viernes, 8 de marzo de 2024

El dinosaurio más polémico vuelve a desconcertar a los paleontólogos: Así era el espinosaurio

Un nuevo estudio desmiente las especulaciones previas sobre la capacidad de natación de los espinosaurios

Una pareja de los gigantes depredadores con velas en la espalda, Spinosaurus aegyptiacus, se adentran en aguas cercanas a la costa en busca de presas mientras pterosaurios surcan los cielos hace aproximadamente 95 millones de años en la costa norte de África. Daniel Navarro / Eurekalert

Los verdaderos aficionados a los dinosaurios disfrutan de estas noticias porque saben que, con ellas, nos acercamos un poquito más a saber cómo eran realmente estos “lagartos terribles” . Sin embargo, hay otro colectivo que se indigna cuando los paleontólogos dicen que los raptores tenían plumas, que los tiranosaurios tenían labios o que el espinosaurio no tenía el portentoso cuerpo que creíamos.

Estos últimos no son tanto amantes de los dinosaurios como amantes de la cultura pop, pero sea como fuere, las últimas noticias sobre el espinosaurio no han dejado indiferente a nadie, ni a un grupo ni a otro. La especie Spinosaurus aegyptiacus posiblemente no podía bucear, y ese era el último consuelo de quienes lo imaginaron como el predador más peligroso e implacable de la historia.

El mito

La mayoría de la gente conoció al espinosaurio gracias a Parque Jurásico III. Una película que ocurría en una isla diferente, no estaba ambientada en Nublar, sino en Sorna, y allí el mayor peligro no era el T-Rex, era el espinosaurio, con su morro alargado, su vela en la espalda y un cuerpo muy parecido al de cualquier otro dinosaurio carnívoro . Así lo representaban los expertos por aquel entonces (a grandes rasgos), y se sospechaba que podía tratarse del dinosaurio carnívoro más largo de la historia.

Sin embargo, el esqueleto estaba muy incompleto y, en esos casos, para reconstruir un espécimen se suele completar la información faltante con rasgos propios especies similares, por eso le atribuyeron un cuerpo similar al de un tiranosaurio . Porque, aunque no estaban estrechamente emparentados sí lo estaba con otras especies con cuerpos similares y se suponía que ocupaban un nicho ecológico similar, alimentándose de lo mismo y enfrentándose a problemas similares. Con ese físico y la épica de Parque Jurásico III, la leyenda del espinosaurio estaba servida.

El cuerpo equivocado

Si la película se estrenó en 2001, la polémica empezó en 2014, con un estudio publicado en la potentísima revista Science. Un equipo de investigación, liderado por la Universidad de Chicago, publicó una reconstrucción más precisa del cuerpo del espinosaurio basándose en hallazgos de partes de su esqueleto que no conocíamos hasta la fecha.

Según el estudio era paticorto y parecía que caminara a cuatro patas, con menos elegancia y poderío que en el ideario popular. Este nuevo espinosaurio de 2014, por su anatomía, sugería que la especie cazaba en entornos acuáticos, ya fuera acechando en la orilla como una garza o nadando en la superficie.

Un peligro subacuático

Pero la polémica solo había empezado. En 2020 un grupo de investigadores publicó en Nature nueva información sobre los huesos de su cola y sugirió que, con ellos y teniendo en cuenta el resto de su anatomía, lo más probable era que pudiera cazar buceando, impulsado como una anguila. Puede que su cuerpo no intimidara tanto como el de la cultura pop, pero al menos ahora cazaba bajo el agua, había recuperado parte de su épica perdida.

Dos años después, otro investigaciones respaldaron esta idea tras estudiar la gran densidad de sus huesos, que podrían haber actuado como lastre. Sin embargo, ya por aquel entonces se publicaron otros artículos criticando esta idea, sugiriendo que el cuerpo de los espinosauridos no era estable como para nadar en superficie y que flotaban demasiado como para bucear.

Un giro final

Pues bien, tras mucho debate se acaba de publicar un estudio en PLOS ONE que desmonta las conclusiones del Nature de 2020. Por lo visto, las técnicas que utilizaron para deducir el comportamiento del espinosaurio a partir de su anatomía no se utilizaron de manera adecuada. Para que la técnica, conocida como Análisis filogenético flexible discriminante (pFDA) sea fiable la muestra ha de ser más grande, la variabilidad de los datos menor, los datos seleccionados deben ser completos y otra serie de requisitos que no se cumplieron en dicho estudio.

La conclusión de este último estudio está clara: Los muchos problemas con la aplicación de esta última técnica podrían haber llevado a interpretaciones erróneas sobre la naturaleza acuática del dinosaurio. Si dejamos a un lado nuestras apetencias y los resultados de 2020 y 2022, lo más plausible parece que el espinosaurio no fuera un predador capaz de perseguir a sus presas en el agua, sino, más bien, un cazador que esperaba en la orilla, acechante, preparado para cerrar sus fauces sobre algún incauto animal que se aproximara a él. Algo así como una garza del infierno muy alejada de lo que la sociedad querría que fuera. Pero bueno, la realidad es la que es, y tenemos que aceptar que, ni el cuerpo del espinosaurio ni el nuestro es tan espectacular como nos gustaría.

QUE NO TE LA CUELEN:

Las ilustraciones paleontológicas son una labor científica que ha de ser encomendada a expertos. Estos han de responder al conocimiento más actualizado que tengamos acerca de la anatomía de estos animales. No hay tanto lugar para la creatividad como solemos pensar y, para cubrir los huesos con músculos y piel, los ilustradores se guían por estudios que comparan a estos seres con sus parientes vivos más cercanos: aves y cocodrilos. Es a partir de esto y de pequeñas pistas como las elevaciones de hueso sobre las que se insertaban determinados músculos, como los ilustradores pueden llegar a hacerse una imagen rigurosa del espécimen que pretenden retratar.

larazon.es

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