Hace unos 180 millones de años, en lo que ahora es Arizona,
un desdichado Dilophosaurus recibió una de las mayores palizas registradas en
un fósil de dinosaurio. Sus huesos suman un número sin precedentes de fracturas
y abscesos. Sin embargo, las heridas no consiguieron matarlo.
En un estudio publicado en PLOS ONE, los paleontólogos Phil
Senter y Sara Juengst describen una espeluznante serie de lesiones e
infecciones causadas por un “encuentro de alto impacto”. Las heridas son tan
duras que los científicos especulan sobre si este espécimen de Dilophosaurus
wetherilli, un terópodo del Jurásico Inferior, pudo chocar contra una pared de
roca o un árbol durante la pelea con otro dinosaurio (que pudo ser un
depredador o una presa a la defensiva).
Una herida punzante en el cúbito izquierdo parecía haberse
infectado, por el crecimiento anormal del hueso. Otra herida en una falange de
la mano izquierda había conseguido romper la membrana celular y originó otra
infección. El húmero derecho estaba más torcido que el izquierdo, lo que
provocó que el antebrazo y la mano derecha sobresalieran en un ángulo inusual
—y se cree que esto fue provocado por el propio animal, al cargar el peso en
una extremidad para aliviar el dolor de la otra. De hecho, otras muchas
deformidades en el metacarpo y el dedo podrían haber sido el resultado de esta
postura forzada.
Lo más sorprendente es que, a pesar de todas estas lesiones,
nuestro pobre amigo no murió. La cicatrización de las heridas le permitió
sobrevivir al menos varias semanas después del ataque. Por eso sus huesos
pueden contar la historia de la paliza a los paleontólogos. O mejor dicho, a
los paleopatólogos. La paleopatología es la disciplina que estudia las
enfermedades de los dinosaurios (y otras especies de la antigüedad).
Es extremadamente complicada por varias razones. En primer
lugar, los investigadores tienen que saber discernir entre las lesiones
sufridas en vida y las que ocurren después de la muerte. Por otro lado, la
interpretación de las patologías está sujeta a lo que sabemos en la actualidad:
los científicos tienen que estudiar a los dinosaurios en base a lo que conocen
sobre aves y reptiles (y no mamíferos), algo que como puedes imaginar suele
inducir a error en el diagnóstico. [PLOS ONE vía PLOS Paleo]
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Hace 66 millones de años, un Tyrannosaurus rex se comió a otro al este de lo que ahora es Wyoming.…
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