Roy Chapman Andrews - El personaje de Indiana Jones está inspirado en él- (Beloit, 1884 - Carmel, 1960) Naturalista, explorador y paleontólogo estadounidense
Yvette Borup, pionera de la fotografía y esposa de Roy Chapman Andrews, el aventurero que inspiró el personaje protagonizado en el cine por Harrison Ford, falleció en un brutal accidente de tráfico en Bahabón de Esgueva
Yvette Borup y su marido, Roy Chapman Andrews, durante una
de sus expediciones
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Toda su vida fue una aventura, incluso el final, aunque éste
llegara en el lugar más insospechado y de la forma más trágica para alguien que
pasó parte de su existencia al filo de lo imposible. Yvette Borup, parisina
nacida hace 125 años, fue una mujer audaz que jamás se arredró frente a ningún
desafío en un mundo gobernado por hombres. Casada muy jovencita con Roy Chapman
Andrews, explorador, paleontólogo y naturalista estadounidense, se convirtió,
acompañando a su esposo por los lugares más recónditos del globo, en una de las
pioneras de la fotografía documental y en un personaje fundamental para el
prestigio que adquiriría su marido, el aventurero en el que se inspiró el
popular personaje cinematográfico de Indiana Jones.
Andrews, nacido en Wisconsin (Estados Unidos), se había
ganado a pulso un trabajo en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva
York tras pasarse años y años recolectando por medio mundo todo tipo de
reptiles con los que enriquecer las vitrinas del centro. Tanta obstinación le
sirvió no sólo para hacerse con un puesto en tan reputada institución, sino
para que pudiera emprender, en su nombre, expediciones que resultarían únicas
en la época. La pareja, casada en 1914, se convirtió también en un equipo de
exploradores de lo más brillante.
Así, con medio planeta en guerra, Yvette y Roy dirigieron
una expedición zoológica por el sur y el oeste de Asia, aventurándose en la entonces
fragmentada y convulsa China, que se hallaba en la antesala de una guerra
civil. De aquella experiencia, la fotógrafa francesa obtuvo unas instantáneas
documentales de las diferentes tribus del interior del continente que hoy
constituyen un legado de valor incalculable. El resultado de aquel viaje se
recogió en el libro Caminos de China, una obra que todavía hoy es consultada
como referente cuando se abordan las regiones más inhóspitas del gran país
asiático.
Aquella expedición fue la primera, pero no fue la única.En
el periodo de Entreguerras y hasta los años treinta, el matrimonio siguió
explorando aquel continente, realizando expediciones a la enigmática Mongolia,
desierto del Gobi incluido.Se llamaron ‘Expediciones Centroasiáticas del Museo
de Historia Natural de Nueva York’. En total, realizaron juntos más de una
veintena de viajes. Uno de ellos cobró notable fama, ya que se desplazaron con
su equipo con una flota de autos de la marca Dodge y padecieron un sinfín de
peligros marcados por un clima extremo, los animales salvajes, ciertos
forajidos y bélicos militares.
Aquellos fueron años tan intentos para Yvett Borup y Roy
Chapman Andrews, que en uno de los libros de memorias que publicó ya retirado
del ajetreo mundo de las aventuras, escribió: «En los primeros 15 años de
trabajo de campo, puedo recordar una decena de ocasiones en las que escapé de
la muerte por los pelos. Dos de ellas atrapado en tifones, una cuando nuestro
barco fue atacado por una ballena herida, en otra ocasión mi mujer y yo estuvimos
a punto de ser devorados por perros salvajes, en otra estábamos a merced de un
grupo de lamas fanáticos, en otro par escuché llamadas de la muerte al caerme
de unos acantilados, en otra casi me coge una pitón gigantesca y en otras dos
podría haber sido asesinado por bandidos». ¿Cómo no inspirarse en él para crear
el inolvidable personaje que dio vida en el cine Harrison Ford?
En sus exploraciones,
hicieron descubrimientos importantes, como un fósil de Indricotherium,
considerado el mayor mamífero terrestre de todos los tiempos. Emparentado con
el rinoceronte, aunque sin cuerno, parecía una enorme jirafa. El fósil terminó
exhibiéndose en el Museo de Historia Natural de Nueva York. La mayoría de
aquellas aventuras impulsadas por el centro neoyorquino desde fueron
financiadas por grandes magnates norteamericanos, como el mismísimo Rockefeller
o J.P. Morgan.
Un curioso encargo. Como recogen todas las biografías del
inspirador de Indiana Jones (que casi siempre iba ataviado con sombrero, traje
de boy-scout y armado con una pistola) una de estas expediciones tuvo el apoyo
económico y la inspiración de un singular personaje; un afamado y
multimillonario mecenas llamado Henry Fairfield Osborn, seguidor de las teorías
evolucionistas de Darwin. Este hombre, a la sazón paleontólogo, encargó al
matrimonio que buscara en Asia fósiles humanos para contradecir al propio
Darwin, que sostenía que el origen del hombre estaba en el continente
negro. Para Osborn, no sólo los grandes mamíferos como el Indricotherium procedían
del continente asiático: también el ser humano.
Pero nuestros protagonistas no hallaron nada parecido; sí
que encontraron el primero y más grande registro fósil de dinosaurios
descubiertos hasta la fecha. Otro de los formidables hallazgos de aquellas expediciones
fue el de los primeros huevos de dinosaurio de la historia, aunque no fue hasta
los años noventa que se pudo concluir que pertenecían al Theropodo oviraptor.
Ivette y Roy hicieron en 1930 su última aventura juntos. En
sus quince años de matrimonio vivieron un sinfín de experiencias y tuvieron dos
hijos. Pero se divorciaron a su regreso a Estados Unidos. Él se convirtió pocos
años después en el director del museo. Ella siguió recorriendo el mundo.
Incluyendo España, donde quiso el destino que perdiera la vida.
El cruel final
Ivette, que había sobrevivido a un sinfín de peligros, que
había salvado en numerosas ocasiones la vida por los pelos, encontró la muerte,
quién lo hubiera dicho, en una carretera de Burgos. Había salido de París el 11
de abril de 1959 en compañía de su amiga Patricia Everet. Llegaron a Burgos por
la noche y se hospedaron en el Hostal El Cid. La mañana del día 12 se levantó
ventosa. No cubrieron mucha distancia cuando reemprendieron el viaje: en el
kilómetro 185 de la carretera Madrid-Irún, a la altura de Bahabón de Esgueva,
el vehículo que conducía con gran velocidad Patricia se salió de la calzada y
chocó violentamente contra un árbol. Ambas mujeres salieron despedidas del
coche. Ivette Borup, con una herida brutal en la aorta, murió desangrada a los
pocos segundos. Tampoco su amiga sobrevivió. La prensa habló de la fatídica
muerte de dos turistas americanas. Aún no se había oído hablar de Indiana
Jones.
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