viernes, 5 de junio de 2020

«Puede ocurrir un colapso ambiental como en el Devónico»

La comunidad científica ha descubierto un nuevo mecanismo relacionado con el calentamiento global que puede producir extinciones masivas

La vida en la Tierra se puede considerar un milagro. A lo largo de la historia ha pasado por momentos muy críticos, en los que estuvo a punto de desaparecer. En los últimos 500 millones de años se han registrado cinco extinciones masivas. La más conocida fue la del Cretácico que tuvo lugar hace 65 millones de años. 

Pero mucho antes, entre 400 y 360 millones de años, se registró un período todavía más letal, conocido como Devónico. El 85 por ciento de los peces y los tetrápodos, los antepasados de los mamíferos, se extinguieron. Sobre esta etapa tan devastadora siempre ha habido más preguntas que respuestas. Nunca estuvo nada claro cuál fue origen de semejante cataclismo. Ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Southampton acaban de publicar un artículo en la revista Science Advances en el que sostienen que la causa del desastre del Devónico fue la destrucción de la capa de ozono, el escudo que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta. «Nuestro estudio aporta un nuevo mecanismo que puede producir una extinción masiva y que no es ni un asteroide procedente del espacio exterior ni una potente erupción volcánica. La luz ultravioleta provoca que las plantas sean estériles y genera daños celulares en cualquier animal. Esto provoca que los ecosistemas terrestre se derrumben», explica John Marshall, investigador principal.

Los autores del trabajo encontraron las pruebas de lo que había sucedido en esta etapa geológica en una serie de malformaciones que presentan un grupo de esporas localizadas en Groenlandia, que por entonces estaba situada cerca del ecuador en el antiguo continente llamado Laurasia, una única superficie que unía lo que hoy es América del norte, Europa y Asia.

El retroceso del ozono se produjo como consecuencia de un proceso natural que inició un intenso calentamiento del clima. El calor elevó sustancias químicas naturales hasta las capas altas de la atmósfera que destruían el ozono. «Existen observaciones y modelos modernos que muestran que cuando se alcanzan temperaturas muy altas durante el verano aumenta la inyección convectiva de vapor de agua que eleva sustancias químicas hasta los niveles más altos de la atmósfera, la estratosfera, que destruyen el ozono. El sistema tierra-atmósfera está conectado e intercambia constantemente elementos químicos. Lo que ocurrió es que el sistema llegó a un extremo que provocó el deterioro masivo del ozono», reconoce Marshall.

El calentamiento del devónico.
Los científicos que han retrocedido hasta este momento de la historia de la Tierra confiesan que el cambio climático actual pude reproducir un evento similar. «Si continúa la tasa de calentamiento durante los veranos, habrá más transporte de sustancias químicas hacia la estratosfera. Es decir, la velocidad del calentamiento actual puede desequilibrar la capa de ozono. Es importante que la gente entienda que el Devónico fue hace mucho tiempo. Ese mundo no es el nuestro mundo, pero los procesos que actúan hoy son exactamente los mismos», advierte.

Agujero de ozono reciente

Este año una anomalía meteorológica ya demostró la influencia del tiempo atmosférico en el estado de la capa de ozono. En abril la revista Nature publicó que la configuración del vórtice polar sobre el Ártico durante el pasado invierno había formado un tipo de nubosidad estratosférica que destruye el ozono. «Este pasado invierno ha habido más aire frío sobre el Ártico que en cualquier invierno registrado desde 1979» aseguró Markus Rex, investigador del Instituto Alfred Wegener en Potsdam.

La pérdida de ozono registrada fue muy notable. Los globos meteorológicos enviados a la alta atmósfera midieron alrededor de 0.3 partes por millón cuando los valores habituales suelen ser 3,5 ppm. Era el agujero en el extremo norte más grande que se había observado desde que existen registros. Afortunadamente en las últimas semanas, el calentamiento primaveral permitió que aumentase la concentración del gas hasta cerrarlo. Este suceso reciente dejó una lección importante. Sin la aprobación en 1997 del Protocolo de Montreal que prohibió la emisión de gases cfcs, el deterioro de la capa hubiese sido mucho más intenso y podría haber ocasionado un grave problema de salud pública.


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