que en España cualquier resto se
considera patrimonio del Estado, allí, salvo que se encuentre en suelo federal,
si encuentras los restos de un dinosaurio en tu rancho te puedes quedar con
ellos y sacarles beneficio. Incluso hay propietarios que cobran la entrada a la
gente a la que le dan un cubito para que se quede con todos los fósiles que
encuentren. Es alucinante, lo que pillas te lo llevas para casa”, se queja.
Todos estos hallazgos se producen en una zona muy concreta
de Estados Unidos, una franja llamada Formación Morrison, que se extiende por
Colorado y Montana hasta Canadá y en la que se encuentran miles de fósiles.
“Hay ranchos que saben que tienen muchos dinosaurios, anuncian que han
encontrado algo y lo ponen a la venta con distintas tarifas según lo quieras
excavar tú o si te lo sacan ellos”. Así, por ejemplo, ha adquirido el Museo de
Historia Natural del Londres el estegosaurio Sophie que ahora exhibe
orgullosamente en una de sus salas. Los restos se encontraron en Wyoming en
2003 y un grupo de inversores aportó el dinero para que el museo se hiciera con
el fósil. “Son desiertos inmensos en los que hay muy pocos habitantes y muchos
fósiles, por eso te venden diplodocus, y sobre todo alosaurios, que los hay a
patadas”. Desde la Sociedad de Paleontología de Vertebrados han solicitado
reiteradamente que se cambie la legislación interna pero, como apunta el
paleontólogo Vincent Santucci en Nature, parece bastante improbable dado el
sentido de la propiedad privada que impera en Estados Unidos. Lo que preocupa
de este aumento de subastas es que la gente se vea tentada de acudir a terrenos
federales que nadie vigila y excavar por su cuenta para vender los fósiles.
“Las personas pueden sentirse llamadas a salir y recolectarlos, no por la
ciencia ni con propósitos educativos, sino solo porque pueden hacer dinero
rápido”, advierte.
En EE.UU. si encuentras los restos de un dinosaurio en tu rancho te puedes quedar con ellos y sacarles beneficio
Para Ortega, lo más problemático de la subasta de Aguttes
este lunes en París es la manera en que han utilizado como argumento el que se
puede tratar de una nueva especie de alosaurio. “Para empezar, el asunto de la
variabilidad de Allosaurus (el género al que dicen que se parece) es tan
complejo, que lo más probable es que se trate simplemente de un individuo más
de las decenas de restos de Allosaurus que se conocen”, argumenta. “Por otro
lado, los expertos a los que citan no los conoce a nadie en el mundillo y, si
es una nueva especie, ningún profesional y ninguna revista deberían publicarlo
si no se dan las condiciones de consulta libre y perdurabilidad que exige el
Código de Nomenclatura”. Porque cuando se identifica a una nueva especie y se
le pone nombre nuevo, existe la obligación de poner los restos a disposición de
cualquier investigador. “Si el nuevo dueño le pone nombre y decide que no se lo
enseña a nadie, no se cumplen las condiciones que son obligatorias”, advierte
Francisco Ortega. “Si lo quiere vender vale, pero no pueden incrementar el
valor jugando a meterlo dentro de la taxonomía”.
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