miércoles, 20 de febrero de 2019

El impactante fósil de plesiosaurio que entusiasma a los científicos

El descubrimiento de este fósil se perfila a ser el más importante de esta especie en Sudamérica. Este hallazgo promete dar nuevas pistas a los científicos.


Tras una ardua tarea de excavación en el lago de El Calafate, Argentina, donde en 2009 fueron encontrados los restos de un extraño plesiosaurio, el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires culminó ahora un intenso proceso de estudio que ha incluido la reconstrucción de las piezas para poder ser exhibidas.

El dinosaurio, cuyo esqueleto era similar a una tortuga marina y habitaba los mares de la época de la era Mesozoica,  tenía patas transformadas en aletas o paletas, que les permitían desplazarse en el medio acuático. Además, tenía un cuello largo, terminado en una cabeza pequeña armada con dientes puntiagudos.

Según detalló a EFE el doctor Fernando Navas, paleontólogo e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, “estos seres eran ictiófagos, es decir, se alimentaban de peces. Tenían la cola pequeña y el cuerpo muy ancho y achatado, como una tortuga pero sin caparazón.”

Los restos de plesiosaurios son abundantes en Europa, EE.UU. y Norteamérica. En Sudamérica y en la Patagonia son más escasos, por lo que este descubrimiento “tiene mucha importancia al ser la primera vez que hallan un esqueleto tan completo, articulado y muy informativo desde el punto de vista anatómico, que permite comprender aspectos antes desconocidos de la morfología y evolución de los plesiosaurios en el hemisferio sur”, aseguró Navas.

Desde que los materiales llegaron al museo, pasaron nueve años para que pudiesen extraerlo de la roca del Lago Argentino, en la provincia de Santa Cruz, por ser tan dura como el granito. Tuvieron que utilizar distintos tipos de herramientas para poder “devastarla y romperla de diversas formas hasta llegar a los huesos, pero los fósiles son muy frágiles, hubo que trabajar con herramientas de mayor precisión, como martillos de punta fina para limpiar la roca y liberar el hueso sin que se dañara”, detalló el paleontólogo.

El grupo de expertos pudo realizar una reconstrucción del esqueleto para poder colgarlo del techo de la sala de paleontología del Museo Argentino de Ciencias Naturales. En base a lo que se conoce de sus parientes más próximos, algunos de ellos descubiertos en Argentina, los técnicos pudieron calcular el número de vértebras: unas 55.

El ejemplar -aún sin nombre y apellido- mide alrededor de ocho metros de largo y de punta a punta de las aletas delanteras tenía más de cuatro metros de ancho, medidas similares a las de una ballena. Los plesiosaurios no tienen parentescos directos, con excepción de las tortugas. “Ahora el desafío es la publicación científica. Tras la presentación, falta la descripción, y al ser un esqueleto bastante bien conservado y en gran medida articulado tenemos suficiente información del tórax y lo podremos comparar con miembros de esta familia de reptiles u otros animales vivientes, como lagartos, por ejemplo”, afirmó Navas.

A la espera de ser bautizado, en los próximos meses se definirá el nombre en honor a algún paleontólogo de Argentina como Florentino Ameghino -el padre de la paleontología de vertebrados de ese país.

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