«Probablemente estaban fijadas al fondo de la boca de una manera parecida a la de los caimanes», asegura un experto
Fósil de un Tiranosaurus Rex descubierto por paleontólogos italianos. / REUTERS
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La imagen de un gigantesco Tiranosaurus Rex frente a una atemorizada víctima mientras abre las fauces, saca la lengua y ruge a todo pulmón deberá quedar para el imaginario colectivo, porque en realidad ese dinosaurio no era capaz de sacar la lengua, según un estudio que publica PLOS ONE.
Una nueva investigación de la estadounidense Universidad de Texas en Austin junto a la Academia China de Ciencias concluye que existe un grave problema con esa imagen clásica que han transmitido películas o ilustraciones del fiero dinosaurio.
«Los dinosaurios no podían sacar la lengua como los lagartos. Antes al contrario, sus lenguas probablemente estaban fijadas al fondo de la boca de una manera parecida a la de los caimanes», señala la universidad estadounidense en un comunicado. «Las leguas, normalmente, se pasan por alto, pero con frecuencia ofrecen ideas sobre el estilo de vida de animales extinguidos», explicó el autor principal del estudio Zhiheng Li de la Academia China de ciencias.
Los expertos compararon huesos hioides (ubicado en la parte anterior del cuello y bajo la lengua) de pájaros y cocodrilos modernos con los de restos conservados de dinosaurios, pterosauros (voladores) y caimanes, pues esos tipos de animales están relacionados en el tiempo.
Los resultados señalan que los huesos hioides de la mayoría de los dinosaurios eran parecidos a los de los caimanes y cocodrilos, «cortos, simples y conectados a la lengua que no tenía mucha movilidad». Este descubrimiento supone que «las reconstrucciones teatrales que muestran a dinosaurios sacando la lengua entre las mandíbulas es errónea», advirtió la profesora y coautora del estudio Julia Clarke.
Esta no es la primera vez que Clarke desmonta una creencia aceptada sobre los dinosaurios, pues ya en 2016 estudio cuáles habrían sido los sonidos que emitían estos animales, para concluir que podían ser similares a los de cocodrilos o avestruces, en lugar de los cinematográficos y espeluznantes rugidos. El estudio propone además la existencia de una conexión entre el origen del vuelo y el aumento de la diversidad de hioides y la movilidad de la lengua.
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