La histórica relación entre medicina y geología, reflejada en la exposición "Tierras que curan"
Frascos con sustancias medicinales en la exposición "Tierras que curan". UCM Jesús de Miguel.
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MALEN RUIZ DE ELVIRA
Cuando se cree que algo es imposible de lograr o
que no tiene remedio, muchas veces se utiliza la expresión coloquial “No hay tu
tía”, sin que muchos sepan que no tiene nada que ver con una pariente cercana y
que la versión correcta es “No hay tutía”, ya que se refiere al remedio
medicinal más famoso durante siglos en España, la tutía o atutía, cuya falta
era considerada una desgracia. Basada en el óxido de cinc, su nombre procede
del árabe hispánico y se utilizaba sobre todo para enfermedades de los ojos.
“Dorar la píldora” es otro ejemplo de frase procedente de la
medicina basada en minerales, rocas y fósiles que, enraizada en el pensamiento
mágico de la antigüedad, perdura, aunque ahora sobre una base científica. Un
dorador de píldoras se puede ver en Madrid, junto a muchos otros artefactos,
muestras y documentos, en la exposición “Tierras que curan”, organizada por la
Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense y abierta hasta
el 24 de junio en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla (Noviciado, 3),
de la misma universidad.
Fue un famoso médico y filósofo musulmán del siglo X,
Avicena, quien recomendó recubrir las píldoras con metales preciosos para
aumentar su eficacia a la vez que se disimulaba el desagradable sabor. Pero los
metales preciosos eran muy caros, lo mismo que muchas otras piedras o fósiles
raros, por lo que a esta medicina, por otro lado poco o nada eficaz, solo
podían acceder los ricos.
Como explican los organizadores de la exposición “En los
cajones más ocultos y protegidos de unos muebles denominados Ojo de Boticario
los antiguos farmacéuticos preservaron los compuestos medicinales más
preciados: las drogas más activas, las especies más exóticas y, sobre todo, las
piedras preciosas. En el perjuicio económico que suponía su rotura,
sarcásticamente, está el origen de otra expresión coloquial: “pedrada en ojo de
boticario”, que manifiesta el beneficio de un suceso inesperado”.
Por otro lado, este valor económico trajo su particular
beneficio para el conocimiento: “La búsqueda de estos valiosos fósiles,
tierras, metales o gemas hizo que los sanadores fueran adquiriendo un
conocimiento que les permitió reconocerlos e identificar los tipos de terrenos
donde era posible hallar unos u otros: medicina y geología comenzaban una
relación que perdura en la actualidad”.
Según Lorena Ortega, decana de la Facultad de Ciencias
Geológicas, la geología es una gran desconocida a pesar de su estrecha relación
con la vida cotidiana y la divulgación es, por tanto, una las líneas maestras
de la facultad; una divulgación que, como en esta exposición, muestre que las
apariencias engañan y que el mundo es complejo.
Para el rector de la Complutense, Carlos Andradas, hacer
visible el riquísimo patrimonio histórico de la universidad –los tesoros
complutenses- es una obligación. La actual exposición, en la que se pueden ver
también los primeros cristales para gafas, tallados en una variedad
transparente de berilio, es un paso en esa dirección.
Los lapidarios eran los tratados que describían las
propiedades terapéuticas y mágicas de las piedras En el famoso lapidario de
Alfonso X el Sabio (siglo XIII), también presente en la exposición, la lava
volcánica aparece como Piedra de Atraer el vidrio y se utilizaba como
protección contra la gota. La obsidiana garantizaba que se tendrían hijos
varones, mientras que la sal mezclada con arcilla se utilizaba como abortivo, y
así sucesivamente. También aparecen muchos fósiles, por lo que el lapidario se
considera el primer tratado paleontológico en España.
La triaca, un compuesto de hasta 78 ingredientes distintos
considerado la panacea universal en la larguísima época en que los venenos se
usaban mucho para quitar de en medio al adversario, fue el medicamento más
longevo de la historia y dio lugar a toda una industria farmacéutica desde el
siglo III antes de Cristo. La composición variaba, pero se incluían minerales,
plantas y también ingredientes animales, como la carne de víbora.
Aristóteles, Galeno, Paracelso, Galileo, Darwin y Lyell son
algunos de los personajes ligados a esta relación entre medicina y geología a
lo largo de miles de años. Primero se separó la medicina de la religión y luego
llegó otro cambio muy importante en este proceso histórico con la alquimia, que
dio lugar a la química de la mano de la revolución científica del siglo XVII.
Una relación que, actualmente, se refleja, por ejemplo, en el uso de
nanopartículas y cerámicas bioactivas y en el papel fundamental de la
cristalografía en medicina y farmacia, como recuerda José Fernández
Barrenechea, director del Departamento de Cristalografía y Mineralogía. La
geoquímica médica, además, estudia todo lo relacionado con la contaminación por
sustancias minerales, y los manantiales y balnearios siguen gozando de gran
popularidad por los minerales que contienen sus aguas.
Los objetos expuestos proceden de la Facultad de Ciencias
Geológicas, el Museo Complutense de la Farmacia Hispana y la propia Biblioteca
Histórica. Ha contado, además, con el apoyo de la Sociedad Española de
Mineralogía y del Instituto de Geociencias UCM-CSIC.
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