jueves, 7 de febrero de 2019

UNA EXPLOSIÓN TERMINÓ CON LAS PLANTAS HACE 250 MILLONES DE AÑOS, INCLUSO ANTES QUE LOS DINOSAURIOS

Nuevas evidencias apuntan a que las plantas sufrieron la ira del evento conocido como Gran Extinción del Pérmico Triásico mucho antes que muchas contrapartes animales.

Hace unos 252 millones de años, con la corteza continental del planeta aplastada en el supercontinente llamado Pangea, los volcanes en la actual Siberia comenzaron a erupcionar.

Expulsando carbono y metano a la atmósfera durante aproximadamente 2 millones de años, la erupción ayudó a extinguir aproximadamente el 96 por ciento de la vida oceánica y el 70 por ciento de los vertebrados terrestres, el mayor evento de extinción en la historia de la Tierra.

Sin embargo, un nuevo estudio liderado por la Universidad de Nebraska-Lincoln sugiere que un subproducto de la erupción, el níquel, puede haber llevado a la vida de algunas plantas australianas a la extinción casi 400 mil años antes de que la mayoría de las especies marinas murieran.

Los investigadores llegaron a la conclusión estudiando el polen fosilizado, la composición química y la edad de la roca y las capas de sedimentos en los acantilados del sudeste de Australia. Allí descubrieron concentraciones sorprendentemente altas de níquel en la roca de barro de la cuenca de Sydney, sorprendente porque no hay fuentes locales del elemento.

La autora del estudio Tracy Frank, profesora de ciencias terrestres y atmosféricas, dijo que el descubrimiento apunta a la erupción de lava a través de depósitos de níquel en Siberia. Ese volcanismo podría haber convertido el níquel en un aerosol que se desplazó miles de kilómetros hacia el sur antes de descender, y envenenar, gran parte de la vida vegetal allí. Las puntas similares en el níquel se han registrado en otras partes del mundo, dijo.

De ser cierto, el fenómeno puede haber desencadenado una serie de otros: herbívoros que mueren por falta de plantas, carnívoros que mueren por falta de herbívoros y sedimentos tóxicos que eventualmente se lanzan a los mares que ya se están recuperando del aumento del dióxido de carbono, la acidificación y las temperaturas.

Los investigadores detallaron sus hallazgos en la revista Nature Communications

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