El hallazgo de una nueva especie de dinosaurio raptor en la
Patagonia argentina arroja claves para esclarecer el origen evolutivo de las
aves.
Reconstrucción artística de un individuo adulto y un juvenil
del Overoraptor
chimentoi. Ilustración: Gabriel Lio
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Es sabido que los dinosaurios, surgidos aproximadamente hace
unos 230 millones de años durante el Triásico Tardío, dominaron todos los
ecosistemas terrestres desde al menos comienzos del período Jurásico -hace unos
200 millones de años- hasta la masiva extinción del Cretácico-Paleógeno,
ocurrida hace 65 millones de años, cuando desaparecieron junto con tres cuartas
partes de los géneros biológicos que habitaban la Tierra en aquel momento.
No obstante, los especialistas suelen remarcar que aquel
evento -atribuido a la caída de un meteorito gigante- que marcó el cierre de la
era Mesozoica y el inicio de la Cenozoica, solo significaría la extinción de
los dinosaurios no avianos, mientras los dinosaurios avianos, es decir las
aves, no sólo no desaparecieron, sino que continúan estando presentes, y en
gran diversidad, en todos los ecosistemas actuales.
Aunque se sabe que las aves antiguas y actuales pertenecen
al clado de los dinosaurios paravianos, también integrado por el grupo de
dinosaurios terópodos conocidos coloquialmente como ‘raptores’ -entre los que
se encuentra, por ejemplo, el célebre Velociraptor-, los paleontólogos aun
trabajan en esclarecer las relaciones de parentesco entre ambos grupos
(raptores y aves), con expectativas en las revelaciones que puedan aportar, en
este sentido, los descubrimientos de nuevos registros fósiles.
Matías Motta durante la excavación de los fósiles de
Overoraptor.
Foto: Julia S. D`Angelo.
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El reciente hallazgo y descripción de un nuevo dinosaurio
paraviano en Patagonia aporta claves para entender la transición evolutiva
entre dinosaurios raptores -bípedos y carnívoros- y las aves, que tuvo lugar en
algún momento del Jurásico Medio. La nueva especie, bautizada como Overoraptor
chimentoi, fue encontrada en una formación rocosa del Cretácico Superior -de
unos 90 millones de años- conocida como Huincul, ubicada al sur del embalse
Ezequiel Ramos Mexía en la provincia patagónica de Río Negro. Los resultados
del trabajo fueron publicados en la revista The Science of Nature.
Si bien los primeros restos del Overoraptor, entre los que
se encontraba una pequeña garra afilada del pie que indicaba que se trataba
inequívocamente de un raptor, fueron extraídos en 2013 durante una breve
expedición dirigida por Fernando Novas y Marcelo Isasi, ambos del CONICET en el
Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET),
fue recién en 2018 cuando Matías Motta, becario doctoral del CONICET en el
MACN, encabezó una nueva campaña subsidiada por la National Geographic Society
en la que se pudieron recuperar más materiales del esqueleto como vértebras,
partes de las cinturas escapular y pélvica y huesos del ala y de las patas.
“Fue el estudio de estos nuevos restos los que nos permitió
distinguir a Overoraptor de la mayoría de las especies de raptores descubiertas
hasta ahora y, sobre todo, de aquellas que se habían encontrado en la
Argentina, las cuales correspondían en su totalidad al grupo de los
unenlágidos, un clado de dinosaurios de muy diversos tamaños caracterizados por
tener cráneos alargados y estar munidos de pequeños dientes cónicos”, explica
Matías Motta, primer autor del trabajo.
Restos de la pequeña pata del Overoraptor comparado con
huesos de avestruz.
Foto: Matías Javier Motta.
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El estudio anatómico del Overoraptor indicó que se trataba
de un animal pequeño, de aproximadamente un metro y medio, con brazos y patas
muy alargados y gráciles adaptados para la carrera. Al igual que los
unenlágidos era un veloz corredor y portaba una gran garra curvada y filosa en
el segundo dedo de sus dos patas. Esta característica no está presente en las
aves, cuyos pies, más avanzados en términos evolutivos, les permiten agarrarse
a las ramas de los árboles mediante un sistema de percheo.
“Más allá de varias similitudes, hay características que lo
distingue de los unenlágidos que vivieron en la Argentina, así como de otros
raptores no sudamericanos como el Velociraptor. Al analizar sus brazos
encontramos rasgos avianos relacionados con el vuelo, lo cual nos resultó
llamativo dado que sabíamos que se trataba de una especie corredora. Esto nos
lleva a considerar que en un árbol filogenético, el Overoraptor se encuentra
más cerca de las aves que la mayor parte de los raptores conocidos hasta
ahora”, afirma Fernando Novas, coordinador del trabajo y director del
Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados del MACN.
Los investigadores consideran que es muy posible que los
brazos del Overoraptor tuvieran la posibilidad de realizar movimientos
complejos y, al igual que sucede con las alas de las aves, se plegaran al lado
del cuerpo de manera automática.
“Nuestra hipótesis es que en el caso del Overoraptor, la
capacidad de plegar automáticamente las alas debe haber tenido una función
distinta a la que cumple en las aves voladoras, dado que se trata de un animal
corredor. Es posible que los brazos tuvieran el papel de garantizar el
equilibrio durante la carrera –al aportar mayor balance y precisión- gracias a
la posibilidad de moverlos de forma acompasada, tal como sucede en aves
corredoras como el ñandú o los avestruces”, Indica Motta.
Elementos de la cintura escapular y pectoral, como así
también restos del
miembro anterior y posterior del Overoraptor. Foto: Matías
Javier Motta.
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El estudio anatómico reveló ciertas características de los
huesos de los brazos del Overoraptor, en particular de la ulna, que los hacen
más parecidos a las alas de las aves, como las de los ñandúes y los cóndores,
que a los miembros anteriores del resto de los dinosaurios raptores, incluidos
los unenlágidos.
“Por otro lado, el análisis filogenético que realizamos nos
indica que Overoraptor se encuentra cercanamente emparentado con Rahonavis, un
raptor del Cretácico hallado en Madagascar. Ambas especies comparten el pie de
tipo “raptor” y poseen brazos similares a las alas de las aves, lo que
significa un avance evolutivo ausente tanto en los unenlágidos como en los
velocirraptores del hemisferio norte”, advierte Novas.
“Nosotros suponemos que por su características anatómicas,
Rahonavis también debe haber tenido la capacidad de realizar el plegado
automático del ala, propia de las aves”, agrega Motta. Estas similitudes
indicarían que el Overoraptor y Rahonavis podrían formar un nuevo grupo de
paravianos corredores, que sería más cercano a las aves que las familias de
raptores que se conocían hasta ahora.
Es importante aclarar que aunque no pueda considerarse que
estos dos raptores del Cretácico Superior sean antepasados directos de las
aves, surgidas millones de antes durante el Jurásico Medio, su estudio es igualmente
útil para ilustrar los avances evolutivos que anticiparon su aparición.
Fue el propio Fernando Novas quien junto con Pablo Puerta a
mediados de la década del ’90 protagonizó el hallazgo en la Patagonia argentina
del primer raptor del hemisferio sur, al que bautizaron con el nombre de
Unenlagia, que en mapuche significa ‘mitad ave’. “Esa fue la punta del iceberg,
a partir de la cual se comenzó a avanzar con el descubrimiento de distintas
especies de dinosaurios cercanas a las aves en el continente sudamericano.
Hasta el hallazgo del Overoraptor todas habían sido identificadas como parte
del grupo de los unenlágidos”, señala Novas.
“Para finalizar, me gustaría agradecer a la familia
Violante, propietarios originales de los campos en los que fueron hallados los
restos del Overoraptor, así como a sus dueños actuales, la empresa SIMA
Ingeniería, que brindó un formidable apoyo logístico a los exploradores.
También al Sr. Coleman Burke (Nueva York), que financió parte de nuestras
exploraciones”, concluye el investigador. Los trabajos llevados a cabo contaron
con la aprobación de la Secretaría de Cultura de Río Negro, y los fósiles
descubiertos son patrimonio del Museo Provincial de Cipolletti Carlos Ameghino.
Referencia bibliográfica
Motta, M. J., Agnolín, F. L., & Brissón‐Eglí, F. (2020).
New theropod dinosaur from the Upper Cretaceous of Patagonia sheds light on the
paravian radiation in Gondwana. The Science of Nature, 107, 24.
https://link.springer.com/article/10.1007/s00114-020-01682-1
Por Miguel Faigón
Sobre investigación:
Matías J. Motta. Becario doctoral. MACN.
Federico L. Agnolín. Investigador adjunto. MACN y Fundación
de Historia Natural “Félix de Azara”.
Federico Brissón Egli. Técnico CONICET. MACN.
Fernando E. Novas. Investigador principal. MACN.
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