Los esfenodontes o tuátaras (Sphenodon) son un grupo de
reptiles que en la actualidad se encuentra representado solo por dos especies
–Sphenodon punctatus y Sphenodon guntheri-, los cuales están ubicados
únicamente en algunas islas menores de Nueva Zelanda, y cuyo registro fósil más
antiguo es de hace más de 200 millones años.
Reconstrucción paleoartística de Patagosphenos watuku
Sebastían Rozadilla
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A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, durante la
Era Mesozoica (entre hace 250 millones - 65 millones años) en la que los
dinosaurios gigantes llegaron a dominar la Tierra, diversas especies de
tuátaras podían encontrarse dispersas en la mayor parte de los continentes.
En Sudamérica, los fósiles más recientes de este grupo de
reptiles corresponden al Paleoceno (65 - 60 millones), la época inmediatamente
posterior a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno que acabó con cerca del 75% de los seres vivientes existentes, entre los que se encontraban, por
ejemplo, la mayoría de los dinosaurios.
La nueva investigación
En febrero del año pasado, un equipo de paleontólogos del
CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”
(MACN, CONICET) y la Fundación de Historia Natural Feliz de Azara dirigido por
Fernando Novas, encontró en la localidad de Campo Violante (Provincia de Río
Negro), restos del esqueleto de una nueva especie de esfedonte, a la que
bautizaron Patagosphenos watuku. Tanto la descripción anatómica como los
estudios paleohistológicos de los restos del espécimen hallado fueron
publicados recientemente en la revista Cretaceous Research.
“Aunque la estructura anatómica de Patagosphenos watuk
difiere de la de los esfedontes actuales, desde el punto de vista histológico
existen similitudes claves”, explica Adriel Gentil, becario doctoral del el
MACN y primer autor del trabajo. “Ambos poseen una corteza ósea relativamente
gruesa en comparación con la de otros reptiles, lo cual podría favorecer la
adaptación a climas fríos”, añade.
Estrategia para soportar las bajas temperaturas
“Por otra parte, estudios recientes en mamíferos han
mostrado una correlación entre el grosor de las paredes de los huesos y la
actividad fosforial (cavar), patrón que parece repetirse al menos en los
reptiles actuales”, añade el especialista, para finalmente señalar que “el
hecho de que los antiguos tuátaras también tuvieran el hábito de vivir en
cuevas podría explicar que hayan sobrevivido al invierno nuclear que se desató
en nuestro planeta hace 65 millones de años”.
Esto llevaría a los investigadores a concluir que la
adaptación de los esfedontes actuales al clima frío, que les permite soportar
temperaturas de hasta sólo 5°C, no sería un rasgo que adquirieron a lo largo
del proceso evolutivo; sino que ya estaba presente en sus parientes más
antiguos.
“Esta capacidad de tolerar las bajas temperaturas
diferenciaría a los esfedontes, no sólo de gran parte de los reptiles actuales,
sino también de otros grupos que desaparecieron junto con los dinosaurios por
no contar con las ventajas adaptativas necesarias como para sobrevivir a las
bajas temperaturas que asolaron la Tierra durante aquel evento de extinción
masiva”, explica Matías Motta, otro de los autores del trabajo.
Este no es el único descubrimiento importante en
paleontología de los últimos meses. Hace solo unas semanas un equipo liderado
por Pablo Gallina encontró un dinosaurio con gigantescas espinas en el cuello.
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