Un pez denominado coloquialmente como "pez dientes de sable", una especie aún indeterminada de pez espada del período Cretácico, un ejemplar similar a un atún de dientes robustos y un extraño tipo de pejegallo de 150 millones de años, fue encontrado por primera vez en el Hemisferio Sur.
El material fue estudiado por Rodrigo Otero, junto a
Carolina Gutstein y Ana Valenzuela, investigadores de la Red Paleontológica de
la Universidad de Chile, quienes determinaron que se trataba de un Ischyodus
townsendi, un extraño pez emparentado con los actuales pejegallos, y que hasta
antes de este descubrimiento solo había sido identificado en Europa. De acuerdo
al paleontólogo, esta nueva pieza de la fauna jurásica de lo que actualmente es
la zona central de Chile -dada a conocer en la revista Acta Palaeontologica Polonica– “representa el hallazgo de restos fósiles más antiguos de este tipo
de peces en el Hemisferio Sur. Hasta ahora, no se conocían peces quimeriformes
(cartilaginosos) jurásicos en toda Sudamérica. El presente hallazgo extiende el
registro sudamericano de quimeriformes en casi 80 millones de años hacia el
pasado y en casi 100 millones de años para Chile”.
El investigador de la U. de Chile explica que las quimeras
son peces cartilaginosos (tienen cartílago en vez de hueso) “con un aspecto
bastante distintivo, caracterizados por poseer -en general- rostros alargados,
aletas gruesas y lobuladas, y una gran espina dentada anterior a la aleta
dorsal. El Ischyodus townsendi tiene una dentición altamente especializada,
adaptada a triturar presas con caparazones duros, como moluscos y crustáceos”.
Por otra parte, destaca que “en la localidad del hallazgo, los moluscos son
abundantes y están especialmente representados por ammonites y trigonias. Los
ammonites (algo así como un pulpo, pero con concha dorsal enroscada) eran
animales que podían nadar y variar su ubicación en la columna de agua, mientras
que las trigonias permanecían asociadas al fondo marino, siendo con mayor
certeza, parte de la dieta de este pez”.
Uno de los hallazgos corresponde al Ischyodus townsendi, un extraño pez emparentado con el pejegallo que habitó en la región del Maule hace unos 150 millones de años, en el período Jurásico. |
Peces cretácicos de Algarrobo
Pero los recientes hallazgos sobre peces prehistóricos de
Chile Central de Rodrigo Otero han continuado además en Algarrobo. El paleontólogo,
quien hace un par de años nombró a una nueva especie de pez espada que vivió
hace 40 millones de años como “Loancorhynchus catrillancai”, en honor al
comunero mapuche Camilo Catrillanca, recientemente dio a conocer también el
descubrimiento de otros tres tipos de particulares peces óseos que habitaron
esta zona a fines del período Cretácico, hace unos 70 millones de años. El
investigador destaca que tanto el registro del Ischyodus townsendi del Jurásico
como estos tres especímenes del Cretácico “vienen a proporcionar valiosos
antecedentes, puesto que en Chile los peces óseos se encuentran escasamente
representados en ambos lapsos”.
La investigación, desarrollada a partir de materiales
extraídos por el propio Rodrigo Otero junto al paleontólogo Mario Suárez, fue
publicada por la revista Cretaceous Research el pasado 2 de octubre. “Las
piezas provenientes de Algarrobo son interesantes, ya que en más de 130 años de
prospección paleontológica -recordar que ya en 1887 el naturalista alemán
Rodulfo Phillipi estudió fósiles de esta localidad- los restos de vertebrados
más abundantes de esta unidad han correspondido a reptiles marinos y peces
cartilaginosos (tiburones, rayas y quimeras), mientras que los peces óseos
habían sido escasamente reportados”, afirma el paleontólogo de la U. de Chile.
Uno de estos restos fósiles corresponde a Enchodus,
denominado coloquialmente como pez “dientes de sable” por sus distintivos
dientes “caniniformes”, especie que alcanzó una amplia distribución durante el
Cretácico Superior. También se recuperó material referible a Pachyrhizodus, que
sería el segundo ejemplar encontrado en el Hemisferio Sur. Esta especie, que
había sido previamente descrita en rocas de la misma edad en Nueva Zelanda, era
“algo así como un atún del Cretácico, con dientes robustos, posiblemente
especializados para un dieta a base de otros peces y organismos marinos de
talla pequeña a media”.
Finalmente, se recuperaron dientes referibles a un
Pachycormidae indeterminado, emparentado al “pez-espada Cretácico” de
Norteamérica, Protosphyraena. “Por ahora, no sabemos cómo pudo ser el aspecto
general de esta forma de Algarrobo, pero sus dientes, muy distintivos, se
asemejan mucho a los de las actuales barracudas, por lo que presumimos que se
trata de un ávido depredador de tamaño medio. Por el momento, no podemos saber
a qué especie corresponden estos dientes, pero -sin duda- se trata de un tipo
de pez nunca antes descrito en el Cretácico Superior chileno. Esperamos hallar
restos más completos que permitan, en lo posible, poder reconocer si se trata
de una especie nueva”, comenta Otero.
Rodrigo Otero sostiene que todos estos materiales robustecen
la información disponible sobre los vertebrados marinos que habitaron el
Hemisferio Sur poco antes de la extinción masiva que marcó el fin de los
grandes dinosaurios y reptiles marinos hace 66 millones de años. “Nos permite
completar un poco más lo que veníamos viendo sobre el ambiente y la diversidad
de vertebrados que habitaron las costas de Chile central a fines del Cretácico.
Puntualmente, la presencia de tiburones, rayas, quimeras, reptiles marinos
(plesiosaurios, mosasaurios y tortugas marinas) e incluso restos fragmentarios
de animales continentales, además de troncos (posiblemente araucarias), nos
indican una plataforma de aguas someras con influencia fluvial en Algarrobo,
quizás cercano a un delta, en donde además habitaron dinosaurios y aves
costeras. Un paisaje muy diferente al que vemos hoy en la misma costa”, indica.
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